--𝐢𝐱. 𝐭𝐡𝐞 𝐡𝐮𝐫𝐫𝐢𝐜𝐚𝐧𝐞

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MI CABEZA RECIBE PEQUEÑOS GOLPES Y PUNZADAS por todas partes, trato de abrir los ojos de la forma más lenta que puedo, pero siento los rayos del sol cegarme instantáneamente

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MI CABEZA RECIBE PEQUEÑOS GOLPES Y PUNZADAS por todas partes, trato de abrir los ojos de la forma más lenta que puedo, pero siento los rayos del sol cegarme instantáneamente. Seguía con la resaca de la noche anterior.

Bajo la diminuta bolsa de hielo de mi cabeza y la dejo en mi estómago, muevo la cabeza para que el sol no me pegue directo a la cara y así poder abrir los ojos, veo que el ruido de pisadas entre el pasto, venía de los brincos que pegaba Sarah con una raqueta en la mano para ahuyentar aves.

—Sarah, ¿qué hora es? —la rubia se gira en mi dirección al escuchar mi voz.

—Jenna, al fin despiertas, llevas media vida dormida. Son las diez.

Me acomodo mejor en la tumbona en la que estaba acostada. Miró mi alrededor y recuerdo todo lo que había pasado antes de quedarme dormida.

Había despertado por el ruido de mi puerta por los golpes que daban desde el otro lado. Era Eli, la trabajadora doméstica, una de mi más amiga personal. Me había dicho que Sarah estaba esperando en la sala y le dí permiso a que ella subiera.

Cuando Sarah atraviesa mi puerta, comienza a platicarme que el huracán Agatha ya había pasado por la isla, que al parecer las cosas no habían ido muy bien.

Al bajar las escaleras y que ambas revisarlos mi casa por la parte de atrás, donde estaba el mar a unos metros, vimos que gracias a la idea de mi padre, de mejorar la piscina, no pudo destruir nada. Lo único que había era tierra y algunas hojas, pero todo estaba bien.

Subimos a mi habitación y me cambié. Todo eso, sintiendo un ligero dolor por mi cabeza todo el tiempo. Me sentía sin ganas de ir a casa de Sarah, ya que me había invitado, pero me había llegado el presentimiento de que debía de ir.

Fuimos caminando mientras inspeccionábamos a la vista cada casa que veíamos, para saber si estaban bien o si habían sufrido algo.

Pero al pasar, nos dimos cuenta que las personas que habían salido de sus casas, solo decían la falta de servicios y alguna palmera que había caído o la presencia de la tierra o el polvo.

Llegamos después de unos minutos, cuando Sarah me dijo que debía ver lo que había en la parte trasera, me quedé boquiabierta.

Habían cuatro albañiles reparando la piscina, al parecer el agua si logró llegar y tiró una palmera en la piscina.

Igual que las otras casas, no había Internet ni agua o luz, había muchas hojas y ramas tiradas por doquier.

—Jennifer, qué bueno verte por aquí. Veo que tú y Sarah se han entendido muy bien, ¿Qué tal tu casa? ¿Corrió la misma suerte que la mía? —ironizó.

—Afortunadamente, solo es tierra y ramas, señor Ward. Es una lástima ver que no es lo mismo con ustedes.

Ward me da una sonrisa algo cansada. Voltea a ver la palmera atravesada en la piscina.

𝐏𝐎𝐒𝐒𝐄𝐒𝐒𝐈𝐕𝐄 | 𝐑𝐚𝐟𝐞 𝐂𝐚𝐦𝐞𝐫𝐨𝐧 & 𝐉𝐉 𝐌𝐚𝐲𝐛𝐚𝐧𝐤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora