Sube Al Bote, Erza

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—Dame tu mano —el oficial de policía le puso las esposas a Natsu aferrándolo a un gran caño blanco en la sala de guardias.

—Señor, lo necesitan en tercera clase. Cuatro hombres han sido encontrados inconcientes —informaba un segundo oficial entrando al lugar.

Invel: Vallan, yo lo vigilaré —el oficial miró durante unos segundo, hasta que asintió y se fue dándole las llaves de las esposas en la mano.

[.....]

—¡Señor! —uno de los encargados en pedir auxilio a barcos alternos se acercaba corriendo al Capitán —El Carpathia viene a diecisiete nudos, a todo vapor para ellos.

Gildarts: ¿Es el único que respondió?

—El único cerca, Señor. Dijeron que estarán aquí en cuatro horas.

Gildarts: ¿Cuatro.. horas? —cerró los ojos con fuerza y suspiró —Gracias.

El hombre se retiró y el Capitán siguió caminando sin rumbo fijo por la cubierta, la cual estaba llena de gente tratando de bajar los botes salvavidas.

Freed: Disculpe, señor — se le acercó —Los botes ya están listos —el Capitán no contestó —¿No cree que es mejor subir a las mujeres y a los niños a los botes?

Gildarts: Sí.. haga eso —asintió —Mujeres y niños primero.

Freed: ¡Sí, señor!

La gente empezaba a salir a cubierta, Freed se acercó a ellos y moviendo los brazos trató de gritar lo más fuerte posible para que todos lo pudieron escuchar.

Freed: Señoras y señores, vengan aquí, por favor —la gente lo seguía —Gracias, excelente —las rodillas de él temblaron, la gente que cada vez era más seguía acumulándose frente a él —Por el momento solamente necesito mujeres y niños. Quédense donde están, mujeres y niños avancen hacia mi, por favor.

La banda de músicos salieron a cubierta con sus instrumentos y unos sillas para sentarse y apoyarlos.

—Vamos muchachos —dijo uno de ellos —Algo tranquilo como lo dijo el Capitán para mantener la calma.

[.....]

En los pasillos de tercera clase, todo se había vuelto un completo descontrol. Los guardias habían cerrado con rejas cada una de las puertas que los llevaban a cubierta, por lo que la gente estaba empezando a desesperarse y se acumulaba en cada corredor.

—Usen los salvavidas, usen los salvavidas —repetía un hombre repartiendo aquellos chalecos blancos a todo el mundo —Por favor, usen los salvavidas, no hay razón para entrar en pánico —Gray tomó uno de los chalecos que tenía el hombre en mano y dándose vuelta se lo puso de prepo a Juvia, le sonrió al verla sorprendida y acarició su mejilla, luego siguieron avanzando —Todavía no es el momento para subir a los botes, pónganse su salvavidas.

Gray se hizo paso entre la gente que estaba en la escalera hasta llegar a la reja que tapaba la salida y la sacudió con ira. Un guardía, el que tenía la llave del otro lado se acercó hasta ahí.

—Por favor, no hagan disturbios, ¡pónganse los salvavidas! —decía sin mirar a nadie específicamente.

Gray: ¡Ey! ¡Sirviente de mierda! ¡Abre esta puerta ahora! —gritó furioso.

—No sea grosero —contestó el hombre —Son órdenes del Capitán, no puedo hacerlo.

Gray: ¡Si no abres esta puerta de mierda, voy a tirarla abajo!

—En ese caso inténtalo.

—Por supuesto que lo intentaremos —

habló una voz detrás del pelinegro y en cuanto esté giró sonrió al ver a aquel hombre de pelos color rubio.

TITANICDonde viven las historias. Descúbrelo ahora