Hora 21:40
- Esto no está bien. No está nada bien.
Arnold intenta forcejar, sin ningún éxito, con el pomo de la puerta.
- Quizás haya sido una corriente de aire.- Intento tranquilizarlo.
- Eso es imposible. Aquí no hay ventanas como para que tal cosa suceda. Nos hemos quedado encerrados, Yoohyeon.
Hasta yo sé que la misteriosa hazaña no la había provocado el viento. Sabían que íbamos a venir aquí. Que yo había visto a Handong.
- Vale, probemos a buscar entre todos estos trastos. Tiene que haber algo que nos pueda servir de ayuda.
Rebuscamos entre las estanterías, cajas, bandejas... Nada de nada.
Lo único que encuentro es un cajón con herramientas. Un poco vieja y desgastada. La abro con esperanzas de hallar alguna llave, algún utensilio que pudiese echarnos una mano a salir.
Tampoco.
Antes de guardarla, sin embargo, me guardo una llave inglesa en el bolsillo del pantalón. No tengo nada con qué defenderme. Y mis puños tampoco es que hallan partido muchas narices hasta ahora.
Más bien al contrario. Sin ella posiblemente la mía correría peligro.
- Creo que tengo una idea.
Arnold saca una cartera de piel de su bolsillo. De ella, extrae una pequeña tarjeta de crédito y la introduce por la ranura que hay entre la puerta y el marco.
- En teoría, si la deslizo por el pestillo y hago un poco de fuerza, debería ceder...
Dobla un poco la tarjeta, apoyándose en el pomo y haciendo presión con todo su cuerpo. No tengo mucha fe de que aquello funcione correctamete. Probablemente se rompa antes de abrirla...
Para mi grata sorpresa, la puerta cede y consigue salvarnos.
- Voy a cambiar de profesión para ser ladrón.
- Sabía que podía confiar en tí.- le dedico una sonrisa.
Me ha callado la boca.
No nos demoramos más y salimos pitando fuera a vestíbulo. Allí nos encontramos a Bradley, dando en vueltas en círculos, cerca del mostrador.
- ¿Qué ocurre, Bradley?- pregunto.
- ¡¡Por fin os encuentro!!- Se dirige hacia nosotros a paso rápido- ¡¿Se puede saber donde narices estábais?! ¡¡Te dije que no te movieras! ¡Y tú,- señalando el pecho de Arnold.- que la cuidaras para que no se escapara!
- Lo siento, señor.- Se disculpa, avergonzado.
- Han desaparecido los teléfonos. No encuentro uno sólo por todo el hotel.- Reanuda su caminar nervioso.- Ni aquí, ni en mi habitación, ni en ningún aldo. Los han escondido.
Los planes cada vez empezaban a complicarse más.
Pero en momentos de crisis, dicen que uno agudiza el ingenio. Y así me pasa.
- Me acabao de acordar. Puedes subir a la mía.- Saco la llave y se la ofrezco.- Empecé a cerrarla para que no pudisen entrar. Seguramente no se hayan llevado el teléfono de ahí.
Él la coje, asegurándose que sea de la habitación.
- Bien pensado. ¿Sabéis cómo le va a Jiu? No la he visto desde que nos separamos.
Un mal presentimiento me invade.
- ¿Cómo que no la has visto? ¿No debería estar también por aquí?
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El Hotel Maudit
Fiksi PenggemarUn desfile de personajes enigmáticos se hospedan en el Hotel Maudit. Un hotel que, de la noche a la mañana... Se convirtió en un agujero abandonado. Bajo su techo se esconden crímenes y pasiones. Pero, también, el secreto de una familia desaparecida...