La fina línea entre el pecado y la lujuria puede quemar, lastimar e incluso amordazar a las personas que tratan de quebrantarla con palabras o toques que sin darse cuenta, son sinceros.
La lealtad opaca cualquier rastro de molestia cuando aquellos amantes se juntan en el punto más oscuro de la noche, sintiendo sus alientos chocar y la suave fricción de sus manos antes de ser tomadas.
—¿te siguieron?.—preguntó el mayor mientras observaba hacia los lados de aquella carretera vacía, viendo los bicolores ojos brillar con euforia mientras negaba divertido.
—Un día nos van a encontrar y no quiero que les hablen a nuestros padres.—murmuró el moreno mientras entrelazaban sus manos con dulzura.—Sería vergonzoso y mi padre te golpearía
La risita del ruso hizo bombear el corazón del menor, haciéndole reír mientras caminaban a escondidas hacia aquella casa abandonada, cerca de la universidad a la cual asistían, dormían y pasaban la mayor parte del año.
Las reglas eran estrictas.
"No contacto romántico con alguno de sus compañeros"
Quebrada
Lanzada y tapada por el ropaje que aquellos jóvenes tiraban al suelo entre besos y caricias románticas.
—El señor Brown nos va a regañar si va a nuestros dormitorios y no nos encuentra.—soltó Horacio mientras uno de sus zapatos era lanzado por el ruso.
—Le dije a Carlo que si pasaba eso, yo estaba en el baño con dolor de estómago.—murmuró con vergüenza antes de escuchar la risa del menor.
—Eres un bobo Viktor
Volkov sonrió, tocando el pecho desnudó del menor mientras con suavidad lo tiraba a la cama, subiendo sobre él y besarle con suavidad.
—Te quiero Hache.—Soltó mientras volvía a besar los labios del menor con pasión, llevando una de sus manos a explorar el cuerpo de su amado.
Los jadeos sin hacerse esperar cuando la cintura del moreno fue tomada con rudeza, sin llegar a lastimarle.
—Vi-Viktor...
El nombrado le miró antes de sonreír y acostarse a su lado, dejando que el menor tomara el control de aquella situación, sintiéndole subir a su cuerpo y comenzar una fricción deliciosa que les hizo gemir.
Coloca sus manos en los abdominales del mayor mientras su sonrisa aparece con un toque de lujuria escondida, su cuerpo se vuelve codicioso y el deseo de quitarle la última prenda incrementa cuando el gemido de satisfacción es lanzado por el mayor que le mira sofocado, sus mejillas coloradas y sus grises ahora dilatados.
Viktor Volkov era su afrodisiaco
—Quítate eso.—suelta mientras se levanta para quitar su propia ropa interior, viendo al mayor obedecer sin dudar.—Que buenas vistas
Volkov sonríe, atrayendo de la cintura al menor y subiéndolo a la cama, volviéndolo a tener debajo de su cuerpo y comenzar a besar desde su cuello hasta su vientre bajo, deteniéndose a observar el rostro del menor.
Su labio inferior siendo apresado por sus dientes, sus mejillas sonrojadas y la cresta tan linda que tiene ahora permanece revuelta, pequeños mechones rosas caen por su frente y es incapaz de seguir observando cuando el impulso por probar la gota que sale de su miembro llega a su mente, así que lo hace.
Un gemido retumba en la habitación oscura, siendo testigo de aquello la luna brillante que permanece en lo más alto de la noche.
Algunos mechones grises siendo tomados con lujuria por el moreno que mantiene sus ojos cerrados ante tal disfrute de aquella felación que le proporciona el mayor.
Sus jadeos siendo escuchados atentamente por el mayor que detiene sus movimientos al sentir que el menor terminaría por correrse, viéndole con una sonrisa mientras saca un pequeño bote de entre las sábanas.
—Pensé que no había mas.—murmuró entre jadeos el menor, viendo al contrario negar y mostrar sus dedos.
—No podría lastimarte nunca Horacio.—susurra nervioso, poniendo un poco de aquel líquido sobre sus dedos y entrada del menor.—Si no hay de esto y un condón hay mas posibilidad que te duela, y eso no podría permitirlo querido
El menor traga saliva y asiente aturdido cuando el mayor deja que uno de sus falanges entre en él con delicadeza, moviéndolo un par de veces mientras mira las muecas de satisfacción del moreno.
Volkov lo siente palpitar, y no es su corazón, sonriendo cuando un segundo falange entra y es capaz de escuchar los jadeos y su nombre salir de la boquita del menor.
Una vez siente que ya está preparado saca sus dedos y se acerca al menor que le mira fijamente.
No hace falta una sola palabra cuando sus bocas se encuentran entre la oscuridad, sus lenguas juegan con lascivia mientras se adentra en el menor con delicadeza.
Tomándose unos minutos para que el menor se acostumbrara mientras le ofrece besos y caricias, mirándose a los ojos antes de moverse dentro y fuera.
Su miembro se abre pasó entre las carnes cálidas del menor y este no es capaz de retener los gemidos de satisfacción al sentir como su punto es golpeado una y otra vez.
Volkov se aleja, volteando al menor y poniéndolo en cuatro, dándole un golpe en la nalga con su mano haciéndole jadear satisfecho, adentrándose nuevamente en él mientras jadea su nombre con lujuria.
Tomando sus caderas para moverse con más fuerza mientras los gemidos de Horacio son callados por las almohadas que robaron de sus dormitorios desde hace meses.
Los ojos de Horacio sacando lágrimas de placer que hacen al mayor por un momento preocuparse y detenerse
—¿estas bien cariño?
—Solo sigue como estabas haciéndolo maldita sea.—grita mientras siente como el mayor toma su cresta y lo levanta, posando su mano en el pecho del menor, ambos arrodillados sobre la cama mientras se mueve una y otra vez dentro de la cavidad del menor.
Sintiendo como el menor se tensa, moviéndose más rápido y gemir sobre el oído de Horacio cuando le ve terminar sobre la cama, mordiendo el cuello del moreno con suavidad mientras sale de este y deja derramar su simiente entre las sábanas bajó sus cuerpos.
Respirando agitados mientras se acuestan por unos minutos, abrazados con una sonrisa en sus bocas.
—solo faltan dos meses y nos graduamos.—habló el moreno mientras ponía su cabeza en el pecho del ruso, viéndole asentir.
—Falta poco para por fin irnos a vivir juntos cariño.—susurró con una sonrisa mientras llevaba su mano a peinar la cresta del menor que le miraba feliz
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—¿Entonces estaba en el baño señor Volkov?
El profesor le miraba fijamente, asintiendo nervioso mientras llevaba sus manos a su estómago, fingiendo
—Creo que algo me cayó mal
El profesor negó mientras veía al moreno sentado a su lado
—¿y usted Pérez?
El nombrado tragó saliva
—A mi me rompieron el culo.—habló sin pensar, escuchando a Volkov atragantarse con su saliva y al profesor mirarle acusatoriamente.—Me refiero a que el baloncesto me tiraron y caí de culo... me duele y estaba sentado en el pasto fuera de los dormitorios calmando mi dolor
El profesor asintió, sin querer darle vuelta al asunto, caminando fuera de aquel lugar con sus pantunflas de conejo puestas.
—vayan a dormir ya...
Una vez solos, se permitieron reír nerviosos mientras compartían miradas cómplices.