El Juego Afortunado De Póquer

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La bocina del Titanic se escuchó en todo el puerto y un poco más lejos también. A varios metros de donde el buque se encontraba parado, había un bar abierto, lleno de gente. En una de las mesas, pegadas a las enormes ventanas, por las cuales se podía ver el puerto entero, jugaban al póquer cuatro hombres.

En la mesa, las cartas estaban desparramadas. Había ceniceros y colillas de cigarrillos por todas partes —aparte de botellas de cerveza, grandes vasos y cenizas— en el medio de todo esto, algo de dinero y sobre los billetes y monedas,lo que parecían ser dos pedazos de papel bien cortados en rectángulos. En ellos se leía: "Pasaje para entrar al Titanic,su barco de ensueño. Tercera clase."

Dos de los hombres se hablaban entre ellos en ruso, por lo que los otros dos ni siquiera intentaban descifrar sus palabras. 

—Natsu, sos un idiota —le dijo un  pelirrubio en un susurro bastante enojado —Apostaste todo lo que teníamos. 

Natsu: Si no tenemos nada, tampoco hay nada que perder —le contestó con una sonrisa en su rostro y se incorporó nuevamente en su silla.

Las cartas se repartieron entre los cuatro jugadores nuevamente. El momento era de tensión absoluta, las miradas que se daban estaban llenas de dudas.

El chico, Natsu, ojos ónix, cabello rosado junto con una extraña bufanda enrollada en su cuello, miraba sus cartas en mano bastante despreocupado. Si ganaban entraban al barco y se llevaban el dinero, si perdían.. ¿cuál sería el gran cambio que podría haber?.

En cambio, su compañero, Laxus, ese pelirrubio, ojos color verdosos y una cicatriz con forma de rayo en su ojo derecho, no estaba tan feliz ante la situación. Tenía en su mano derecha las cartas y su ceño fruncido. Aunque no se sabía si era por la situación o si esa era su cara normalmente. 

Los rusos, hablaban en su idioma y sus caras parecían igual a como cuando empezaron el juego, era inútil tratar de leer sus pensamientos, simplemente no había caso.

Laxus tomó una última carta del mazo en la mesa y suspiró codeando a Natsu que lo miró sin entender demasiado bien.

Laxus: De acuerdo —dijo mirando a los rusos y también a su compañero de juego —El momento de la verdad, esta a punto de cambiar la vida de alguien —Miró al pelirrosa y movió la cabeza señalando sus cartas —Natsu. 

El chico tiró sus cartas sobre la mesa, y trató de ver a otro lado en cuanto Laxus puso sus ojos sobre él. 

Laxus: ¿Nada? — fingió estar sorprendido. 

Natsu: Nada —afirmó con una sonrisa avergonzada. 

Laxus: ¿Ajeel? —El ruso mostró sus cartas —Nada.. —Miró al otro —¿Neinhart?.

Neinhart: Dos pares.

Laxus: Oh.. dos pares — Agachó la cabeza y luego mirando a su compañero —Lo lamento, Natsu. 

Natsu: ¡¿Cómo que lo lamentas?! ¡Quería subirme a ese barco, Dreyar! —se alteró incorporándose de su silla.

Laxus: ¡¿Qué pasó con eso de que si no tengo nada, no hay nada que perder, eh?!

Natsu: ¡Bueno pero esos boletos no son nuestros podríamos haberlos ganado! ¡Solo tenías que ganar!.

Laxus: ¡¿Y por qué tenía que hacerlo yo?! ¡Vos fuiste el que quiso jugar póquer sin saber siquiera las reglas, maldito idiota!.

Natsu: ¡¿Maldito idiota?! ¡Tú..! ¡Tú..! ¡Tú.. maldito.. maldito..! ¡Maldito cara dañada!

Natsu estaba a punto de dar un puñetazo al pelirrubio en cuanto este se paró y puso sus cartas sobre la mesa en cuanto vio que los rusos empezaban a reírse festejando. 

Laxus: ¡Lamento que no vas a poder ver a mi abuelo en bastante tiempo, maldito idiota! ¡Tengo full! - Natsu empezó a reír a carcajadas y al pararse abrazó a Laxus despeinándolo con fuerza —¡Nos vamos a América!.

Los dos empezaron a saltar y festejar. Tomaron el pasaje, el dinero y sus abrigos colgados en las sillas. La gente alrededor sonreía al verlos tan felices y con tan encandilantes sonrisas.

Natsu: ¡¿Escucharon, amigos?! —gritó con los pasajes en mano, agitándolos como si fuesen el más valioso tesoro por el que alguien pudiese estar tan orgulloso —¡Me voy a América!.

Laxus estaba guardando el dinero en los bolsillos de sus pantalones hasta que la voz de Yajima, el cantinero del bar los sacó de sus pensamientos.

Yajima: No, amigos.. —señaló detrás de sí el reloj colgado en la pared. Marcaba las 11.55 —El Titanic zarpa en cinco minutos. 

Laxus: ¡Demonios! —gritó y jalando a Natsu de su camisa roja, salieron corriendo del lugar después de tomar sus pequeños bolsos con solo una muda más de ropa y un libro.

 Corrieron y corrieron entre la gente para llegar a tiempo a lo que sería —según ellos— la aventura más grande de sus vidas . Y no estaban tan errados, ya que quizás pudiese ser la última.

Natsu: ¡Esperen! ¡Esperen! —gritó al ver que el pequeño puente que unía el barco con el puerto, estaban ya separados y que la puerta estaba a punto de cerrarse —¡Somos pasajeros!.

El oficial que estaba por cerrar la puerta lo miró con desconfianza, pero vio sus boletos y notó que eran auténticos.

—¿Ya pasaron por la fila de inspección?.

Natsu: ¿Por la qué? —Preguntó frunciendo el ceño.

 Laxus: Claro que pasamos —se apuró a decir —Y no tenemos piojos.

Natsu: ¡Somos americanos! —agregó, volviendo a ofrecer al oficial sus boletos.

—Bien, suban.

Los dos dieron un pequeño salto hacia el barco y una vez adentro, la puerta se cerró por completo esta vez. Ya no había vuelta atrás.

Los dos corrieron entre los pasillos, llenos de gente de clase media-baja al igual que ellos mientras reían y se empujaban jugando como brutos.

Natsu: ¡Somos las personas mas afortunadas del mundo, Laxus! ¡¿Lo sabías!? —Le dijo a su compañero riendo. 

El barco zarpó. Los dos chicos se dirigieron a la popa donde cantidades de gente se despedía moviendo las manos y tirando besos o gritando palabras de afecto a las personas que hacían lo mismo en el puerto.

Varias señoras movían sus pañuelos blancos sobre sus cabezas y los señores saludaban con las manos contentos, al igual que los chiquitines, apoyados en las barandas del barco.

Natsu se metió también entre la gente, al igual que Laxus y empezó a saludar hacia el puerto. 

Natsu: ¡Adiós! ¡Adiós! —gritaba mientras reía a carcajadas moviendo los brazos.

Laxus: ¿Conoces a alguien? —preguntó con una mueca de alegría en su rostro.

Natsu: No, pero, ¿qué importa? —rió nuevamente y siguió saludando —¡Adiós! ¡Te extrañaré! ¡Adiós! ¡Adiós Inglaterra! ¡Al fin volveré a casa!.

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