Chaud et froid

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Habían quedado encantados del otro sin pensarlo, sin llegar a tener algún roce de manos, solo aquel corazón ruso quedando encantado con el francés.

~•~•

Era tan especial escuchar los jadeos de aquel ruso.

Aun cuando los rasguños de su espalda no sanan del todo después de una semana,
le encantaba aquel alumno.

Le encantaba el chapoteo que se formaba en aquella oficina, le encantaba como callaba los sonidos explícitos de aquel hombre que hacía sus noches más difíciles al no tenerle del todo a su lado.

¿Cómo habían llegado a ese punto?

sencillo

Sus ojos conectando con valor y confianza en sí mismos
aquel neutro e imparcial de su mirada lograba conectar perfectamente con el comisario de ojos bicolores cual diferencia era asombrosa y deslumbrante al alumno que le había visto en la comisaría por primera vez.

Habían quedado encantados del otro sin pensarlo, sin llegar a tener algún roce de manos, solo aquel corazón ruso quedando encantado con el francés.

-Co...comisario Perez... no se detenga

Se entregan al otro en aquella oscuridad, en aquella oficina del mayor, del comisario Horacio Perez.
Aquel placentero encuentro les hacía querer más de el cuerpo ajeno, jodida mierda estaban metidos, pero les encantaba aquel placentero vaivén.

Los sonidos obscenos que ambos lograban ejercer, cada beso haciéndose eterno, necesitados de los brazos del otro.

-¿Te gusta Viktor?

Menuda pregunta había sido formulada cuando ambos sabían que el menor lo estaba disfrutando en demasía.

La sincronía de ambos cuerpos al chocar, el suave golpeteo y perfecta entrada del menor al apretar con sus carnes la polla del comisario.

Viktor Volkov no era sumiso, le gustaba imponer ante todos, pero aquel comisario de mirada bicolor le hacía bajar la cabeza y comerle la polla hasta cansarse.
Aunque también había algo que le hacía querer estar siempre cerca de aquel francés, le gustaba aquel calor en su pecho cada que este le saluda.

Y no solo él.
también el francés tenía aquellos sentimientos guardados cálidamente en su corazón, admirando al menor en cada atraco, en salidas al bar, en aquellas noches donde ambos veían los informes en la oficina del comisario.

-Horacio... voy a correrme- decía el menor jadeando mientras se abrazaba con fuerza de la espalda del mayor, rasguñando está a su paso, gimiendo en el oído ajeno al sentir como era masturbado a la misma velocidad con la que era llenado del miembro francés que tanto le gustaba saborear con su lengua.

-Correte para mi Viktor, hazme saber que estas caliente por mi y por nadie más- gruñia el mayor mientras dejaba marcas en el cuello ruso, aquel blanquecino cuerpo comenzaba a llenarse de algunas marcas rojas.

Con unos últimos jadeos terminó por correrse aquel peligris, escuchando los gruñidos del comisario al haberle apretado.

-Merde chérie, comment tu me serres putain- jadeo el francés mientras sacaba rápidamente su extensión, masturbandose y dejándose derramar en el abdomen del ruso que le miraba con satisfacción.

.....................

-tengo que decirle, aunque él no sienta nada por mí- se decía a sí mismo mientras lavaba sus manos y su cara en el baño de comisaría.

Mientras que en otra parte de la comisaría, justo en la oficina del mayor comenzaba una nueva plática entre aquellos hermanos.

-en serio me gusta demasiado... Gustabo, nose que fue lo que me hipnotizo de ese chico

- tal vez su cabeza de hormiga- decía el superintendente mientras reía con burla, haciendo que el comisario a su lado le golpeara suavemente.

-hablo en serio Gus... me gusta como es, su actitud y...

-su culo, pero en fin, debes de...

Unos golpes en la puerta interrumpieron su discurso, haciéndole hacer una mueca mientras abría la puerta.

-Disculpe super...¿esta aqui el comisario Perez?

-entra Volkov, y tu Horacio, te quiero en 30 minutos en mi oficina, debemos hablar de algo importante.

Dijo el rubio mientras salía rápidamente de aquella oficina y cerraba la puerta.

-¿Qué necesitas Volkov?

-Ты мне нравишься Я вам нравлюсь?

-¿cómo?

El menor tragó saliva mientras miraba aquellos ojos que le miraban con ferocidad, tragándose nuevamente su orgullo volvió a decir aquellas palabras.

-Me gustas, ¿te gusto?

Otra pregunta idiota agregada a la lista de ambos

-Si me gustas Viktor, me gustas como no tienes jodida idea, desde que entraste por la puerta de comisaría, desde que tu y yo nos presentamos.

Y era cierto, ambos sabían que gustaban del otro, y eso era jodidamente perfecto, estaban destinados en esa y en otra vida a volverse a encontrar y satisfacer sus corazones con los latidos contrarios, porque ambos eran calor y frío, y solo ellos lograban compactarse tan perfectamente, aun cuando ambos sabían que se ponían en peligro por las mafias que buscaban sus cabezas.

Pero eso no les impediría amarse, tampoco demostrarse afecto en el almacén de aquella comisaría.
Porque sus aliento chocaban con total ímpetu haciéndoles recordar el inmenso cariño que ambos hombres sentían.

Y eso era lo que necesitaban, solo el cariño del otro para poder mantener su corazón y alma en completa tranquilidad y perfecta esperanza.
Manteniéndose en perfecta sincronía con aquellos besos suaves, aquel cariño y afecto que se tenían en cualquier lugar.
Aquellos fogosos encuentros como fieles amantes cada noche antes de ir a dormir, o en donde simplemente se sintieran necesitados del cuerpo ajeno.

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