蓮の花 - .22

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Muzan se arrodilló, posando una de sus manos sobre el hombro del chico.

¡No la toque! ¡No se atreva! – Defendiendo con su cuerpo le dio un golpe a la mano de Muzan, cometiendo la traición que le llevaría a la muerte.

El agredido sonrió, burlándose de lo patético que era.

Si esto es lo que deseas creciente dos, muy imbécil de tu parte el tener la valentía para negarme mis deseos – Susurró para sí mismo, enojado por la traición del demonio.

Con un simple movimiento de sus dedos desgarró las manos de Douma, haciendo que el cuerpo de la chica cayera contra la tierra húmeda y manchándose de la sangre del contrario.

Una de las manos de Muzan comenzó a crecer sin detenerse, deformándose y tomando un color rojizo, pronto era como una especie de extremidad de aspecto terrible que se movía por entre los aires de manera asquerosa.

Akaza ahogó un grito al ver como esta cosa había atravesado el cuerpo de Douma en segundos, su sangre cubrió por completo el cuerpo de la chica. Notó como la creciente dos jadeaba, intentando recuperar aire y haciendo lo posible por regenerar su cuerpo lo más rápido.

Jamás había visto a Muzan de esa manera y no quería volver a hacerlo. Era el demonio más desalmado que conocía, lo peor, sin ninguna consideración. Un demonio.

Kokushibo permanecía en silencio, detrás de Muzan, sin rechistar ni inmutarse, ¿cómo lo haría? Si tan solo era una segunda copia de Kibutsuji.

Muzan sama... la chica morirá – Habló Akaza con la cabizbaja, apurado por la chica, si ella moría nada de lo que había pasado valdría la pena, toda esa pelea, toda la sangre derramada y todo ese sufrimiento, todas las muertes de esa noche no habrían valido la pena, habrían sido en vano.

El hombre de ojos rojos observó a la chica, sin inmutarse de su terrible apariencia, él había regresado a la normalidad, su mano estaba intacta de vuelta y Douma permanecía a su lado, aun intentando regenerarse.

Se hizo a sí mismo un corte en uno de sus brazos, tan profundo que su sangre comenzó a derramarse, cayendo a gotas.

Se agachó junto al cuerpo de Azumi, listo para darle de su sangre y así salvarla.

¡N-No! No lo haga, por favor – El débil cuerpo de Douma le hizo mirar a un lado. Muzan le observó sin expresiones, viendo como su cuerpo se desintegraba poco a poco.

Tomó sin cuidado alguno el cuerpo de la chica, acercando su rostro a donde la herida en su brazo.

¡No! Deténgase – Akaza bajó la mirada, llorando ante la impotencia del momento. No había opción, si la chica no tomaba de su sangre ella moriría. No había otra opción, o vivía y continuaba su vida como demonio o moría en ese momento.

- Si su cuerpo es lo suficientemente fuerte, ella vivirá, tiene que aceptar mi sangre, de lo contrario, ella morirá así como tu Douma

Acercó su brazo hacia los labios de la chica, dejando que la sangre bajara por ellos, yendo dentro de su cuerpo.

Douma lloró, se retorció en el suelo al ver como su sangre tomaba lugar en el cuerpo de la chica. No quería eso, no quería que Azumi se convirtiera en demonio, no quería condenarla a ese infierno. Quería salvarla, quería que fuese ella misma por siempre, quería que envejeciera, que tuviese una vida normal y pudiese gozar de esta.

Akaza también lloró en silencio sin ni siquiera tener el valor suficiente para observar la escena.

Después de unos largos segundos en que su cuerpo había estado sin tener respuesta alguna, comenzó esta vez a moverse, a retorcerse en el suelo, se podían escuchar sus huesos sonar, sus articulaciones se doblaban de manera anormal.

Muzan sonreía al ver la escena, viendo a la chica pelear por aceptar su sangre, aferrándose a la vida. Realmente deseaba que lo lograse pues notaba que ella era diferente, ella era el milagro que espero durante cientos de años.

El cuerpo de la chica se contraía y movía sin parar, poco a poco su voz comenzó a sonar, llanto de dolor, lloraba, intentando parar ese dolor que sentía.

Un minuto pasó y finalmente su cuerpo había parado, quedó exhausta, inmóvil y sin fuerzas. Todas las heridas que tenía antes comenzaron a desaparecer lentamente, su piel quedando impecable.

Esta hecho, maravilloso – Susurró Muzan para sí mismo, maravillado ante la fuerza de la chica. Su voluntad para seguir con vida era increíble. De verdad tenía tanto potencial y pensaba explotar cada parte de este.

Volvió a acercar la herida a sus labios, dejando que se impregnen de su sangre una vez más, su cuerpo se encontraba débil, necesitaba recuperar fuerzas, necesitaba que la chica se alimentase.

Akaza – Llamó a la creciente tres quien inmediatamente estaba a su lado, esperando la orden de manera sumisa y silenciosa.

- Diga, Muzan sama

Cuando la chica despierte, aliméntala, que coma tanto como pueda, al terminar con ella dirígete al Castillo Infinito – Akaza asintió ante su orden y de un momento a otro, Muzan había desaparecido junto a Kokushibo, quedando tan solo él, Douma y la chica.

Soltando el puño de sus manos se agachó a donde la chica, tocando su helado cuerpo y aún débil. 

N-No la toques... quita tus sucias manos de ella – Miró a la creciente dos quién aun generaba su cuerpo, todo el agujero que le había quedado en el abdomen después de que Muzan lo hubiese atravesado.

- Te dejó bastante jodido esta vez

El mencionado rio, era cierto, no había ni podido pelear, de milagro seguía con vida.

Douma miró al cielo, obscuro, lleno de estrellas y así comenzó a llorar de vuelta, sintiéndose derrotado, triste e incompetente. No había podido salvarla, ella se había ido, no volvería a ser la misma de antes.

Lágrimas y lágrimas abandonaban sus ojos, gritó fuertemente, deseo con todas sus ganas volver al futuro, volver a ese momento en el mirador, pudo haber hecho las cosas diferentes, pudo haberla salvado.

Deja de llorar idiota, eso no arreglará las cosas. En cuanto despierte dale de comer, yo no lo haré – Demostrando un poco de compasión, Akaza tomó a Douma entre sus brazos, aferrándolo a él para arrastrarlo por el suelo, sin moverlo realmente mucho, lo sostuvo de los brazos y así lo arrastro hasta que logró quedar junto a Azumi.

"蓮の花 | Douma - Kimetsu No Yaiba  / Demon Slayer"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora