La presión en mi abdomen me acompañaba día con día, a pesar de haber asumido que las cosas serían así de ahora en adelante, no significaba que lo hacía más fácil para mí.
Logramos sobrevivir una semana en el pueblo sin levantar sospechas, Arturo se encontraba mucho mejor, a pesar de presentar una infección en su herida, la cual fue tratada a tiempo por Kali.
La guardia logró convencer a Ciro de permanecer con nosotros, pero en una de sus excursiones fue reconocido gracias a los múltiples anuncios que se encontraban en las paredes de cada edificio.
Este anuncio incluía un retrato de cada uno de nosotros, así como una ambigua descripción, siendo el de Ciro el más acertado, seguido por Arturo y Kali, mientras que mi retrato no se parecía a mí, cosa que me aliviaba, más no me hacía bajar la guardia.
Todo esto causó que Ciro, en un arrebato, causara una profunda herida en su rostro, arriesgando la vista de su ojo derecho, así como su propia vida.
Apenas habíamos controlado su estado cuando se despertó y ordenó su entrega, acusándonos de traición al no cumplir su orden, pero luego cayó inconsciente por la fiebre.
En ese momento me encontraba mojando un paño, era el quinto día desde la herida autoinfligida de Ciro, y parecía sanar rápidamente, pero no podía dar nada por sentado.
Era apenas el mediodía, hace varias horas Kali y Arturo habían salido, seguramente en busca de información que nos ayudara a trazar un plan.
El absoluto silencio tan solo me hacía recordar el momento en que Ciro produjo su herida, jamás podría olvidar sus gritos mientras una gran cantidad de sangre salía de su rostro, desde su ceja hasta su mejilla, casi en la comisura de su labio.
Sentía una gran incomodidad al verlo, pero me animaba estar para él, dormía casi todo el tiempo, pero ya había recobrado la conciencia.
Cuando me senté junto a él lo encontré observándome.
—Ciro, me da gusto ver que estás despierto, ¿quieres comer algo?
Me asintió, con cansancio, yo le sonreí.
—Bien, primero debo vendarte, tu herida va en buen camino, debo decir que mi sutura no desfigurará tu rostro. —Sonrió, pero de inmediato dejó de hacerlo, con un quejido, yo dejé el paño en el cuenco y me acerqué a él.
Tarareé una suave melodía mientras envolvía la mitad de su rostro con la venda, había adoptado ese hábito, así como mostrarme más abierta y alegre con Ciro.
No me molestaba hacerlo, me sentía un poco más yo misma, más libre.
—Creo que pronto podrás lucir tu rostro, muchas jovencitas caerán a tus pies —bromeé un poco, al terminar el vendaje le ofrecí la comida que le habíamos preparado, ya podía comer por su cuenta, pero aun así me mantuve junto a él.
—Gracias —murmuró entre bocados, yo le sonreí, cada día me agradecía por mis atenciones, por lo que me estaba acostumbrando.
—No hay de qué, es un placer ayudarte. —Sonreí, con mis labios cerrados, no me gustaba enseñar mis dientes.
—Nisha... Sin ti habría muerto.
Mi sonrisa se esfumó de mi rostro, negué con la cabeza, era cierto que en ese momento nos encontrábamos a solas, pero a fin de cuentas solo hice lo que cualquiera haría.
—Ciro, lamento no haberte consolado, aquel día... No sabía qué querías oír.
Vi como su expresión transmitía una profunda tristeza, dejó a un lado su comida, y yo rápidamente la dejé en el mueble donde estaba el cuenco.
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Lᴏ ϙᴜᴇ ʜᴀʏ ϙᴜᴇ ʜᴀᴄᴇʀ
JugendliteraturNisha era una simple cuidadora de un invernadero, ¿qué haría la reina en un lugar como ese? ¿Qué querría de Nisha? ❁Importante❁ No estoy romantizando los matrimonios forzados, estoy totalmente en contra y creo que cada quien debe escoger su propia v...