Semana número 20. Después de tantos golpes por parte del maniquí, aprendí a respirar adecuadamente. Diría que me convertí en la "vela", desde entonces, mi tutor me puso a trabajar mi fuego control con ayuda de varios pergaminos.
Fue en ese punto cuando todo cambio. Sin tener que esforzarme mucho, podía realizar los movimientos a la perfección. Con el poco tiempo que llevaba en la academia, era capaz de igualar e incluso superar a cualquier maestro fuego de ese momento.
Parecía todo miel sobre hojuelas, solo que durante los últimos días, sentía que alguien me seguía. Sin importar en dónde estuviera, tenía está sensación de ser observada.
Una tarde, mientras meditaba sola, llegó un punto en el que no pude concentrarme. En el ambiente, algo no estaba en su lugar, por más que le diera vueltas en mi cabeza no lograba entender que era. Traté de ignorarlo, no funcionó. Azote una de mis manos, en el piso de madera, como señal de frustración. Un chillido ahogado, sonó detrás de mi.
Sin dudar, miré los soportes cilíndricos, ubicados en mis espaldas. Un corto mechón de pelo negro se asomó. Me acerque despacio, y di la vuelta para ver quién se encontraba del otro lado. Una niña, posiblemente de mi edad o más chica.
¿Qué se supone que hacía en la academia? Ya sé que dije que era como de mi edad, puede ser un tanto irónica mi pregunta. A lo que me refiero es que yo fui seleccionada para estudiar las artes del fuego, y no creí en su momento, que ella también fuera una prodigio. Ya que, si fuera el caso, sería mi compañera. Cosa que no era... En aquel entonces.
La examine de pies a cabeza. Poseía ropa que le quedaba algo grande, de color rojo (Por qué toda la ropa de mi nación tiene que ser así, por su puesto). Tenía 2 mechones de pelo que le llegaban a la quijada, uno por cada lado. Sus ojos me detuvieron, tan profundos e hipnóticos. Unas joyas de color ámbar con un brillo único, siempre fueron capaces de cautivarme y hacerme sentir vulnerable ante su mirada. Estos combinaban con unos labios carnosos, tan, pero tan sex-...
A ver, a ver, creo que me estoy desviando de la historia. El punto es que me quedé mirandola un instante, hasta que reconocí el emblema que llevaba en el pelo. Era de la familia real. Me arrodillé ante ella, en forma de respeto.
– Le pido una disculpa princesa, no la reconocí.– De todos modos, nunca la hubiera podido reconocer, por qué era la primera vez que la veía en persona.
Este momento lo guardo con mucho cariño en mis recuerdos. La persona frente a mi, me hizo llorar, reír, enojarme, preocuparme e incluso, después de todos los acontecimientos de la guerra de los 100 años, sigue enamorándome. Mi princesa, mi dueña, mi querida Azula.
Dió unos pasitos para atrás. Esa expresión tímida de su parte, me llenó el corazón de ternura. Sin querer, una sonrisa se me escapó.
Antes de continuar, quiero aclarar algo. Se que para muchos, por sentido común o mera lógica, "Azula" y "tímida" no pueden ir en la misma oración. Pero he de argumentar que ella no solo es un saco de cinismo y sarcasmo. Es una gran persona, solo le cuesta expresarse. No estoy diciendo esto para defenderla o algo por el estilo. Bueno, quizás un poquito, pero solo un poquito. Ya no importa, voy a proseguir.
– ¿De qué te ríes?– Dejando de lado el tono hostil en el que lo dijo. Su postura en forma de berrinche, era muy linda.
– No me estoy riendo, es... Solo que me alegra que alguien de la familia real me honre observando mi entrenamiento.–
– Mentirosa, y de las malas. Te reíste de mi, lo sé.– Esa habilidad para leer a las personas como libros abiertos, es algo que sigo admirando de ella.
– Entonces, ¿No niegas que me estabas viendo?–
Calló directo en la trampa. Su rostro enrojecido de vergüenza, me dió la respuesta que quería.
– N-no es cierto, solo pasaba por aquí y ya.– Normalmente es muy buena mintiendo, no tengo idea de que le pasó en ese momento.
– Azula, te he estado buscando por todos lados. Tenemos que hablar muy seriamente señorita. ¿Por qué haz faltado a tus clases las últimas semanas?– Ursa, apareció en la escena soltando todo de golpe. Al verme, cambio su actitud por una más calmada.
– ¡MAMÁ!– Enfurecida, soltó Azula el grito. Su propia madre la echó de cabeza. Quedando resuelto el misterio de la persona que me estubo siguiendo durante ese tiempo.
– Nos vamos a la casa ahora.–
–No quiero. Tú no puedes decirme que hacer. Por qué mejor no vas con tu hijo "El favorito". –
Ursa estaba que se la llevaba el carajo. Con fuerza tomó a la princesa por la muñeca y prácticamente la arrastró por toda la sala de entrenamiento. Azula, le daba varios manotazos tratando de escapar, pero no le sirvieron de nada. Ambas salieron de la habitación, entre gritos.
Así siempre fue su relación. De regaños, discusiones, peleas. En veces me siento culpable, creo que debí de hacer algo para cambiarlo. Tuve las oportunidades, y no tomé la iniciativa jamás.
El sol se escondía y la luna hizo presencia. Mi ángel guardián fue a verme de nuevo. Esta vez no fue sola, dos mujeres estaban a sus espaldas.
– Perdón por la escena que hizo mi hija, ya te había dicho que era un poco difícil.–
– No se preocupe, ¿Quienes son ellas?–
– Ella es Zhu.– señaló a la de su derecha. – y ella es Lin.– mostrando a la otra. – Son mis ayudantes. Están aquí para cargar tus cosas, por qué apartir de hoy vivirás en mi casa. ¿Te gusta la idea?–
Brinque de emoción. Por fin dejarían irme de este lugar. Ya no tendría que dormir en las colchonetas de entrenamiento, que huelen a sudor, patas, muerte y destrucción. Podría ver a Ursa todos los días, y estar más cerca de... Ustedes saben.
Durante el viaje, pregunté el motivo de todo el show. Resulta ser, que Ursa se fue a quejar con Azulon, respecto a mi estilo de vida. En primera, sorpresa para mí, no tenía idea de que Azulon seguía vivo. No me pueden culpar, yo era muy pequeña, sumado a que no podía salir de la academia. Así que no recibía información del exterior. Y el señor ya estaba muy anciano.
La cosa es que, Azulon le metió tremenda regañisa a Ozai. Y como castigo, yo, tendría que vivir en la finca real.
Llegué a mi cuarto asignado. Parecía que las clases de Iroh no me sirvieron de nada, en ese instante se me olvidó como respirar. Era una habitación, que por su tamaño, parecía una casa completa. Fui directo a la cama, era tan suave y cómoda, qué no tardé mucho en soltarme a roncar. Así empezaría un cambio en mi estilo de vida y en mí destino.

ESTÁS LEYENDO
Avatar la leyenda de Aang: La historia jamás contada.
AventuraTodos sabemos la historia de cómo el avatar, y su equipo, derrotaron al señor del fuego. Pero cualquiera de los testigos de la guerra de los cien años, tienen algo que contar. Aiko, una joven maestra fuego, vivió desde otra perspectiva estos acontec...