蓮の花 - .21

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Por el gran hoyo que había ahora en la pared, una nueva silueta hizo presencia, un demonio alto, bastante delgado, parecía tan solo un cadáver andante pues tan solo se veían sus huesos y su peculiar cabello de color verde.

Sobre sus manos llevaba un par de hoces con apariencia tétrica. Rio al ver al chico de cabello alto en el suelo, intentado recobrar el aire. Él sabía que el hashira del sonido estaba ya bastante envenenado. No pensó que se toparía esa noche con algún cazador de demonio, sin embargo, tenía que pelear como fue orden de su señor Muzan.

Akaza veía confundido, no esperaba ni encontrarse con Gyutaro pues ya no era la zona que le habían asignado y mucho menos entendía cómo es que había un pilar ahí mismo.

Rápidamente, en cuestión de milésimas de segundos unas perlas negras se elevaron entre los aires.

¡Al suelo! – El pilar grito hacia la chica que protegía en sus brazos a un pequeño, en cuanto se estrelló contra esa casa se había dado cuenta de su presencia y debía de protegerles de ese par de demonios que estaban ahí dentro.

¡No! ¡Gyutaro, detente! – Akaza gritó fuertemente al ver como el demonio alto había lanzado las hoces contra las pequeñas bombas que aún se sostenían en el aire, esperando por el más mínimo de los roces.

Fue demasiado tarde, cada uno de los presentes vio en cámara lenta como las hoces hicieron contacto con las perlas y una explosión se dio.

Los cuerpos de todos volaron en todas direcciones, la casa se había venido abajo, todo prendiendo en fuego al instante. Todo había estallado y después quedó un gran silencio. La escena era realmente fea, montones de escombros, entre ellos los cuerpos de demonios y humanos, cada uno de ellos inconsciente por el estallido.

A unas cuantas casas de ahí, Douma se encontraba mirando con atención hacia donde el gran estallido había sonado, tenía unos minutos siguiendo a Gyutaro pues este había escapado de sus ataques.

De la hermana ya se había encargado, con sus propias manos le había arrancado la cabeza, al menos tardaría un buen rato en regenerarse si es que realmente lo lograba.

Se dirigió rápidamente al lugar, en busca del demonio de cabello verde.

Grande fue su sorpresa al ver ahí a uno de los pilares, sabía que era perteneciente al grupo de cazadores de demonios, de aquellos que siempre cuidaban y protegían a las personas.

Entre los escombros vio el cuerpo de Akaza, herido, pero sabría que estaría bien, era un demonio después de todo.

Camino un poco más, aún sin poder ubicar a Gyutaro, dio unos cuantos pasos más hasta que encontró la orilla de un pequeño rio donde logró divisar un par de cuerpos tirados, sumamente heridos y sucios, cubriéndose de la poca nieve que caía suavemente.

Elcorazón se le detuvo al ver quien era la persona que estaba ahí, era quien menos quería y esperaba.

¡Azumi! – Corrió hasta donde la chica desesperado y asustado. Tomó su cuerpo en sus brazos con fuerza y sin querer lastimarla aún más.

¡Azumi! ¡Aquí estoy! ¡Azumi, despierta! – Reviso su cuerpo rápidamente, notando en su abdomen una gran herida de la cual sangre salía bastante sangre y a prisa, presionó su mano sobre la zona, evitando detener el sangrado.

En su rostro pudo ver la clara marca del veneno de Gyutaro, no sabía como pero estaba ahí, recorriendo su sangre rápidamente, sabía que tenía que detenerlo o Azumi podría llegar a morir en cuestión de minutos. Pequeños y frágiles copos de nieve caían sobre su cuerpo, sin lastimarla, tan solo apreciando la suavidad de su piel.

Debajo de sus ojos y en su mejilla su piel se había vuelto de un color morado, obscuro, parecía que se carcomía a sí mismo.

Azumi, Azumi por favor... quédate conmigo, quédate aquí – Con los ojos llorosos Douma comenzó a limpiar el rostro de la chica, intentando quitar así el veneno de su cuerpo, sabiendo que era imposible hacerlo.

Lágrimas salieron de sus ojos al darse cuenta de lo que estaba pasando, la estaba perdiendo y no podía hacer nada al respecto. Tan solo quería que ella se encontrara bien, a salvo, fuera del peligro.

Azumi por favor, no te vayas, no me dejes – La abrazó fuertemente, se aferró al cuerpo de la chica quien seguía sin responder.

Largos segundos pasaron y la chica seguía inconsciente, sin responder, Douma estaba realmente desesperado.

¡Gyutaro! ¡Maldito, te mataré! – Gritó hacia la casa donde seguramente debía estar el causante de todo esto, se aseguraría de matarlo y también a su hermana.

Douma – La voz de Akaza le hizo mirar hacia arriba, encontrándoselo ahí, sin moverse y con los ojos llorosos. La creciente tres miraba la escena sin palabras, por primera vez en muchos años su corazón inundado de emociones y sentimientos, en su cabeza se encontraba la imagen de la mujer que alguna vez amó infinitamente.

Al ver a Douma de esa manera, protegiendo el cuerpo de la chica fue como verse así mismo hacía ya tiempo, protegiendo el cuerpo de quien alguna vez fue su amada. 

Lágrimas salieron también de sus ojos pues todos los sentimientos en su corazón le dolían, le dolía volver a vivir aquello, le dolía pero comenzaba a entender a Douma, entendía el amor que le tenía a la chica y por qué la protegía.

La creciente dos le miró aún con la chica en sus brazos en sus últimos segundos de vida, sabía lo que sucedía con Akaza, sabía la manera en que se sentía en esos momentos pues eso mismo le había sucedido cuando Azumi llegó y se instaló en su corazón, también le había vuelto su humanidad y amor.

Akaza, Douma – La inesperada voz de Muzan se hizo presente. Finalmente había llegado. El chico rubio lloró, apoyándose en el cuerpo de su amada, sabía que era tarde, ya no podía hacer nada por salvarse ni salvarla.

La creciente tres se arrodilló hacia su señor, aun intentando asimilar todo lo que estaba pasando. Vio como detrás de Muzan le seguía Kokushibo, la creciente uno. Contra ellos no podía pelear, por más que intentara sabía que su fuerza no era la misma, ni tan siquiera con Douma. Un amargo sentimiento envolvió su corazón.

Kibutsuji caminó en silencio y con pasos firmes hasta estar frente a la desgarradora escena. Observó como la creciente dos se aferraba a la chica probablemente ya muerta.

Aléjate Douma, déjala ir. Esta chica no es nada de ti, es una humana sucia como cualquier otro – Sin sentimientos le dio la orden. No le interesaba ni le importaba en lo más mínimo el dolor que sentía la luna en esos momentos, después de todo se encargaría de él más tarde. Su prioridad ahí era la chica y solo ella. 

"蓮の花 | Douma - Kimetsu No Yaiba  / Demon Slayer"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora