Capitulo 1. La emergencia

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El tráfico de los Angeles era tal como lo recordaba en mis épocas de soltera, cuando hacía viajes cortos hasta aquí solo por la playa y el buen helado. Lo agradable es volver y estar sola de nuevo, pero con cicatrices que me duelen cada vez que trato de curar, juro que nunca voy a volver a Nueva York para revivir todo eso de nuevo.

La noche estaba enfrente de mi, las calles ya estaban vacías cuando llegué a una zona que gracias al cielo no tenía una sola persona. No haría esto enfrente de nadie la verdad. Doy un vistazo a mis álbumes de fotos donde parezco feliz al principio, pero al pasar cada foto te das cuenta de que la sonrisa se cae, pero su mano sigue apretando mi brazo forzandome a fingir una.
Es un maldito monstruo y por primera vez en 5 años me voy a liberar de ti.

Saco mi equipaje y lo escondo detrás de mi, limpio rápido el rastro de cualquier lágrima, me prometí no volver a llorar por el, enciendo el fósforo y lo dejo caer en cada una de las fotos. Como olvidar cada vez que me compraba el maquillaje más costoso y con la mejor cobertura, para que los moretones que me provocaba no se vieran en esas malditas fotos que me hacía tomar todos los jodidos meses. Era agotador ser su esposa, pero ser su esclava me había matado por dentro.

Las llamas se llevan mi ahora pasado, pero por un tonto descuido veo como el fuego se agranda y se acerca poco a poco hasta mi auto

- Maldición - Corro rápido hasta la parte delantera, pero no lo suficiente para lograr abrirlo antes de que el fuego lo alcanzará.

Con miedo saco mi teléfono de mi bolsillo y empiezo a timbrar al número que nunca me atreví llamar.

- 911 ¿Cuál es su emergencia?

- Hola. Aamm.. me llamó Amelia Roberts y creo que acabo de iniciar un incendio. Mi auto se quema. - Dije, pero en ningún momento me faltó la voz.

Y si era lo mejor. Y si tal vez el auto me hubiera amarrado más a él.

- ¿Lya? ¿Lya la de mi vecindario? ¿La misma lya que ví crecer y cuidé muchas veces? - La operadora tenía una voz que nunca hubiera olvidado fácilmente.

- ¿Maddie? ¿Maddie Buckley?

Antes de recibir una respuesta maldigo cuando el auto empieza a moverse, pero gracias al cielo no había tanto fuego en el.
¿Que diablos me pasa? No puse el seguro de manos o que carajos.

- Amm Maddie. Me encantaría recordar cosas contigo, pero mi auto se acaba de estrellar con una pared y creo que va a... - Fue lo último que dije antes de sentir la pequeña explosion enfrente de mi.

Caí al suelo, pero no quedé inconsciente, estaba creo lo suficientemente lejos para sobrevivir, gloria a Dios aunque no crea en el.

- Los bomberos van para allá - Escuché decir desde la distancia, mi teléfono había volado a un lado de mi, pero no tardó mucho cuando las sirenas llegaron al lugar.

Vaya, mi primer día en los Angeles y ya provoqué un incendio en medio de un callejón vacío donde de seguro algún vagabundo duerme. ¿Que habría pensado Amelia 1.0 ? Tal vez se habría avergonzado cuando los bomberos la vieran como lo hacen ahora estos, tal vez no habría llamado al 911 y lo habría apagado ella aunque probablemente no lo lograría o simplemente tal vex no estaría en los angeles, en un callejón y menos sola.

Los bomberos se acercan a mi, un hombre con lo que parece una marca roja en su frente revisa mis ojos y si tengo alguna quemadura, el resto se encargaban de apagar mi auto y la montaña de papel quemado a mi costado. La policía también llega, pero lo que se roba mi mirada es lo caliente que se ven todos estos bomberos haciendo su trabajo.

- Señorita. ¿Se encuentra bien? - La paramédico sostiene mi cabeza y pone lo que conozco como collarín.

- No necesito esto. - Me renuevo con brusquedad - No estaba dentro cuando pasó y solo caí al piso. Además de una pomada y un Uber no necesito nada más. - Con ayuda de uno de ellos me levanto.

- ¿Eres doctora? - pregunta el bombero que había ganado mi atención por un corto momento, pero yo negué - Pues déjanos hacer nuestro trabajo.

- Amigo. Estoy bien, mi padre es doctor y se que estoy bien. - busco mi teléfono y lo que queda de mis maletas sucias, estaban tiradas muy cerca de mi.

- No soy tu amigo, soy el bombero Díaz y señorita enserio. Queremos hacer nuestro trabajo. - Su cuerpo me impide el paso, pero ya mi paciencia no estaba en el mismo lugar.

- Y yo enserio tengo que irme. Dile a tu Capi que pagaré lo que sea, pero debo irme en busca de un amigo.

- Yo soy el Capi y digo que los dejes hacer su trabajo - Un hombre que pasaba entre los 50 se acercó a mi. Este se me hace conocido.

- Perdón, pero soy la sorpresa de alguien y enserio quiero llegar. Mi amigo no sabe que estoy aquí. - Todos se miran los rostros y por último a mi.

- Solo déjanos darte un chequeo más y podemos llamar a tu amigo. - Negué, pero terminé por aceptar el chequeo.

Mi padre de seguro me habría matado si le contaba de esto y no omitia la parte de que me fui sin ser revisada, habria obligado a Dracke a llamar al ayuntamiento para demandar a los bomberos por dejarme ir seguramente.

•••

Luego de una larga y lenta revisión pude escapar. Obviamente me hicieron millones de preguntas sobre el incendio y el por qué habían papeles quemados en el suelo, tuve que dar una corta y un poco engañosa excusa, pero les fue suficiente para dejarme ir sin ningún cargo y en busca de mi amigo.

¿Cuál era el problema entonces?

Que yo estaba parada enfrente en lo que parecía la puerta de una casa muy cómoda, pero no tocaba y no hacía ningún movimiento, más que el de mis manos temblorosas.

El estaría detrás de la puerta, lo miraría luego de aquella noche donde me fui de su casa porque yo lo había metido en mi infierno sin el siquiera saberlo. Y aquí estoy yo de nuevo, metiendo lo en eso mismo, agarrándome de él para salir de mi oscuridad, pero el no sabía nada de mi y yo todo de el.

Buck me había enviado cartas, correos, mensajes, fotos, todo. Me mantenía al tanto de todo, pero yo nunca respondía, nunca le decía nada, solo leía y veía todo y me mantenía entre lágrimas por no poder estar con el.

Al fin mis fuerzas llegan y con cuidado tocó la puerta de madera.

Mis ojos se deleitan cuando un Buck sin camisa aparece enfrente de mi, pero me ví obligada a ver esos ojos azules que me habían cautivado una noche. Lo triste de todo esto es que no había ni rastro de sonrisa en su cara .

- ¿Lya? - Su voz, como extrañaba esa voz que me ayudó mucho cuando era niña

- Buck

Sin pensarlo dos veces corro a sus brazos y le doy el abrazo más fuerte que pude dar en años.

Estaba con Buck, ya estaba asalvo.

Sálvame | 911 Los Angeles Donde viven las historias. Descúbrelo ahora