15: Jungkook

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Este lunes apestaba. El entrenamiento fue brutal, y Jin no fue él mismo en absoluto. Jugó como una mierda, lo que no es propio de él.

Estaba tan fuera de sí que el entrenador le hizo quedarse a limpiar el campo de prácticas mientras todos los demás se duchaban y se iban. Pero yo me quedé para ayudar a Jin, preguntándome qué demonios pasa. No puedo evitar pensar que quizá me pasé de la raya el viernes por la noche en nuestra tienda. Probablemente no debería haberle pedido que me mirara la polla, pero estaba bastante borracho, y maldita sea, se me está quemando la cabeza.

No creo que sea pequeño. Tal vez promedio. Y sí, sé que no debería importar, pero ¿qué tipo no se preocupa por esa mierda? Kennedy es la única que lo ha visto. ¿Y si no estaba mintiendo?

Mierda, tengo que intentar sacudirme esto.

—Gracias por quedarte. No tenías que hacerlo.

Me encojo de hombros mientras nos dirigimos al vestuario para empezar a tirar las camisetas al cubo de la ropa sucia. Nuestros compañeros de equipo no se molestaron en tirarlas dentro de los contenedores. En su lugar, las dejaron por todas partes.

Imbéciles.

—No es un gran problema. Sé que tienes que ir a recoger a Lucy.

Sonríe, justo cuando el entrenador atraviesa la puerta de su oficina, mirándonos y luego negando con la cabeza. Probablemente porque tenía la intención de que Jin lo hiciera por sí mismo y yo estoy aquí ayudando, pero no parece sorprendido.

—Voy a salir. Dense prisa y salgan por la salida del gimnasio.

Los dos asentimos y le deseamos buenas noches antes de terminar la limpieza en el vestuario.

—Entonces, ¿qué te pasó hoy?

Jin es la estrella del equipo. Simplemente lo es. Talento puro y en bruto. No la caga. Tira la última camiseta a la papelera y luego se despoja de la suya, arrojándola también. Pero noto la mueca de dolor, mis ojos se arrastran por su torso esculpido y se detienen en un moretón de color púrpura oscuro en su costado.

—Jin, ¿qué carajo?— Mi mano se extiende, arrastrando sobre sus costillas magulladas, y él sisea, echándose hacia atrás.

—No lo toques. Jesús.

—Lo siento.— Retiro la mano, pero miro fijamente a mi mejor amigo. —¿Cuándo demonios ha pasado eso?

Se encoge de hombros, apartando el resto de su ropa y caminando desnudo hacia las duchas. Mis ojos se dirigen hacia el moretón, pero en su lugar se fijan en los globos de su culo mientras se aleja. Tiene un buen culo. Para un hombre, quiero decir. Está tonificado y se flexiona a cada paso, y tengo que apartar la mirada. ¿Qué demonios ha sido eso?

Me desnudo rápidamente, tratando de alejar ese extraño momento, y me meto bajo el chorro de mi propia ducha. El agua está caliente y sienta muy bien a mis músculos doloridos.

—¿Cuándo ha pasado eso?— Me lavo el pelo y el cuerpo rápidamente, sin mirar a Jin, pero no lo dejo pasar.

—El viernes. Cuando ese gran maldito me golpeo. Estoy bien.

—No estás bien. Eso parece brutal. ¿Y por eso has estado tan mal hoy?

—Vaya, gracias, amigo—. Parece que se ríe un poco, así que no creo que realmente haya herido sus sentimientos, y no es que no lo sepa.

—¿Vas a poder jugar el viernes?

Oigo cómo se apaga su ducha y le veo agarrar una toalla fuera de mi visión periférica mientras sale.

My best friend, my worldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora