25: Jungkook

282 64 0
                                    

Es la víspera de Navidad. Hombre, estos últimos meses han pasado muy rápido. Son las vacaciones de invierno en la escuela, pero Jin ha estado ocupado en la tienda de comestibles, tratando de ahorrar para su madre. No lo he visto mucho, pero he estado ayudando mucho con Lucy.

Hoy, mientras Jin y su mamá estaban en el trabajo, llevé a Lucy a mi casa para hacer galletas con mi mamá. Se divirtió, pero me di cuenta de que deseaba que fuera su propia madre. Odio eso para todos ellos.

No es justo que Jin tenga dieciocho años y trabaje hasta el cierre en Nochebuena, pero es lo que hay. Lucy y yo atravesamos las puertas automáticas de la tienda de comestibles y enseguida vemos a Jin reponiendo los estantes. Parece cansado y sé que está harto de la música navideña que suena en los altavoces.

Lucy corre hacia él y lo abraza con un chillido, y él se ríe, casi derribado por la pequeña.

—¿Qué están haciendo aquí?

—¿Cuándo vas a volver a casa?—gime adorablemente. —No podemos perdernos a Papa Noel, y ya está oscuro.

El invierno y su maravilloso y oscuro abismo. Echo de menos el sol.

Jin la abraza y luego la suelta, entregándole una caja para que la añada a la estantería, como ha hecho muchas veces cuando lo visita.

—Ya casi he terminado, y no te preocupes, Papa Noel no llegará hasta dentro de unas horas—. Se vuelve hacia mí, con esos malditos hoyuelos que saltan cuando me sonríe. —Gracias por cuidarla hoy.

Es raro que ambos trabajen, pero cuando lo hacen, no me importa en absoluto pasar el rato con Lucy.

—No hay problema—digo, cogiendo un par de cajas para ayudar también. —Pareces cansado.

—Alguien me mantuvo despierto anoche—dice tímidamente, y una sensación de calor inunda mi cuerpo, sabiendo que yo soy ese alguien, y que no fue sólo quedarse despierto toda la noche hablando. Hubo charla, pero también hubo su boca. Sus manos. Su cuerpo caliente presionado contra el mío, retorciéndose juntos en su cama.

Mierda, no te empalmes en medio de la tienda.

—No lo siento—digo, y su sonrisa sólo se amplía. Últimamente hace eso más, me doy cuenta. Como si el hecho de poder contarme su secreto lo hubiera liberado en cierto modo. Y maldita sea, si eso no me hace sentir como un rey.

—Chicos—. Levanto la vista justo a tiempo para ver al entrenador acercarse a nosotros con LeAnn a cuestas.

—Hola, entrenador—digo, sorprendido de verlo fuera. La tienda está muerta. La mayoría de la gente está metida en sus casas por las vacaciones.

—LeAnn—digo, ofreciéndole una cálida sonrisa. Siempre me ha caído bien, y aunque Kennedy me odia a muerte, LeAnn se ha portado bien.

—¿Qué hacen todos fuera en Nochebuena?—. Nos mira con preocupación y con la autoridad que sólo el entrenador puede tener.

—Trabajando—dice Jin desafiante. Al entrenador nunca le gustó que tuviera un trabajo aparte del fútbol y la escuela. Siempre dijo que si interfería con alguno de los dos, tendríamos un problema, pero Jin nunca tuvo ningún problema. Lo maneja todo bien. De alguna manera. No tengo ni idea de cómo lo equilibra todo, pero lo tiene claro.

El entrenador gruñe, y LeAnn pone los ojos en blanco, agachándose para saludar a Lucy, que se sonroja cuando LeAnn comenta su bonito vestido.

—¿Mantienes a raya a estos chicos?

—Por supuesto—afirma Lucy, y no hay duda de que nos tiene a los dos envueltos en su pequeño dedo.

—Esa es mi chica—. Choca los cinco con Lucy y se levanta, con los ojos puestos en mí. —¿Kennedy ya te ha llamado sin parar?

My best friend, my worldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora