Capítulo 10. Acuerdo pactado

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Resumiendo los acontecimientos de estos días:

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Resumiendo los acontecimientos de estos días:

Uno: Gastón Le Revna tenía un brillo antinatural que emana de sus ojos verdes. Eso no pasa en un humano común y corriente.

Dos: ¿Cómo puedo explicar que me salvó de la caída en aquel puente? Un humano normal no podría hacer lo que Gastón hizo; salvarme solo por aparecerse y cargarme en brazos sin ninguna agitación en su cuerpo.

Tres: esas venitas que enmarcaron sus ojos cuando estuvo sobre mi cuerpo, joder... estaba cerca de sangre humano, estuve en riesgo de ser mordida por un vampiro.

Cuatro: Sin si quiera decírselo, olfateó la sangre de mi período, algo que me traumatizó en ese momento.

Cinco: Su apariencia pálida y dura.

Ca-ra-jo.

Estaba frente a un verdadero monstruo.

Miré a Gastón entre la oscuridad de su oficina, ni si quiera parecía cansado a pesar de la hora, yo en cambio solo deseaba caer en alguna cama para dormir y recuperar mi sueño.

Sin embargo, no podía ignorar mi estado de alerta, estaba con un vampiro, un vampiro de verdad. Si no estuviera soñando esto sería material para un jodido libro de terror.

—¿El destructor?

Eso fue lo único que pude decir después de que se presentó como lo que era en realidad.

—Tengo esa tarea, con un solo chasquido de dedos —simuló hacer uno—, puedo destruir lo que sea, soy un creador del caos.

Tragué saliva con fuerza.

—Pero... ¿Cómo?

Con movimientos lentos y cautelosos palmeó la portada del libro que yacía en sus piernas.

—Igor es real, Madeleine. Él me transformó.

No, mi cabeza me daba vueltas. Estaba aferrada a la negativa de que esto que estaba viviendo era real. De pronto mis niveles de azúcar los sentí por los suelos, maldición, no iba a soportar tanto tiempo estar de pie, necesitaba recostarme ahora mismo. Antes de dar un paso para buscar donde acostarme todo lo vi negro, sin saber de mí.

Lo último que alcancé a percibir fue que algo duro me sostuvo y un aroma a libro viejo se adentró en mis fosas nasales.

════ ∘◦❁◦∘ ════

Abrí mis ojos y apenas la luz del día me calaba los ojos. Los días nublados y fríos en Minneapolis no paraban, eran escasas las ocasiones en las que los rayos del sol traspasaban las nubes. Miré a mi alrededor, estaba en la habitación, cobijada, con un vestido de seda negro para dormir.

Mierda, mierda...

¿Cuándo? ¿Cómo?

Escuché voces femeninas—muy conocidas—y abrí mis ojos del espanto al encontrarme a Janis y a Nora. Las dos acomodaban ropa en ganchos para colgarlos en el interior del enorme closet. Me quedé helada, su presencia no era un buen augurio, y menos con Gastón cerca.

1° El amo del caosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora