3: Jin

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-Bien, entra directamente. Lo tienes, chica-. Lucy me mira, con el pelo recogido en coletas y los ojos muy abiertos.

-No quiero ir al colegio-, protesta en voz alta, y yo sonrío, inclinándome para mirar sus dulces ojos y abrazarla. Ha tenido problemas con el colegio desde el primer día, y la verdad es que no ha sido más fácil. No es que no quiera aprender y jugar con sus amigos, pero no le gusta estar lejos de mí todo el día. O de mamá.

-Lo sé. Pero te vas a divertir, niña. Como siempre lo haces. Y luego estaré en casa de la señora Albertson al salir del colegio para recogerte. Como siempre-. El preescolar es solo medio día, y ella va en el autobús a casa de nuestra vecina hasta que puedo recogerla después del colegio mientras mamá trabaja en la planta de distribución durante la semana.

Sin embargo, odio dejarla cada mañana, sabiendo que no es feliz.

-No quiero ir, y la casa de la señora Albertson huele raro.

Intento no reírme y poner mi ceño de hermano mayor porque no se equivoca. La señora Albertson tiene casi noventa años y seis gatos. No siempre huele bien, pero es amable y cuida de Lucy.

-Sé amable-. Ella resopla y yo abrazo su cuerpecito contra el mío. -Si te portas bien, iremos a Dairy Queen cuando te recoja.

Se ilumina al oír eso y sus grandes ojos se agrandan aún más. - ¿Lo prometes?

Sonrío y vuelvo a abrazarla antes de ponerme en pie. -Lo prometo. Ve a divertirte con tus amigos. Aprende algo.

Finalmente acepta de mala gana, y menos mal, porque casi se me hace tarde. Saludo a los que saludan en su escuela mientras ella entra, y luego me dirijo a mi camioneta, arrastrando el culo por la ciudad hasta el instituto. Aparco y entro corriendo, dirigiéndome a mi taquilla, donde me recibe Jungkook con su amplia sonrisa y su brazo alrededor de Kennedy.

Supongo que se han reconciliado.

-Llegas tarde, hombre-, me dice sin ánimo de ayudarme mientras cojo mi libro para la primera hora y cierro la taquilla de golpe.

-Sí, Lucy no tenía ganas de ir a la escuela hoy-. Saludo a Kennedy con la cabeza y ella me devuelve el saludo, con una sonrisa brillante y feliz.

Jungkook, sin embargo, frunce el ceño con preocupación. -¿Por qué? ¿Algún mierdecilla está siendo un idiota con mi chica?

Me rio, dirigiéndome al aula que comparto con Jungkook y Kennedy, para que me sigan.

-No. Ella está bien. Le gusta estar en casa con sus juguetes.

-¿Seguro?- Sigue sonando preocupado, y no puedo decir que odie el amor que muestra por mi hermana pequeña. Es su hermano mayor tanto como yo.

-Sí, está bien-. Tomo mi asiento y él toma el suyo, justo detrás de mí con Kennedy a su derecha. -Tuve que prometerle un helado después de la escuela.

-Claro que sí, me apunto. Después del entrenamiento, ¿no?

Mierda, me había olvidado de los entrenamientos ¿Cómo diablos me olvidé de la práctica? Quiero decir, la Sra. Albertson la cuidará hasta que yo llegue, a pesar de todo, pero no puedo creer que haya olvidado que hoy llegaré una hora más tarde. Aunque, supongo que así es la mayoría de los días.

No pasa nada.

-Sí-, refunfuño cuando la profesora empieza a hablar del capítulo que apenas leí anoche antes de desmayarme en mi cama. Mi cama, que de alguna manera huele más a Jungkook que a mi propia colonia o desodorante.

¿Cómo demonios lo hace?

Pienso en nuestra conversación del sábado por la noche sobre la universidad. Tuve que solicitarla. Estoy seguro de que me aceptarán, pero no sé si podré conseguir becas para cubrirlo. Eso es lo único que realmente me preocupa. El dinero. El dinero que no tenemos. Sé que no iré a la universidad sin que las becas lo cubran todo.

A Jungkook le encanta estar aquí. Le encanta pasárselo bien y jugar al fútbol, ser el hombre del instituto. Y créeme, como quarterback y tight end del equipo, los dos caminamos erguidos por los pasillos de la escuela, pero yo quiero más que esto.

Sé que hay mucho más en el mundo que lo que ofrece esta pequeña ciudad. No quiero trabajar en el campo petrolífero o en el mismo centro de distribución en el que trabaja mi madre. Quiero mudarme a una ciudad más grande. Quiero una carrera en la que no tenga que romperme la espalda para sobrevivir.

No quiero tener que trabajar tan malditamente duro por tan poco. Eso es todo lo que hace cualquiera en esta ciudad. Es su única opción. Y me siento como un imbécil egoísta por querer salir de aquí la mayor parte del tiempo, pero ninguno de ellos puede decirme que no se lanzaría a la oportunidad de salir de aquí si pudiera.

No sé cómo Jungkook puede querer esta vida para siempre. He visto a su padre, después de trabajar en el campo petrolífero durante años. Su cuerpo está roto y desgastado con sólo cuarenta años. Está cansado. Tan malditamente cansado. Y es un buen hombre, así que no se queja. Pero está agotado, y su cuerpo ya está cediendo. Su madre está igual. Se rompe el culo trabajando en la cafetería local, sirviendo mesas.

No quiero eso para mí, y tampoco quiero eso para Jungkook. Pero es muy terco, y no sé si podré convencerlo de que se vaya. Le gusta demasiado estar aquí. Antes de que me dé cuenta, estará trabajando en la planta mientras Kennedy saca pequeños Jungkooks y Kennedys, y yo seré el puto tío Jin, malhumorado porque nunca tuve la oportunidad de hacer otra cosa.

Una bola de papel enrollada me golpea en la mejilla y me giro para mirar a Jungkook, que se ríe a carcajadas sin dejar de estar callado. Se inclina hacia arriba.

-Estás soñando despierto otra vez.

Mierda. Estaba totalmente desconectado. Miro hacia delante, viendo el ceño fruncido de mi profesor, e intento por todos los medios concentrarme en la lección y no pensar en la universidad y en cuáles son mis opciones si no acabo yendo a ella después de esto.

Porque aunque consiga que me paguen la universidad, aunque pueda salir de esta ciudad e ir a la universidad como deseo desesperadamente....

No sé si podré dejarlo.

My best friend, my worldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora