Capítulo 5: La traición

38 13 0
                                    


–¿D-de qué hablas? –tartamudeó Antonio, abriendo el papel arrugado.

Era una hoja de cuadros, frágil y quebradiza. Se podía ver anotada en ella una complicada fórmula con diferentes elementos y sustancias que Antonio identificó enseguida.

–Tienes razón... ¡esta es la segunda fórmula del Proyecto! –Antonio sujetó el papel frente a sus ojos, encendió la lámpara de pie y lo colocó bajo su luz amarillenta. Finalmente, reafirmó su idea–: Sí, no hay duda alguna. E-es la segunda fórmula...

Alfonso sonrió satisfecho por su trabajo.

–¿Qué significa esto? –preguntó Antonio, clavando su mirada en los ojos de Alfonso.

–No estoy seguro. Tengo algunas teorías...

–¡Dímelas! –rogó Antonio.

–Vale, vale –respondió Alfonso, levantando las manos–. Estuve oyendo el interrogatorio que te hizo Ana. Ya sabes, en el que hablabas de John. Me centré principalmente en la parte en la que hablabas de cómo era. Decías que era reservado, responsable y desconfiado en cuanto al Proyecto Hydra se trataba, ¿me equivoco?

>>Pues estuve pensando. El arma con la que mataron a Álvaro, una Colt M1911, solo la tenía John en un radio de cincuenta kilómetros. Pero entonces él presentó los billetes, que hemos descubierto que son falsos... En conclusión, John debió matar a Álvaro, ¿no?

Antonio asintió repetidamente.

–Creo intuir por a dónde quieres ir a parar. Si Álvaro tenía la fórmula número dos en el bolsillo fuera de nuestras instalaciones, es que iba a hacer algo con ella. Algo no permitido; algo que nos perjudicaría. Y John lo sabía.

Alfonso sacó un cuaderno y comenzó a anotar lo que hablaban para intentar hallar una relación.

–John mató a Álvaro. Álvaro tenía un papel con la segunda fórmula... –masculló para sí.

–La fórmula era muy complicada. No creo que se la supiese de memoria –murmuró Antonio, mirando fijamente el trozo de papel–. Ni siquiera yo reconozco todos los elementos.

–Entonces debió de copiarla dentro del edificio –resolvió Alfonso, apuntándolo en su libreta.

–Exacto. Y John debió verlo, y sospecharía algo. Así que le siguió... –continuó adivinando Antonio.

–Y descubrió lo que iba a hacer con la fórmula –terminó Alfonso–. Pero, ¿por qué llevaría su pistola encima?

–Ya se imaginaría lo que iba a hacer Álvaro. John era muy perspicaz –respondió Antonio.

–¿Se te ocurre qué podría querer hacer con esto? –preguntó Alfonso, señalando el papel arrugado.

–Muy probablemente... –Antonio suspiró–. Muy probablemente se lo quería vender a una empresa enemiga.

–Entonces, ¿John mató a Álvaro para que no pudiese vender la fórmula?

–Ajá... Y luego sacó unos billetes ese mismo día para poder tener una coartada.

–Y se quitó de en medio unos días para dar el pego –finalizó Alfonso, con una sonrisa por haber logrado desentrañar el misterio.

–¿Y guardará esto relación con la muerte de John? –preguntó Antonio.

–Seguro... Pero no consigo encontrar el motivo. –Alfonso se rascó la cabeza, pensativo, y se llevó el bolígrafo a los labios.

–Tenemos que averiguarlo cuanto antes. Necesito volver al trabajo, Alfonso –rogó Antonio–. Dile a Laura lo que hemos descubierto para acelerar la investigación...

Proyecto HydraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora