Eddie vuelve hacia la cocina, camina mirando la coordinación de sus pies, Pixie se queda unos segundos quieta, en silencio, intentando analizar lo que acaba de pasar hace un par de segundos atrás. Él da la vuelta que lo hace cruzar el umbral de la puerta, ella está con sus ojos clavados en el piso, con las manos en los bolsillos traseros de sus vaqueros, como si pudiera achicar su cuerpo y poder desaparecer como por arte de magia. Lo desea, no quiere escuchar sus explicaciones, no quiere escuchar cosas que no desea, pero también, sabe que, ha pasado un año, y que ambos han tenido toda la libertad del mundo para seguir con sus vidas.
—Tu móvil vibró— la chica apenas puede decirlo. Entonces saca ventaja y camina antes de que Eddie pudiera tomar alguna iniciativa. Eddie abre sus ojos, y los cierra, sabe que puede ser Heather y no sabe cómo explicarle a Pixie, claramente ellos no se han contado todo por esas videollamadas. El chico la ve pasar por su lado, entonces la sigue, lo hace con calma.
La chica se sienta en una banca, la brisa marina es cruelmente fría por las noches, ve las estrellas en el cielo, y está perdida en que no puede hallar esa línea horizontal que divide el cielo y el mar. No sabe exactamente en qué momento Eddie ha llegado, pero se voltea y está él, con su cabello largo, con sus labios de siempre, esos que solía besar, esos que solía admirar y sonreír al darse cuenta de que jamás fue un sueño.
Ella enciende el cigarrillo, el humo color gris se dispersa por ese ambiente salado y frío, Eddie se queda viéndola, su cabello está algo más largo, y el color de su piel ha cambiado debido al ambiente costero, le gusta cómo resaltan sus ojos ahora que Pixie ya no es fantasmagóricamente blanca, aunque siempre le gustó su cuerpo y su paleta de colores, como su fuera un cuadro que tendría colgado en su habitación, frente a su cama.
—Pixie...— juega con sus dedos, ella puede ver el movimiento de estos, Eddie le resulta tan cruel, y puede sentirlos. Odia cómo todas las cosas que parecían ser celestiales ahora son del infierno—¿Puedes mirarme unos segundos? Quisiera hablarte acerca de la llamada, porque sé que la has visto.
— No debes darme explicaciones— la chica responde— Ya no somos novios— Eddie cree que ha sido una frase horrible— Da igual quien sea esa tal Heather.
—No es mi novia, pero, tenemos algo, no lo sé...estamos saliendo hace dos meses. No es algo oficial, supongo que debí decírtelo por videollamada—Pixie lucha por no sentirse mal, lucha por no pararse y dejarlo solo, pero aprecia la honestidad y los huevos que ha tenido.
—Está bien, no hay nada con eso— la chica no lo mira a los ojos. Da una bocanada a su cigarrillo— Tienes tu vida allá, y yo la mía acá.
—Quería decírtelo de otra manera— El chico carraspea, se siente mal, no puede describirlo por completo, no comprende la sensación. Pixie siente algo de nostalgia, sabe y odia imaginarlo, detesta pensar en que Eddie ha de enredar su lengua con otras chicas, y sabe que, es probable que se acueste con chicas en noches de fiesta, que claramente las tiene. Pero también, comprende que no es malo, pues es un hombre libre.