蓮の花 - .07

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Un gran estruendo se escuchó y pronto su cuerpo había sido proyectado hacia otra parte del local. Una pequeña explosión había ocurrido en el área de la cocina. Al menos ahora se encontraba fuera, la alacena había sido destruida.

En sus oídos podía distinguir un agudo sonido, su vista estaba borrosa, aún sentía mucho calor, aún veía el fuego acercándose velozmente a donde ella estaba. ¿Acaso así moriría?

La cabeza le comenzó a dar vueltas, su consciencia iba y volvía a segundos, intentaba mantenerse cuerda para poder salir pero el dolor en su cabeza era demasiado y estaba segura de que tendría ya algunas quemadas bastante serias.

Y una vez más, como si de un sueño se tratase, frente a ella vio al chico de hace años... al chico con pantalones negros y blancos rallados. Una vez más estaba frente a ella cuando más necesitaba la ayuda de alguien. ¿Realmente era su guardián?

Este le extendió la mano tranquilamente, su mano era muy grande, sus uñas eran bastantes largas y en tonos lilas.

Azumi aturdida y actuando meramente por instinto le dio la mano y se sujetó con fuerza al chico, apoyándose en él y de ahí en más no recuerda nada, no supo que más pasó. Ni siquiera pudo verlo a los ojos.

Unas horas más tarde, en una obscura habitación y sobre una cama, se encontraba Azumi aún inconsciente pero ya a salvo, fuera de peligro.

En esa misma habitación, frente a una ventana se encontraba Douma, sirviendo un poco de agua en un fino vaso de cristal.

Caminó en silencio sobre la habitación hasta llegar a donde la chica.

Había crecido mucho desde la última vez que la vio. Ahora ella debería de tener unos... cerca de los 21 años tal vez, un poco más o un poco menos.

Su cuerpo había cambiado bastante, definitivamente había dejado de ser una niña, ya no era la niña que salvó esa noche de las manos de aquellos asquerosos hombres.

Su cabello era mucho más largo, se veía sedoso, le llegaba a media espalda. Su rostro era más maduro, pero igual de bonito, sus cachetes seguían intactos, bastante rellenitos, sus pestañas eran largas, tal cual y como cuando era una niña.

Siguió bajando su mirada por su cuerpo, podía ver entre sus brazos, las curvas de sus pechos eran mucho más grandes y se veían gustosos y esponjosos.

Su cadera era suave, fina, reluciente y la cúspide eran sus caderas, sobresalientes entre todo lo demás, eran firmes, anchas, hacía ver sus muslos y su trasero de una manera deliciosa y exquisita.

Su piel seguía siendo igual de linda y tierna, con unas cuantas quemadas y cicatrices encima pero igualmente linda, eso no la hacía fea. Era atractiva.

Era toda una mujer, ya no era la niña alegre y regordeta que vigiló durante años.

Un pequeño quejido le sacó de sus pensamientos. Rápidamente subió la mirada a donde el rostro de la chica y vio como con confusión y dolor abría los ojos, poco a poco retomando consciencia desde aquel "accidente" en el distrito.

¿D-Dónde estoy? – Preguntó con confusión, levantándose un poco.

Douma posicionó una de sus frías manos sobre su hombro, deteniéndola.

No te muevas... tu cuerpo aún está débil – Habló dulcemente, envolviéndola con su voz.

Azumi levantó la mirada y al verlo no pudo evitar entrar en shock. Las palabras se fueron de su boca y tan solo se quedó mirando al chico. Finalmente era real, realmente estaba ahí, el guardián era real y la había protegido.

De un segundo a otro las historias que su mamá le contaba habían cobrado sentido, eran reales.

T-Tú, eres tú – Finalmente logró articular, aún bastante sorprendida, incluso hasta el dolor en su cuerpo había dejado de sentir.

Douma le sonrió sintiéndose bastante animado, sabía y confiaba que ella le recordaría. Aquella llama en su corazón brincó con un poco de alegría ante el reconocimiento que la chica le dio.

Toma esto, te ayudará a sentirte mejor – Le extendió el vaso con un poco de tónico disuelto en agua que personalmente se había encargado de conseguir para ella.

Acercó el vaso delicadamente a su boca, posó el cristal sobre sus labios y ella rechistó un poco pues estaba muy frio. Dio pequeños tragos y al terminarlo Douma dejó el vaso, por un lado.

¿Te sientes mejor? – Preguntó luego de unos largos segundos, aún sin quitar su vista de ella.

Azumi asintió lentamente, intentando procesar todo. No sabía dónde estaba, no sabía que había pasado con el restaurante. No sabía nada de sus hermanos. Estaba perdida.

Descansa un rato más, sé que estás confundida y seguramente tienes muchas preguntas, ¿no es así? - Douma le mostró una gran sonrisa y ella tan solo se le quedó mirando aún sorprendida, no podía creer que era real.

Él río levemente por su reacción y entonces se levantó de vuelta.

Regresaré en un rato, aquí estás a salvo. No te muevas de aquí - Anunció mientras le dio una última mirada a la chica quien lo miraba en silencio y confundida, tan solo asintió con su cabeza.

Sin añadir algo más a la conversación, él se dio la vuelta y salió de la habitación a pasos lentos, en silencio, dejándola sola. 

Desde hacía días atrás había comenzado a tener hambre de vuelta. Tenía unas semanas sin alimentarse por lo cual estaba un poco debilitado, debía de comer si o si pronto.

Necesitaba mantener su cuerpo fuerte y bien nutrido.

Se dirigió al extenso y grande bosque en busca de alguna víctima, de su alimento. Paseaba de un lado a otro, esperando sentir el latido de alguna mujer y poder deleitarse con su aroma y su carne.

No paso mucho rato cuando finalmente encontró a un par de mujeres que caminaban en medio del bosque, estaban distraídas, solas. Era el momento perfecto de atacarlas.

De manera silenciosa y sigilosa, Douma se acercó a ellas y comenzó su ataque, jugueteó un poco con sus cuerpos en un inicio, deleitándose con el terror en sus miradas. Ver el miedo en los rostros de las mujeres siempre le causo una agradable sensación, le causaba placer y por ende se sentía extasiado, tan extasiado que las devoró enteras, sin dejar rastro de lo sucedido y así regreso de vuelta a su morada.

Azumi quien se había quedado sola, decidió descansar puesto que su cuerpo aún estaba adolorido, pero debía admitir que aquello que el chico le dio de tomar le ayudó bastante. Se preguntó que fue porque nunca antes había visto una medicina que trabajara de manera tan efectiva. 

"蓮の花 | Douma - Kimetsu No Yaiba  / Demon Slayer"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora