Las estaciones pasaron una por una. Realicé varías misiones alrededor de la nación, estuve en la graduación de Azula, Ty Lee me enseñó a caminar con las manos (y vaya que es muy complicado), fastidie a Zuko y Mai (Nunca me gustó la pareja que hacían, pero era divertido ver cómo se enojaban), por otra parte, perdí completamente el contacto con mis padres, por más que yo les mandé cartas nunca me respondieron y Ozai tampoco me permitió regresar a la isla Ember. Y fue así que sin darme cuenta, pasaron 3 años de mi vida, y para mi desgracia, fue en este punto dónde el destino me empezó a gastar malas bromas, y sin que yo quisiera, el camino se torció.
Una mañana como cualquiera, llegó una noticia que afligió a toda mi patria. Al parecer el almirante Jeong Jeong, quién era el líder de la marina y uno de los principales dirigentes que aconsejaban a Azulon, había decidido dejar de apoyar a la nación del fuego en la guerra. Esto fue un golpe directo al ego de mi patria, ¿Cómo era posible que alguien se atreviera a huir de sus responsabilidades? Aquel almirante no era más que un cobarde que había perdido todo su honor. O eso pensaba en aquel entonces.
Tan rápido como se supo está información, se trató de localizar a Jeong Jeong para hacerlo pagar por sus actos carentes de valor. De esta forma se colocaron en todos lados carteles de "se busca", marcándolo como el primer desertor de la guerra.
El primer inconveniente que provocaba la ausencia de Jeong Jeong se estaba solucionado. Ahora tocaba dar una resolución definitiva al segundo problema, que era mucho más urgente e importante. ¿Quién iba a ocupar su lugar en la gran mesa de operaciones? Se tenía que buscar un sustituto tan rápido como fuera posible, por lo que Azulon comenzó una evaluación exhaustiva para ver quién sería el elegido.
Esa mañana se notaba la tensión en el ambiente, había más guardias en la finca real de lo acostumbrado. Supongo que era por si acaso el desertor tuviera la intención de hacer algún tipo de ataque al señor del fuego.
Yo ni me había quitado la pijama, cuando uno de los sirvientes de Azulon fue a buscarme a mi cuarto. No tuvo que decir una sola palabra, yo sabía a qué venía. Un par de minutos después, estaba en la sala real frente al señor del fuego. En un principio no supe que esperar, puesto que solo hubo silencio en el lugar. La situación permaneció de esta forma, hasta que el anciano frente a mi hizo un ademán con la mano dándome autorización para acercarme a él.
– Creo que no tengo que explicarte el por qué estás aquí. Y tampoco he de recordarte que lo que te diga, no puedes mencionarlo a nadie.–
Como respuesta solo asentí.
– He estado buscando a alguien de confianza. Se que no tienes tanta experiencia como el resto, pero en tus misiones has mostrado un gran potencial. También creo que hace falta sangre nueva en la dirigencia de ejércitos, aunque volvemos al punto inicial. No sé si puedo confiar en una niña.– Al terminar se enderezó ligeramente y fijo su mirada en mi esperando una respuesta.
Era impresionante lo penetrante de su mirada, no pasó ni medio segundo, y ya me había puesto la piel de gallina. Respiré hondo para canalizar mis nervios.
– Siendo sincera su alteza, no tengo motivos para negarme a cualquier petición que haga usted, después de todo, me ha dado un techo y comida de sobra. Es por usted que recibí estudios para controlar mis poderes. He incluso me ha tratado como un integrante más de su familia. Por ello que lo mínimo que puedo hacer a cambió es guiar a nuestra gran nación a la victoria, si así lo desea.–
Ni siquiera hoy en día, sé cómo sentirme con respecto a aquellas palabras. Es cierto que en esos días me sentía agradecida con Azulon, él me quitó las restricciones que me había puesto Ozai, y fue una de las pocas personas que no me trataba como una niña cualquiera, al contrario me mostraba mucho respeto. Pero por otro lado, el hecho de entregar mis fuerzas e ideas para provocar masacres en la guerra a nombre de él, se que estuvo mal de tantas formas.
El hombre mayor solo se acarició la barba, a la vez que analizaba mis palabras una, por una. Yo no sabía que esperar, en cierto punto era verdad que yo no tenía experiencia en el frente de batalla, solo había hecho misiones de vigilancia, de cobradora de impuestos, translado de prisioneros, y por culpa de Lu, de mensajera. Es claro que tampoco era una niña normal, sino que era considerada la mejor de toda la nación, y no lo digo para sonar narcisista. Por lo que era cuestión de tiempo para que entrará al ruedo y demostrar de que estaba hecho en la primera línea.
– Voy a pensarlo, pero mantente atenta. En cualquier momento puedo necesitar tus servicios. Puedes retirarte.–
Tan rápido salí de la sala real, me fuí en busca por algo de comer. Al no haber desayunado, solo sentía como se me movían las tripas. Entré a la cocina, ahí siempre había un frutero lleno hasta el tope, tal vez encontraría algo que me entretuviera el hambre. Para mí sorpresa, esa mañana estaba vacío.
– Mierda. –
– Es de muy mal gusto decir groserías, acaso Ursa no te enseño nada.– Fue la frase que se abalanzó a mi oído. En el fondo pude percibir un cantadito cínico. Inmediatamente supe de quién se trataba.
Al dar media vuelta, me topé con sus hermosos ojos ámbar. La princesa jugueteaba con una manzana que se veía exquisita.
– Mira quién lo dice.- Respondí con sarcasmo. – ¿Te vas a comer la manzana?– El hambre, es el hambre. Y ya me estaba ganando el mal humor.
– ¿Me vas a decir que te dijo mi abuelo?–
– No puedo, es clasificado.–
Azula hizo una cara de desinterés. Para después llevar la manzana cerca de su cara, y oler la fruta de manera suave.
– Bueno... Supongo que la manzana también es asunto clasificado.–
– Deja de bromear y ya dame eso.–
Trate de arrebatarle la fruta, pero Azula fue más veloz y dio varios pasos hacia atrás.
– No te voy a dar nada hasta que me digas que pasó.–
Agache la cabeza para meditar las cosas, sabía que si no le decía iba andar de insistente todo el día o a la larga se acabaría enterando. Sin mucho más que hacer, le expliqué a secas lo ocurrido. Ella me brindó una expresión que no supe, y tampoco ahora se como interpretar. Era una mezcla de felicidad, pero con cierto recelo en el fondo. Se dió media vuelta y se marchó, no sin antes aventarme la manzana en la cabeza. En todo el día, y los siguientes, no me dirigió la palabra, nunca entendí el por que.
Casi una semana después, los guardias regresaron a mi habitación, pareciera ser que Azulon ya había tomado una decisión.
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Avatar la leyenda de Aang: La historia jamás contada.
AdventureTodos sabemos la historia de cómo el avatar, y su equipo, derrotaron al señor del fuego. Pero cualquiera de los testigos de la guerra de los cien años, tienen algo que contar. Aiko, una joven maestra fuego, vivió desde otra perspectiva estos acontec...