Capítulo 16. Acercamiento fallido

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Sangre, unos colmillos que iban directo a mí, gritos de terror por salvar mi vida, sonidos guturales de un animal alimentándose de su presa, oscuridad, frío

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Sangre, unos colmillos que iban directo a mí, gritos de terror por salvar mi vida, sonidos guturales de un animal alimentándose de su presa, oscuridad, frío. Todo me rodeaba en un completo vaivén de imágenes aterradoras.

Desperté de golpe. Algo que no cambiaba es que la luz seguía ausente. Reconocí las suaves sábanas en las que reposaba y el techo elegante que me cubría.

Estaba en su mansión.

Recordé todo, mi cuello. Me levanté y una de mis manos cubrió esa parte que había sido acribillada por Gastón. Mi herida fue cubierta por un parche que ocultaba la prueba que delataría a ese maldito vampiro.

Con una mierda.

Salí de la cama y fui directo al baño. Mi rostro lucía más pálido que en otras ocasiones y eso se debía al miedo y a la falta de energía. Gastón me succionó hasta que se sintió satisfecho, con la posibilidad de matarme.

Hice un gesto de asco, los ojos me escocían y arrugué la nariz más de una vez para reprimir el llanto. Me acerqué para observar detenidamente la zona afectada, divisando un color oscuro que no logró cubrir el parche por completo.

Lo que me faltaba, un hematoma.

Respiré profundo y me envalentoné para retirar el parche. Dolió al principio, pero una vez que lo despegué mi horror se acrecentó.

Encontré dos pequeños círculos perfectamente hechos, justo en el centro de mi hematoma. Se miraban recientes. Esto no iba a poder ocultarlo con simple maquillaje.

Carajo.

Lancé el parche al espejo con ganas de que se rompiera. Y apenas conecté mis neuronas.

¡Mis clases!

Fueron tan rápidos mis movimientos por escapar que terminé por sostenerme de una de las paredes para recuperar la estabilidad. El mareo me sacudió de pies a cabeza.

En eso, la puerta de mi habitación se abrió y ese detestable demonio apareció, tan lóbrego y frío.

Al verme fuera de mi lugar me localizó de inmediato al otro extremo de la habitación.

—Madeleine ¿Qué mierda haces fuera de la cama?

Levanté mi brazo para evitar que se acercara más, como si de alguna manera eso fuese a detenerlo.

No podía luchar contra un ser inmortal.

—No... te me acerques. Eres un asqueroso desgraciado.

Me miró con el rostro lleno de perplejidad, lo saqué de su inquebrantable estoicismo.

Lo detestaba a muerte.

—Por favor, solo dime... —me era difícil hablar con normalidad, aún me faltaba energía—, dime que no hiciste nada. Que mi hermano y mis amigas están bien.

1° El amo del caosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora