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—Yo puedo ayudarte con eso, si quieres —dijo Susan, una sonrisa leve asomándose en su rostro

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—Yo puedo ayudarte con eso, si quieres —dijo Susan, una sonrisa leve asomándose en su rostro.

Mis cejas se alzaron, intrigada.

—¿Qué insinúas? —pregunté, sin poder evitar la curiosidad.

—Puedo ayudarte a descubrir si te gusto —respondió, su sonrisa se hizo más amplia, y me sentí un poco más relajada.

La miré a los ojos, buscando en su expresión alguna señal de que estaba bromeando. Pero no, sus ojos reflejaban sinceridad.

—¿Ayudarme cómo? —me atreví a preguntar.

—No lo sé exactamente... pero quiero encontrar la forma de ayudarte —dijo con un tono suave, como si el tema no fuera tan pesado.

Solté un breve suspiro y sonreí, sintiendo que su oferta era un rayo de luz en mi confusión.

—Ya has hecho mucho por mí, Susy. ¿Qué te parece si yo sola me encargo de esto?

—Está bien, yo esperaré hasta que decidas —dijo Susan, su sonrisa volviendo con fuerza, y eso me hizo sentir un poco más segura.

La sonrisa se dibujó de nuevo en mi rostro, y sin pensarlo, le di un beso suave en la mejilla.

—Gracias, Susy —murmuré, sintiendo que esas dos palabras no eran suficientes para expresar lo que sentía.

Me di la vuelta para irme, y la vi sonreír mientras sus ojos brillaban. Me despidió con la mano, su otra mano todavía en la mejilla donde había sentido mi beso.

Caminé hacia casa, el corazón latiéndome a mil por hora, tratando de procesar lo que acababa de ocurrir. Al llegar, me dejé caer en el sofá y toqué mis labios con los dedos, aún sintiendo la calidez del contacto.

—¿Qué carajo acaba de pasar? —me pregunté, sintiendo una mezcla de confusión y emoción. ¿Será que... de verdad me gusta Susan?

Sin pensarlo más, tomé mi teléfono y marqué el número de Iza.

—Iré a tu casa —fue lo único que dije antes de colgar, mi voz un poco más apresurada de lo que pretendía.

Salí rápidamente de mi casa y me dirigí a la casa de Iza. Al llegar, toqué la puerta con impaciencia.

—¿Ahora qué pasó? —preguntó Iza al abrir, y su expresión dejó claro que algo importante había ocurrido.

—Besé a Susan —respondí, dejando caer la noticia sin rodeos.

Iza se quedó boquiabierta, sus ojos se agrandaron en incredulidad.

—¿Qué? No puedo creerlo —dijo, su voz llena de sorpresa.

—Lo sé, ni siquiera yo puedo creerlo —respondí, tratando de asimilar la locura de la situación.

—Pero dijiste que no te gustaba. ¿Qué pasó con eso?

—¡No lo sé! ¡Nisiquiera yo lo sé! —exclamé, la frustración brotando de mí.

—Te lo dije, ¡te dije que tenías que hacerme caso! —Iza sonrió, sintiéndose orgullosa de haber visto algo que yo no había podido. —Tienes que contarme absolutamente todo.

Solté un suspiro profundo, sintiendo la presión de la situación, y me dejé llevar por el momento. Inhalé y exhalé, preparándome para compartir lo que había estado sintiendo.

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Una Disculpa Sincera #1 [✔️] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora