蓮の花 - .06

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En otro lado totalmente diferente y alejado de la realidad una reunión bastante importante se llevaba a cabo.

Sobre la sala se encontraban siete sujetos, algunos sentados y otros parados. Siete sujetos bastante peculiares. Algunos con características más humanas que otros y todos compartían un mismo motivo al estar ahí presentes.

La tensión en el ambiente era palpable, así como el silencio también.

Es un placer informarles que nuestro señor Muzan ha llegado a el castillo infinito – La voz de una mujer que se encontraba en una plataforma un tanto más alejado interrumpió el silencio. En sus manos traía un biwa, hizo sonar una nota y frente a los sujetos apareció el tan esperado y ansiado hombre.

Alto, fuerte, de piel pálida y un cabello de negro intenso le daba una imagen muy intimidadora.

¡Muzan sama! Nos complace mucho verlo de vuelta – Habló uno de los sujetos, removiéndose de manera inquieta sobre su lugar. Los otros permanecieron en silencio, dándole la preferencia de palabra al recién llegado.

¿Acaso no entendieron mis palabras de la última reunión? ¿Tan inútiles son? Fue hace tantos años y todo sigue en las mismas condiciones, nada ha cambiado, nada nuevo ha surgido – Kibutsuji habló con su gran y potente voz.

¡Mi hermana logró infiltrarse en el distrito de Shirikami mi señor! Ha causado bastantes revueltos en esa zona – El chico de cabellos verdes y desarreglados habló, contándole a Muzan del logro de su hermana quien permanecía en silencio a su lado.

Daki... mi hermosa Daki – En cuestión de segundos y gracias a la mujer del biwa, la anterior chica mencionada se encontraba a un lado de Muzan, quien no dudo en acariciar sus mejillas.

¿Puede verlo Muzan sama? Mi hermana es increíble, ¿no cree usted que merece subir de rango entre las lunas? – El chico de cabello verde hablaba mientras que con sus manos y largas uñas rascaba su cuello, su piel era de un color grisáceo y sobre todo su cuerpo había muchas cicatrices, su aspecto era realmente feo y aterrador.

Kibutsuji miró a Daki a los ojos y esta recargo suavemente su cabeza en la mano del hombre, sonriéndole levemente.

Oh, ¡en todo caso creo que sería a mi beneficio!, después de todo ustedes dos están aquí por mí, ¿no es así Gyutaro? – Del otro lado de la sala habló un chico con el cabello rubio de manera risueña y agitando su mano efusivamente, llamando la atención de todos.

Gyutaro lo miró con obvia molestia e incomodidad.

Además... esa zona me pertenece, ¿cierto Muzan sama o acaso me equivoco? – Continuó hablando el chico de ojos coloridos, poniendo a prueba a los demás en la sala.

La chica le miró al igual de manera molestia, le estaba delatando frente a Muzan.

El distrito Shirikami ha sido un punto perfecto de alimento y experiencia desde hace ya varios años atrás, la vida ahí es sustanciosa y extensa, es difícil conseguir zonas así de ricas en estos tiempos – La mano de Muzan aún se encontraba en la mejilla de Daki, acariciándola suavemente quien gustosa recibía el cariño dado.

Si me lo permite Muzan sama, pronto traeré a alguien muy importante, alguien que creo logrará complacerle en su totalidad y también dará un giro importante a todos estos años de búsqueda – Habló fríamente el chico con ojos de arcoíris. Todos lo voltearon a ver con genuina curiosidad pues hablaba con tanta seguridad.

Ven aquí Douma, préstame tu visión – A la orden se levantó inmediatamente y caminó con seguridad hacia donde Muzan quien le recibió con las manos alzadas.

Douma sin dudarlo junto una de sus manos a la de su señor y cerró sus ojos, transmitiéndole todo lo que había visto a Kibutsuji.

Todos los demás en la habitación se miraron los unos a los otros, preguntándose qué es lo que Douma le mostraba a Muzan. Su curiosidad era bastante.

Al terminar, Douma abrió los ojos y miró con una sonrisa a Muzan.

¿Lo ve señor? Es alguien especial – Hablaba con alegría y orgullo, feliz de haber complacido a su señor.

Ve por esa chica y tráela aquí Douma, la quiero viva – Sin decir más, el biwa resonó por toda la sala y Muzan había desaparecido, dejando ahí a todas las lunas a la expectativa.

¡Douma dono! ¿Qué es lo que le mostraste a Muzan sama? – Gyokko se movía de un lado a otro desde su nuevo, brillante y llamativo jarrón.

Lo siento, no puedo hablar mucho de eso, espero no me odien porque eso me dolería muchísimo – Se disculpó con una pequeña sonrisa, agitando sus brazos energéticamente.

Tsk... - Un chico de cabello rosado y unas particulares marcas en su piel que permaneció a su lado y en silencio durante toda la reunión rechistó. Cada que veía a Douma le parecía que era más y más insoportable, de tan solo ver su cara le daban ganas de destrozarlo y llenarlo de golpes.

Uh... Douma dono, ¿Qué planea exactamente? – Preguntó de vuelta Gyokko, una vez más mostrando su curiosidad.

Lo siento Gyokko, tal vez la próxima vez que nos reunamos lo sabrán. Hasta entonces, me despido – Una última sonrisa y Douma había desaparecido de la sala, dejando a todos con la gran duda. ¿De verdad las cosas cambiarían pronto? Después de tantos años... 

En el distrito Shirikami, una noche bastante recalcable se llevaba a cabo, en uno de los grandes restaurantes del centro surgían gritos de dolor y terror, grandes llamas de fuego consumían las paredes y todo a su paso, incluyendo personas que habían quedado atrapadas ahí dentro.

¡Auxilio! ¡Ayuda por favor! – La gente desde afuera observaba con terror viendo el local caerse poco a poco y desapareciendo entre en fuerte y abrasador fuego.

Hay quienes intentaban pararlo, hacían de lo que estaba en sus manos pero el fuego solo parecía crecer y crecer más.

¡Abajo! ¡Manténganse abajo! – Dentro del restaurante, en el área de la alacena se encontraba Azumi junto a tres de sus compañeros, estaban atrapados ahí dentro y el humo comenzaba a llenar poco a poco la pequeña habitación. Hacía un calor terrible, se estaban quedando sin oxígeno y no podían hacer realmente mucho, solo esperar por ayuda.

Todos adentro gritaban de dolor y miedo, hay quienes ya tenían quemaduras bastantes grabes en sus cuerpos, dolían y ardían.

Azumi veía por toda la alacena, buscando alguna manera de salir de ahí o de detener el humo. Buscaba desesperada por todos lados, cualquier salida o ayuda.

¡Azumi, cuidado! – Gritó una de las chicas al ver como uno de los estantes comenzó a tambalearse poco a poco, el fuego en el techo comenzaba a bajar cada vez más, llegando a donde estaban todos protegiéndose.

La chica se agachó y cubrió su rostro con sus manos, un fuerte golpe en la espalda hizo que cayera al suelo, la puerta de la alacena se encontraba ya en fuego, tan solo les quedaban segundos para lograr salir de ahí, necesitaban un milagro.

¡Ayuda! – Gritó una vez más, ya no escuchaba las voces de sus compañeros, solo los veía ahí a su lado, tirados, inconscientes, a punto de ser consumidos por el fuego.

"蓮の花 | Douma - Kimetsu No Yaiba  / Demon Slayer"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora