Capitulo 7 - Rosas azules y pelea de niños.

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Señoras y señores, personitas hermosas y bellezas de la creación, ¡ha llegado el momento! 🎉 El cuarto capítulo está aquí. 🙌

¿Cómo están? ¿Cómo va la espera? Espero que bien, porque este capítulo es uno de mis favoritos. 🔥 Ya verán por qué... muajajajaja 😏

No quiero hacerlos esperar más, pero antes les pido que no se salten las notas finales, ya que hay información importante al final. ¡No se lo pierdan! 😉

Y ahora sí, no les quito más tiempo. Aquí van las advertencias sensuales:

Advertencia: Este trabajo es pura ficción. Todos los personajes pertenecen a HBO y a George R.R. Martin. Solo ejerzo mi derecho a escribir fanfiction sin fines de lucro. Contiene lenguaje vulgar, incesto, discriminación, misoginia, escenas sexuales consensuadas entre mayores de edad, y violencia.

Si alguno de estos temas te incomoda, por favor, no lo denuncies, simplemente no lo leas. Si decides seguir adelante, recuerda respetar los comentarios y los gustos de los demás. 🙏

¡Disfruten de la lectura y nos vemos al final!

¡Disfruten de la lectura y nos vemos al final!

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dos semanas después.

Ya se había vuelto una rutina.

Lucerys no sabía exactamente cuándo había comenzado, pero lo notó cuando despertó en un lugar que no era su cama. Escuchó un balbuceo y vio a su pequeño Baelor trepando sobre Aemond, intentando llevarse uno de sus mechones de cabello a la boca.

No entendía cuál era la obsesión de Baelor con el cabello de su padre ni por qué siempre intentaba meterlo en su boca. Pero al verlo en esa situación, Lucerys se preocupó de que su hijo pudiera caerse, así que se movió  para tomarlo en sus brazos, quitándole suavemente el mechón de cabello de la boca. Baelor protestó con balbuceos, molesto por haber perdido su "juguete," pero fue en ese momento que Lucerys se dio cuenta de la escena en la que estaban: Aemond dormía profundamente pegado a la pequeña cuna de cojines en la cama, donde también Lucerys había estado durmiendo.

Mientras sostenía a Baelor y se sentaba en la cama, observó a Aemond descansar. Se veía tan cansado, que lo último que quería era despertarlo. Pero al verlo así, tan tranquilo, tan calmado, el corazón de Lucerys latió con fuerza, recordando lo que había sucedido la tarde anterior cuando Aemond cayó del barco y casi se ahoga. El miedo que sintió en ese momento fue abrumador, y sin pensarlo, se quitó el jubón junto con sus espadas y saltó desde el mástil más bajo para buscarlo. Aemond no sabía nadar, algo que nunca le había dicho, pero Alicent lo había confiado a Lucerys, quien, más por instinto de protección, se lanzó al agua sin pensarlo.

Lo ayudaron a sacarlo del agua, y Lucerys comenzó a presionar su estómago para que expulsara el agua que había tragado. Lo hizo, y lo último que esperaba mientras pedía mantas fue escuchar aquellas palabras de Aemond:

"Te ves hermoso."

La relación entre ambos había mejorado desde el nacimiento de Baelor, sí, pero seguía siendo un tanto caótica. Aún peleaban, aunque no como antes; discutían, pero ahora hablaban más, con más madurez. Lo hacían por Baelor, porque su hijo merecía un hogar feliz. Eran cordiales, algo que Lucerys siempre había deseado desde el inicio de su matrimonio. Pensar que su hijo estaba ayudando a construir ese entendimiento le parecía tanto bizarro como adorable.

El omega de las MareasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora