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A la mañana siguiente, me desperté antes que Susan y parpadeé dos veces hasta que mis ojos se abrieron por completo

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A la mañana siguiente, me desperté antes que Susan y parpadeé dos veces hasta que mis ojos se abrieron por completo. Giré la cabeza hacia ella y sonreí al verla envuelta en sus sueños, tan linda y pacífica que era imposible no quedarse admirándola.

—¿Cómo puedes ser tan linda, incluso dormida? —murmuré, sabiendo que no me escucharía.

Un bostezo escapó de mis labios, y me levanté despacio, cuidando no hacer ruido para no despertarla. El hambre comenzaba a hacer acto de presencia, pero decidí que no la interrumpiría.

"Iré a la cocina a ver si encuentro algo pequeño para desayunar", pensé.

Mientras bajaba las escaleras, algo llamó mi atención: una pila de papeles apilados en un mueble. Fruncí el ceño, sintiendo una curiosidad repentina, y me acerqué a echar un vistazo.

—Mmm… ¿qué es esto? —murmuré para mí. Pero inmediatamente sacudí la cabeza.
"No, son cosas de Susan, tengo que respetar su privacidad", me dije con firmeza.

Aun así, mi mirada se desvió hacia el suelo, donde había una hoja caída, con algunos textos visibles. "¿Se habrá caído de la pila? No debería leerlo… pero tengo mucha curiosidad", pensé mientras la recogía con cuidado. Estaba a punto de leer cuando me obligué a detenerme. Con un suspiro, coloqué la hoja en su lugar y seguí mi camino hacia la cocina.

Justo en ese momento, escuché unos pasos suaves en las escaleras y giré la cabeza, sonriendo al ver a Susan bajar, su rostro aún adormilado.

—Buenos días, Susy —dije, sintiendo una calidez en el pecho—. Me alegra que hayas despertado; ya tenía hambre. ¿Dormiste bien?

Ella sonrió con un bostezo, y su voz aún somnolienta me hizo sonreír aún más.
—Sí, ¿tú dormiste bien?

—Sí, aunque me desperté un poco antes y pues… tengo hambre.

Susan soltó una pequeña risa, suave como un susurro.

—Hay galletas en la despensa y leche en el refrigerador. Puedes comerlas si quieres; yo, ahora mismo, no tengo hambre.

—Oh, bien —asentí, aunque solo estar cerca de ella ya me hacía olvidar el hambre.

Entonces, Susan se acercó y apoyó la cabeza en mi hombro, buscando un poco de consuelo en mi presencia.

—Tengo mucho sueño —murmuró con una queja, tan adorable que me hizo sonreír.

—Vuelve a dormir si quieres, Susy, no es molestia para mí —le dije con suavidad.

—¿Segura? —preguntó, dudando un poco.

Asentí con confianza, y ella, aliviada, comenzó a subir las escaleras nuevamente. Mientras la observaba alejarse, mi mirada volvió a la pila de hojas en el mueble, y la curiosidad volvió a asomarse.

—¡Susy! —la llamé de repente, sin poder evitarlo.

Ella se giró, un poco sorprendida.

—¿Qué pasó?

Abrí la boca para comenzar a hablar, pero luego de dudarlo decidí que no era el momento.

—Ah… no, nada, vuelve a dormir.

Susan sonrió, y continuó su camino. Sin embargo, mi mente seguía trabajando, imaginando lo que podrían contener esas hojas. "¿Será algo importante", me pregunté, aunque decidí dejar la pregunta para después. No quería molestarla.

Y así, mientras el aroma del café comenzaba a llenar la cocina, la intriga seguía en mi mente.

Y así, mientras el aroma del café comenzaba a llenar la cocina, la intriga seguía en mi mente

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Una Disculpa Sincera #1 [✔️] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora