Usando Solamente El Collar

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La pelirroja y pelirrosa entraron riendo a la recámara de ésta.

Erza: Esta es la sala.

Natsu: Hm, esta horrible —Erza rió al recibir tan sincera de crítica, aunque pensó que no lo decía en serio.

La pelirroja daba vueltas la perilla de la gran caja fuerte mientras que Natsu caminaba por toda la sala observándolo todo muy detalladamente.

Erza: Jellal insiste en llevar esta horrible caja a todos lados.

Natsu: ¿Crees que llegue en cualquier momento?

Erza: No en tanto duren los habanos y el brandy —Se acercó a él y le mostró su collar.

Natsu: ¡Wow, que grande! —Lo tomó en sus manos —¿Qué es? ¿Un zafiro?.

Erza: Un diamante; uno muy extraño.

Natsu: Yo podría dibujar esto..

Erza: ¿Dibujar?

Natsu: Dibujo cosas, Laxus regaló un libro de dibujo en mi cumpleaños. Hago dibujo de cosas bonitas, claro que al principio eran terribles, pero con el tiempo me volví bueno. Dibujo cada lugar en el que estoy, para que estén en mis recuerdos por siempre. Cada cosa tiene una historia y al ver el dibujo de este diamante, me acordaré de la ti.

Erza: ¿No preferirías dibujarme a mi para eso?

Natsu: No.

Erza: ¿¡Que!? ¡¿Por qué no?! ¿No soy lo suficientemente bonita?.

Natsu: No es necesario porque voy a tenerte a mi lado para siempre, y si quiero recordar algo sobre ti simplemente te llamaré y te lo preguntaré.

Erza: Pues yo si quiero un dibujo mío.

Natsu: Esta bien —Volviendo a ver el collar.

Erza: Usando el collar.

Natsu: Si quieres —Tocando el diamante con su uña.

Erza: Usando solamente el collar.

Natsu: ...¿Eh?.

[.....]

Erza salió del baño vestida con una bata larga de seda color azul, sus cabellos rojos sueltos y el collar en su cuello. Natsu había ido a buscar su libro y este reposaba en una pequeña mesa, mientras él acomodaba un sillón en el medio del salón.

En cuanto vio salir a la pelirroja, caminó unos pasos hacia atrás y se quedó callado en silencio, con una mueca parecida a una sonrisa escondida.

Erza: Lo último que necesito, son otros dibujos  donde parezca muñeca de porcelana —se acercó al pelirrosa y le entregó una moneda —y como un cliente que paga a un dibujante, espero recibir lo que quiero.

Se alejó unos pasos y comenzó a quitarse la bata, hasta dejarla caer al piso y mostrarse completamente desnuda frente a los ojos encandilados de belleza de Natsu. El mencionado empezó a respirar entre cortadamente y señaló sin sacarle los ojos de encima el sofá.

Natsu: Recuéstate.. eh.. en la cama.. digo, eh.. e-en el sofá.

 El pelirrosa le indicó de qué forma tenía que acomodarse y luego tomó su cuaderno.

Natsu: Yo.. yo suelo ver atentamente y.. eh.. para...para luego poder dibujar... dibujar bien, ¿te parece bien eso?

Erza: Perfecto.

A medida que los minutos iban pasando, la temperatura en sus cuerpos aumentaba, aunque ambos querían encubrirlo pensando en otras cosas. Natsu recorría con ojos de un lado a otro, buscando en Erza —su musa—, los más precisos ángulos para poder tomarle forma al dibujo. Después de sacarle la forma de cuerpo entero, empezó a captar parte por parte, su cara, su pelo, el collar en su cuello, sus senos..

Erza: No podría imaginarme a los mejores pintores sonrojándose al pintar.

Natsu: Los mejores pintores no tenía a una diosa en frente de ellos  —se defendió con una sonrisa.

Mi corazón latió fuerte todo el tiempo, fue el momento más erótico de mi vida.. o por lo menos hasta entonces. Y lamento decepcionarlos, pero Natsu era muy profesional y no lo hicimos, nuestra relación trabajador-cliente lo impedía.—Erza.

El pelirrosa guardó en una carpeta color marrón el dibujo que le había sacado a su hermosa modelo mientras ella acariciaba sus hombros. Entregó la carpeta, aun sin soltarla.

Erza: Gracias —le dijo y lo besó, queriéndole sacarle de las manos su dibujo, a lo que Natsu se resistía al estarla besando.

La situación terminó en risas por parte de los dos.

Natsu se acercó desde atrás a la pelirroja que se encontraba media encorvada, escribiendo en un papel con un bolígrafo.

Natsu: ¿Qué haces?.

Erza: ¿Puedes guardar esto en la caja fuerte por mi? —le entregó la caja en la que estaba el collar.

Natsu: Claro.

[.....]

En la sala de charla de hombres en la primera clase, Jellal junto con otros caballeros de importantes apellidos, tomaban brandy y fumaban. El aire del lugar estaba lleno de humo y algunas risotadas de hombre quizá adentrándose en la ebriedad se escuchaban en todo el lugar.

Jellal: Caballeros, ¿me disculpan?

—Ah, claro que sí.

El peliazul se paró de su lugar al ver entrar a Invel y se alejaron unos pasos de la mesa en la que él estaba sentado.

Invel: Ningún camarero la ha visto.

Jellal: Esto es absurdo —apretó sus dientes mientras hablaba —Esto es un barco, no hay muchos lugares en los que pueda estar —trató de calmarse y luego de respirar profundo y parpadear lentamente, miró a su ballet con su cara un poco fuera de color, serio —Invel, encuéntrala.

[.....]

En la sala de manejo, el timón daba vueltas guiado por un oficial que tomaba café tranquilamente. La noche era pacífica, el agua tan azul como el cielo, la brisa fresca que empezaba a sentirse obligaba a todo aquel que estuviese fuera a usar mínimamente algún camperón o saco abrigado.

Freed se acercó a su Capitán en silencio y asomándose a la barandilla por la que él gran hombre observaba el avance del barco, sonrió casi para el mismo.

Gildarts: Tranquilo.

Freed: Sí —respondió el chico contento de que su Capitán quisiera conversar —No creo.. haber visto nunca tanta calma.

Gildarts: Como un estanque.. lo sopla el viento.

Freed: Los icebergs serán más difíciles de ver si el agua no rompe en la base.

Gildarts: Es cierto —suspiró —Me voy, mantenga la velocidad del rumbo Freed.

Freed: Sí, señor.

TITANICDonde viven las historias. Descúbrelo ahora