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Hola!

Nos leemos de nuevo jejeje

¿Cómo será una post-rutina con Leo?

A leer!

~°*†*°~+~°*†*°~

La impresión que tuvo Lionel al recobrar la consciencia y ver el estado en el que estaba Cristiano, era algo que no deseaba volver a sentir. El omega se veía casi irreconocible: repleto de mordidas, de chupetones e impregnado en el aroma del alfa. Si bien en el fondo se sentía satisfecho y hasta orgulloso de sí mismo, la realidad era que había llevado al límite a su esposo. Al dar un vistazo a la habitación y prestar mayor atención a las sábanas, se pudo imaginar todo lo ocurrido y sintió terror.

¿Qué tanto le había hecho a Cristiano? No quería pensar en eso y agradeció no tener recolección de esos momentos.

En cuanto intentó incorporarse, las articulas crujieron y los músculos tuvieron unos cuantos espasmos. Mierda, se notaba a leguas que ya no poseía el vigor de la juventud. Quizás en los veinte esto habría sido menos doloroso, pero a mitad de los treintas y con unas cuantas lesiones encima, no era lo mismo.

Se obligó a ponerse de pie y comenzar a limpiar el lugar. Al salir vio que el resto del departamento estaba marcado como su territorio. En un vistazo vio que el resto de la estancia estaba en orden y al llegar a la cocina se encontró con unos cuantos vasos rotos en el fregadero. ¿Por qué? Bueno, luego lo averiguaría, primero barrería los cristales. Oh, tenía que ponerse zapatos. Mmm, las sandalias sonaban a una mejor opción.

Se aguantó el dolor de espalda y caderas, también ignoró el temblor en las piernas y el escozor en los hombros. Esto le recordó que habían comprado un botiquín y que este se encontraba en el baño.

Mierda. Mierda. Mierda, mierda, mierda.

¿Quién era esa persona reflejada en el espejo? ¿Era él? ¡Mentira! ¡Parecía como si la rutina le hubiese quitado años de vida! ¿Cris estaba igual? No lo recordaba, se había enfocado más en lo magullado y abusado que se veía.

Se tomó un par de pastillas para el dolor para luego regresar a la habitación. El omega seguía en la misma posición en la que le había dejado: hecho ovillo en el centro de la cama. Estuvo a punto de dejarlo así, pero pensó en lo incómodo que se sentiría el otro si despertaba así como estaba.

A nadie le gustaba sentirse pegajoso y apestando a quien sabe que tantos fluidos.

Dado a que no había una bañera, Lionel se limitó en llenar un cuenco con agua tibia y tomar una toalla de manos para así asear tanto como le fuera posible a su esposo. Lo hizo con movimientos suaves, retirando todo rastro de fluido seco con la prenda húmeda. Tuvo que usar otra toalla para lavar el ano enrojecido y ligeramente inflamado.

Al ver la mordida en el cuello de Cristiano, no pudo evitar sonreír y derramar unas cuantas lágrimas. Al fin habían sellado sus vidas, luego de poco más de una década danzando entre ellos. Y Lionel amó cada instante porque, de no haber sido por esas experiencias, no habrían llegado a estar juntos. O quizás sí. No había una respuesta certera, pues ellos habían tomado uno de los tantos caminos disponibles y estaba bien.

Porque ambos se amaban.

.

Cristiano jamás se sintió tan mimado por su esposo como cuando despertó luego de haber caído inconsciente durante la última monta. No solo fue aseado, sino que fue atendido como un rey los días que estuvo recuperándose luego de la cogida del siglo. La edad le abofeteó por completo al tener dificultad para siquiera levantar un brazo. El cuello le dolía horrores y había una gasa cubriendo la mordida.

El matrimonio permaneció recluido en el departamento hasta que el portugués fue capaz de caminar distancias cortas y pudieron ir al hospital más cercano para atender mejor la mordida vinculante además de una revisión general que sería enviado al doctor personal de Cristiano y ginecóloga.

