6. Débil ☆

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TW: Mención de aut0lesion3s y problemas alimenticios.

Con risas de por medio, mantuvieron una muy linda charla mientras Jorge dibujaba y Diego pintaba.

-Jorgee, estoy un poco cansado... - mencionó el mayor resfregando sus manos contra su rostro.

-Hm, quieres irte a tu habitación a descansar o dormir? - preguntó el de rulos, bastante comprensivo.

-Creo que si... Me la pasé muy bien contigo! Eres... Lindo. - Diego estaba inseguro si debía decirlo, al fin y al cabo era un simple cumplido, pero lo que realmente sentía en el fondo era mucho más profundo.

-Si, bueno, tu también. - dijo el menor soltando una risa nerviosa. - Nos vemos mañana? - preguntó él mismo.

-Claro! Espero encontrarte aquí mañana, espero poder venir! - Diego se levantó y por un descuido dejó caer un par de cosas de su mesa.
Se agacharía para recorgerlas pero Jorge, en un acto de amabilidad le dijo que se vaya sin preocupaciones a su habitación y el recorgería los materiales.

Diego le agradeció y se marchó, Jorge agarró unos cuantos lapices del piso, un marcador y... Se quedó varios segundos mirándolo antes de recorgerlo, un sacapuntas. Finalmente lo agarró, pero a diferencia del resto de materiales, en vez de dejarlo nuevamente en la mesa, lo guardó en su bolsillo procurando que nadie lo note.

En la noche, en la privacidad de su habitación y recostado en su cama, Jorge sacó el sacapuntas de su bolsillo.
Estuvo varios minutos observandolo, considerando una y mil veces si debía hacer lo que quería, o si debería dejar de pensar en eso, pero era muy tarde, lo tenía en sus manos y si ese pensamiento había pasado por su cabeza, no se iría hasta que termine el cometido. Aunque pensaba que no había vuelta atrás, decidió no apresurarse, así que sin haber hecho nada más que observar y pensar, escondió el sacapuntas, pues no le sería "útil" ahora.

A la mañana siguiente.

En la hora del desayuno y almuerzo, Jorge y Diego se habían visto las caras desde lejos, se dedicaron un par de sonrisas pero nada más, Diego comía bastante rápido sin problemas, ésto en realidad tampoco es algo bueno, pues al final, terminaba vomitando todo lo que ingería.

En la tarde, Diego no tenía muchas ganas de salir de su habitación, pero ya extrañaba hablar con él de chinitos, así que de todas formas, fué.

Cuando llegó a la sala vió a Jorge con una hoja en frente, bastante concentrado en lo que estába haciendo, pero cambió de inmediato su sonrisa tonta mientras lo miraba cuando vió una lagrima caer de sus ojos, lo cuál lo exaltó bastante así que rápidamente fué a ver que le ocurría.

-Jorge! Estás bien? - Dijo mientras se sentaba a un lado, apoyando su mano en la espalda del menor.

- S-Si estoy no te preocupes~ - Mientras intentaba contener sus lágrimas, forzaba una falsa sonrisa.

- Sabes que estoy para ti, puedes confiar en mi, es normal sentirse mal, y aún más estando aquí! - Decía Diego mientras acariciaba la espalda del menor intentando calmarlo.

-Claro... Gracias, pero de todas formas no quiero hablar... Al menos no ahora y no de cómo me siento. - Miró a Diego directamente a los ojos.

- Está bien, quieres ver lo pinté? - una sonrisa apareció en la cara de ambos, esfumando las lágrimas de Jorge.

En la hora de cenar, Diego seguía comiendo perfectamente, cómo si nada malo pasara, pero aún así, vomitaba todo lo que ingería, lo cuál le hacía cada vez más daño, tanto cómo en su cuerpo cómo en su estado emocional.

En el desayuno y almuerzo del día siguiente, las cosas seguían igual, se empezaba a sentir cada vez más débil, pero sentía que no debía parar, pensaba que le estaba haciendo bien ésta rutina ¿se vería más lindo ante los ojos de ese chico lindo de pelo rizado?

Llegó la parte favorita de los días de Diego, y era cuando podía ver a su única compañia en ése tortuoso lugar, apenas entró a la sala, lo vió sentado dibujando algo que desde su punto de vista no lograba diferenciar, así que se acercó a él para sentarse a un lado, pero algo lo detuvo, unos grandes mareos que no le permitían seguir caminando, veía todo más borroso, y en un abrir y cerrar de ojos, perdió la consciencia y cayó al piso.

Jorge se percató rápidamente de lo ocurrido y corrió hacía el mayor, trás él también fueron unas enfermeras que se llevaron a Diego dejando con la duda de qué había ocurrido a Jorge y todo el resto de personas que se encontraban en esa sala, pero sobre todo al primer nombrado, qué más que intrigado, se sentía sumamente preocupado.

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Era El Destino | DIORGEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora