Habían pasado algunos días desde que Diego no salía, se sentía débil aún, sus malas costumbres no se habían detenido.
Una tarde, Jorge cómo solía hacer cada que podía, visitó a Diego a su habitación para pasar un rato a su lado.
- Como te sientes? - preguntó el menor.
- Muy aburrido! - dijo mientras volteaba sus ojos.
- Jaja, que te gustaría hacer? -
- Pintar... Pero no con marcadores o lapices, me gustaría usar pinturas o acuarelas! Pero eso es imposible, aquí no hay nada! - hizó un puchero.
- Es una lástima que aquí no se pueda hacer casi nada... Yo de todas formas pienso que todo tiene una solución~ - dijo el menor con una sonrisa traviesa.
- A qué te refieres? - preguntó extrañado el mayor.
- Cómo vas con tu diario? A mi también me mandaron a escribir uno! - Había cambiado el tema abruptamente, pero Diego no le dió mayor importancia y siguieron con su conversación.
Cuándo ya era la hora de que Jorge se vaya, pidió una llamada con su madre, lo cuál se le permitió.
- Mamá! Mañana vendrás a visitarme cierto?
- Claro hijo! Iré temprano, está bien?
- Obvio! Sólo te quería pedir un favor...
Al día siguiente, en esa hora en la que Jorge solía visitar a Diego, entró a su habitación cómo ya era usual, sólo que ésta vez, traía algo entre sus manos.
- Jorge? Qué es eso? - preguntó el mayor, extrañado viendo la caja que llevaba el de chinitos.
- Te refieres a ésto? Es para tí. - dijo extendiendole la caja, con una sonrisa de oreja a oreja y un brillo especial en sus ojos.
Diego recibió la caja y la abrió con emoción, dentro vió un lienzo y un set de pinturas acrílicas con algunos pinceles. Abrió sus ojos tanto cómo pudo por la impresión, y con una gran sonrisa miró a Jorge.- Jorge! Cómo lo conseguiste? -
- Bueno... Eso no importa! Supe lo mucho que lo querías... - dijo con un tono tímido.
- Muchas gracias! Te la debo. - devolvió su mirada al regalo y sacó lo que había dentro.
- No! Tu no me debes nada, te lo estoy dando sin esperar nada a cambio, realmente creo que lo mereces~. -
- Eres... Muy lindo, gracias. - miró al menor directamente a los ojos por lo que el recién nombrado se sentía nervioso y notaba cómo sus mejillas se ruborizaban.
Cuándo Jorge se tuvo que ir por órden de una enfermera, Diego empezó a usar las pinturas en su nuevo lienzo, tenía práctica por lo que le salía bastante bien, además de que la felicidad que sentía y la persona que rondaba por su mente, lo inspiraban más que nada a hacer las cosas que siempre ha disfrutado.
Después de un rato, dejó su pintura de lado esperando que se seque, no lo había terminado pero había avanzado bastante. Comió y finalmente, a las 9:30, se acomodó para dormir, con una gran sonrisa en su rostro, cómo nunca antes.
Jorge sentía cosas que jamás había sentido, intentaba dormir, pero él nunca salía de su mente, y tampoco se quejaba, le producía mucha felicidad, hoy había visto los ojitos del mayor brillar más que nunca, y sentía que ésto llenaba su alma, empezaba a comprenderlo, se estába enamorando, y empezaba a aterrarle.
Al día siguiente, Diego, después de aproximadamente 1 semana, salió de su habitación, y fué a desayunar con el resto de personas del lugar.
Jorge no se esperaba ver desde lejos a Diego ahí, se emocionó bastante pero no se les permitía cambiarse de asiento así que sólo se quedó mirándolo desde la distancia.
En el tiempo que les daban para salir, Jorge tenía la esperanza de encontrar a Diego en la sala de juegos, hace mucho no iban allí, pues la última semana sólo se cruzaban en la habitación de Diego.
Apenas Jorge entró a la sala, buscó con la mirada al mayor, quién estaba sentado esperando ver entrar al menor.
Se miraron mutuamente, Diego se levantó bruscamente del asiento y se acercó al de chinitos, que también se acercaba.
- Diego! - Extendió sus brazos, ofreciendo un abrazo que Diego aceptó. - Te sientes mejor? -
- Jorge~ sí, estoy mejor, sobre todo gracias a ti. - dijo apoyando sus brazos en los hombros del contrario.
- Mmh, es lindo saberlo... - se sentía muy nervioso por la cercanía. - Em, vamos a sentarnos? Podríamos jugar a las cartas... -
- Claro! Nunca lo hemos hecho~ - se sentaron y pasaron un buen rato juntos. Lo cuál se repitió una y otra y otra vez... Sus días eran tranquilos y sobre todo felices si estaban uno al lado del otro, así fué durante varias semanas.
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Era El Destino | DIORGE
RomansaDos jóvenes de 18 años se conocen en un hospital psiquiátrico, uno muy simpático y el otro muy frío, polos opuestos se atraen, no?