Al cabo de dos días recibieron una videollamada de parte de la ginecóloga:

—Así que decidieron dar ese paso —dijo ella con tono pícaro y una mirada sugestiva.

—Sí y no sé si arrepentirme —replicó Cristiano.

La doctora rio antes de colocarse los lentes y adquirir un aire más profesional.

—Bueno, será la primera y última vez que experimentarás una rutina completa de parte de tu esposo, Cristiano. Tu cuerpo fue sometido a un desgaste descomunal. Por una semana nada de ejercitarse, quizás una caminata diaria, pero nada con pesas o que sea de alto impacto. Necesito que te tomes unas vitaminas y mantengas limpia la herida hasta que cicatrice. Prohibido el sexo por penetración, necesitamos que tu cuerpo se recupere. Recomiendo dieta blanda, mucha agua y fomentos de agua caliente en la nuca, hombros, espalda baja y vientre. ¿Entendido?

—¿Solo eso? —cuestionó Cristiano con cierto hastío. Tenía mucho sueño.

—No, ¿está por ahí Lionel?

—Hola, Agatha...

—En tu próxima rutina, si la van a pasar juntos, es de suma importancia que te inyectes el supresor.

—Agatha...

La doctora ignoró el tono amenazante de Cristiano.

—Dado a que es una rutina severa-media, puede ser peligrosa para un omega maduro, por tanto, hay que tomar ciertas precauciones, ¿de acuerdo? Y esto no solo lo digo como aguafiestas, Cristiano, sino porque tu cuerpo sigue desintoxicándose y si podemos evitar someterlo a más estrés, pues no queda de otra.

Gracias a Agatha, Lionel no daría su brazo a torcer para no inyectarse en el futuro por mucho que le rogase.

Era probable que Cristiano era masoquista o le gustaba tentar a la suerte, porque no había explicación coherente para tal insistencia que el alfa aprendería a redirigir conforme pasasen los años.

El tiempo pasó, ellos regresaron de su luna de miel y decidieron quedarse en una propiedad de Lionel en Barcelona. Sobre todo, porque Agatha vivía en España y era quien daba seguimiento a la salud del portugués.

La recuperación fue lenta, en especial la mordida. Nadie hablaba de lo complicado que era dormir con un cuello herido o de lo incómodo que era tener una gasa para evitar infecciones. Todos se enfocaban en el lazo invisible que los unía, en lo especial que era percibir los estados de ánimo de la pareja o lo completos que se sentían ambas partes cuando estaban juntos.

Sí, todo muy lindo, pero ¡¿qué había del puto dolor?! ¡¿Eh?!

Ah, maldición. Toda esta situación lo ponía de malas con frecuencia ni hablar de los repentinos antojos de cosas dulces y saladas. Con regularidad se compraba golosinas o le insistía a Leo que le consiguiera ciertas frutas o platillos. Comportamientos que no le hicieron cuestionarse si en realidad eran producto de la mordida y el estado en el que quedó luego de la rutina del alfa o si se debía a otra cosa.

¿Eh? ¿Que por qué dormía tanto? ¿Era raro que un hombre convaleciente durmiese más de las ocho horas? No, Leo, solo estaba cansado, no estaba enfermo.

De acuerdo, iba a hacerse esos análisis de rutina solo para demostrarle a su alfa que todo estaba bien con él.

—Felicidades, Cristiano, estás embarazado —anunció Agatha en el consultorio con una sonrisa cálida.

Él...

Él estaba...

Las manos las colocó sobre un abdomen aún marcado, el lugar en el que crecería su bebé...

Un bebé.

Un bebé de él y Leo.

Un. Bebé.

~°*†*°~+~°*†*°~

¿Y bien? ¿Quién más creyó firmemente que habría bebé luego de tremenda cogida en el capítulo anterior?

Igual, ya se lo imaginaban por las advertencias, PERO no sabían cuándo aparecería, ¿o sí? jojo

Meno, pues dos capítulos para cerrar esta historia uwu

Cuídense!

AliPon fuera~*~*

Querido (des)conocido - [Cristessi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora