Capítulo 30. Control

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Me volteé muy alarmada por la situación

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Me volteé muy alarmada por la situación. Mark no tenía intenciones de hablar, puso seguro a la puerta y caminó hacia a mí.

—Te vi llegar, Maddy, joder —pasó sus manos por su boca y pude detectar los ojos inyectados de sangre, yo sabía que se drogaba como parte de sus estrategias para estudiar mejor, pero esta no era la ocasión. Su mirada era la de un animal hambriento—. Estás buenísima con ese vestido.

Agarré con más fuerza el lavabo.

—¿Qué haces aquí? Es el baño de chicas, puedes causar problemas por esto.

Llegó tan rápido que no pude esquivarlo a tiempo. Me sujetó de la cintura de una forma vulgar para subirme el vestido y yo empecé a forcejear en sus intentos por besarme.

—¡Déjame! ¡Suéltame!

—Maddy por favor. No puedo sacarte de mi cabeza, no puedo aceptar que te hayas casado con otro imbécil.

Me apretó el trasero y alcanzó a lamer y besar mi cuello con desesperación.

—Hueles de maravilla...

—Mark ¡No me toques! ¡Suéltame!

Escuché golpes a lo lejos, pero me era imposible moverme.

—No, Maddy —en sus ojos brillaba la maldad de conseguir su objetivo, por el que vino justo aquí—, no te dejaré ir hasta que te abras de piernas para mí.

De un jalón rompió uno de mis tirantes, casi grito de la frustración y por la perturbadora posibilidad de que me hiciera algo sin yo poder dar pelea.

Intentó separar mis piernas y ejercí presión. Le rasguñé la cara para quitármelo de encima y soltó un aullido de dolor cuando logré rasgarlo. Corrí al otro extremo del baño y con un esfuerzo sobrehumano intenté quitarle el seguro a la puerta.

—¡Maddy!

Esa voz.

—¡Max!

Mark me tomó por detrás y mi hermano entró con una patada que le había lanzado a la puerta. Miró todo, Mark me soltó y caí al suelo, eso fue suficiente para que Max se fuera contra Mark como un perro bravo, golpeándolo, uno, dos, tres puñetazos seguidos.

Mark intentaba defenderse y eso solo hizo que Max le propinara un golpe en las costillas y después un gancho directo a la mandíbula. Cayó al suelo y mi hermano le dio una lluvia de puñetazos sin parar.

—¡Santo cielo! —gritó Janis aterrorizada.

Nora me ayudó a levantarme mientras se escuchaban los golpes que Max le daba a Mark. El imbécil de mi exnovio ya no respondía, tres de los guardias del pub tuvieron que levantar a mi hermano para separarlo de Mark.

—¡Vuelves a tocarla y te mato! —vociferó Max con rabia—, tiene quien la defienda, bastardo de mierda ¡No vuelvas a acercarte a mi hermana!

Mark apenas se movía, soltando quejidos de dolor por tal vez una nariz rota y posiblemente por la pérdida de un diente.

1° El amo del caosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora