14. Venganza. Parte 2

225 17 2
                                    

Tenía una venda sobre mis ojos, mis manos estaban atadas a mi espalda y me encontraba sentada en una silla de metal

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Tenía una venda sobre mis ojos, mis manos estaban atadas a mi espalda y me encontraba sentada en una silla de metal. Mis pies al igual estaban atados fuertemente al frío metal de la silla.

Quería saber si había alguien conmigo, por lo que guardé silencio tratando de notar algo inusual. El sonido de la puerta abriéndose me hizo girarme hacia donde me percaté que venía el sonido.

Moví mis manos en un inútil intento por liberarme aunque sabía que no podría.

—Hola de nuevo, muñeca —la asquerosa voz de McGregor retumbó en mis oídos—. ¿No vas a saludar? Eso es muy maleducado, Camille. Te hemos tratado bien y espero recibir el mismo trato de tu parte.

—Púdrete —escupí con odio.

—Igual de bocaza que siempre. Una dama no debería usar ese lenguaje tan... Denigrante —sentí como sus manos acariciaban mi rostro y la repulsión ante su tacto—. Recuerdo haberte enseñado modales.

Hubo silencio de mi parte. Mi respiración se agitó de manera desmedida. Pero hice mi mayor esfuerzo para que no se notara nada, probablemente fallando.

—La última vez que nos vimos tu pecho subía y bajaba con la misma intensidad —sentí el filo de una navaja pasar por mi cuello sin hacerme daño—. Pero supongo que aquella ocasión era por la adrenalina, en cambio ahora es miedo.

Casi me solté a reír en su cara.

—No eres suficiente para provocarme miedo.

La navaja siguió bajando hasta el inicio de mis pechos. Sentí un ligero corte, muy pequeño que casi no provocó dolor en mí, pero sí incomodidad y más cuando una gota de sangre se deslizó hasta perderse en el interior de mis pechos.

—Cada que obtenga una respuesta que no me gusta, será un corte más para tu preciosa y delicada piel, Mon amour.

—¿Solo uno? —Inquirí con burla—. Estás bastante flojo. Estar tanto tiempo postrado en una cama sin hacer nada te ha afectado.

Hubo un segundo corte más profundo y agresivo en mi clavícula. Ese si dolió, y dolió como el infierno pero me aguanté el grito que hubiese soltado de no ser porque James estaba aquí.

—No tienes ni idea de lo que estás metida, ¿no es así? —susurró contra mis labios.

Una arcada me invadió y eché la cabeza hacia atrás. Él tomó mi cabello y me hizo estampar mi boca con la suya. Apreté mis labios tanto como pude por su invasión. Me removí histéricamente en la silla hastiada por tenerlo sobre mí.

Al final abrí mis labios para dejarlo entrar y mordí agresivamente su labio hasta que sentí su sabor metálico en mi boca.

Él se alejó de mí inmediatamente y después me giró la cara de una bofetada. La molestia ni siquiera me permitió sentir el dolor que debería sentir.

Verdad (Saga CM #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora