Capítulo 5

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Su mirada podría haber sido de interés intelectual o puramente calculadora. Pero todas esas frases figuradas no significaron nada cuando mis ojos se encontraron con los suyos.

Me siento... confusa.

En medio de esos pensamientos, sacudí la cabeza, tratando de espabilarme. De ninguna manera. No voy a dejarme cautivar por su mirada. ¿Qué clase de cara es esta? Tuve que recordarme a mí misma que era un tirano loco que mataba a todo ser vivo que se cruzaba en su camino.

No cambia ni siquiera después de conocer a la heroína. Sólo es amable con ella. ¡Esto significa que siempre será un tirano malvado para mí! Podría cortarme la garganta en cualquier momento... Es un asesino... Bien. Funcionó. Mi cabeza se estaba despejando.

—¿Hay algún problema, mi Lady?— el tirano cortó mis pensamientos.

Me miró con indiferencia. Su cabeza estaba ligeramente inclinada hacia un lado, lo que parecía provocar por sí solo. Aturdida, aparté la mirada de él y miré hacia los ayudantes del tirano, que se habían alejado graciosamente a mi llegada. Pude ver al rubio de antes. Ahora parecía parte del mobiliario.

<supongo que quiere decir que el rubio de antes ahora está opacado por la belleza del tirano.>

Maravillada por ello, murmuré: —No, Majestad.

Cortés con las damas, ¿no? Sacudí la cabeza mentalmente. Diría que probablemente era su cara lo que más había atraído a las damas. En fin. Había pensado que el mero hecho de mirar al tirano desencadenaría uno de esos recuerdos en forma de vídeo.

Al parecer, no. ¿Era esa ocurrencia también aleatoria? No importaba. Ahora tenía que concentrarme.

Le dediqué una pequeña sonrisa y negué con la cabeza.

—Es que sois aún más hermoso de lo que dicen, Majestad. Por favor, perdone mi descortesía.

<Ella no se nada con rodeos. A lo que va.>

—¿Ah, sí?— Sus labios se curvaron ligeramente.

—Sí, yo... Por favor, si a si lo desea, Majestad.—

"Entonces pague con su vida por la grosería."

Antes de que pudiera decir algo así, cambié de tema.

—¿Puedo hacerle una pregunta?

Rápidamente escudriñé su cintura en busca de una espada. Por suerte, no llevaba ninguna.

—¿Nos acabamos de conocer y ya quieres hacerme una pregunta?

Saber que no me iba a matar ahora fue un pequeño alivio. Por el rabillo del ojo, vi que sus ayudantes se alejaban aún más. Volví a mirar al tirano.

—Adelante entonces.— dijo perezosamente, con cara de aburrimiento. —¿De qué se trata?

—He oído que le gustan las cosas insólitas, Majestad. ¿Es cierto?— pregunté rápidamente.

<Insólito: raro, extraño, desacostumbrado, fuera de lo común o extraordinario.>

—¿A mí?

—Sí.

Sonriendo como una niña tímida, esperé su respuesta.

—Hm, ¿es así?— Ladeó la cabeza. —Bueno.

La sonrisa de sus labios no llegó a sus ojos, que se clavaron en mi rostro sonriente.

—¿Y qué si lo he dicho?

Sonreí alegremente, como si estuviera encantada. Me observó un momento y luego habló con una voz teñida de risa.

—Mi lady, si piensa sorprenderme con algo insólito, mejor olvídelo.

10 Formas de Enamorar a Un TiranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora