Capítulo 10

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A decir verdad, había pensado que el mero hecho de mirar al tirano desencadenaría algún recuerdo en vídeo, pero no había habido ninguno. Sin embargo, tenía otras cosas en las que preocuparme como para pensarlo profundamente. Si era una ocurrencia al azar...

—Me pregunto si podré ver algo hoy.

Decir que me interesaban los asuntos de la protagonista Cheryl Diel y del tirano Charles Kalior sería quedarme corta. Es decir, mi vida y mi muerte dependen de ello. Era un poco decepcionante que no hubiera ningún recuerdo en vídeo sobre eso.

—Aparte de eso, recuerdo otras cosas.

Ahora estaba en el camino hacia el palacio. Normalmente, la nobleza pasaba por este camino en sus carruajes, por eso las calles estaban bulliciosas.

Cuanto más se acercaba al palacio, más elegantes se volvían las diversas tiendas a los lados de la carretera.

—Veamos... ¿dónde venden frutas?

Buscaba dos cosas: fruta y flores. El tirano odia la toronja. Era un simple dato que se me quedó grabado en la memoria; pensar que el tirano picoteaba su comida era hilarante.

Y también las flores blancas. Nadie sabía por qué. Eso también se me había quedado grabado porque me parecía extraño que odiara un color en particular. Y ahora, esos pequeños datos me resultarían útiles.

Desde lejos, distinguí una tienda con un rótulo llamativo: Frutas de Godo. ¿Se llama Godo? Qué raro. Esperaba que vendiera productos tan buenos como para llevarlos al palacio. Tarareando, me dirigí a la tienda. Una campanilla sonó anunciando mi entrada.

—Bienvenida.

Puse cara de altanería como haría Scarlett y saludé con la cabeza al dueño. Parecían más unos grandes almacenes que una tienda normal. El dueño también parecía perfectamente aseado.

—¿En qué puedo ayudarle?

—Busco algo para regalar a alguien.

Eché un vistazo a la fruta expuesta. El dueño empezó a presentar cortésmente varias frutas de un modo que sugería que estaba acostumbrado a describirlas a la clase alta.

—Esta es una fruta oriental llamada Úrsula. Las leyendas dicen que una flor del mismo nombre floreció por primera vez del corazón de una sirena.

—¿Úrsula?

—Sí, señora. Esta fruta se encuentra a veces donde esa flor se marchita.

Una fruta como joyas rojas. Esto parece una granada. Excepto que cada semilla era del tamaño de una uva.

—Es tan bonita.— exclamé.

El dueño mordió el anzuelo. Bajó la voz como si estuviera contando un gran secreto.—¿A que sí? Son sólo para los ojos de mis clientes más venerables.

—Tienes buen ojo, entonces.

—Es un honor, mi lady.

Bueno, Scarlett Arman era una de las figuras más influyentes del imperio. No sería demasiado sorprendente que el dueño la reconociera. Le dediqué una fría sonrisa, probé una muestra y seguí adelante. Hasta sabe a granada. ¿Era bueno que a las mujeres les gustaran las granadas? Cuando gane más dinero, me las compraré.

Examiné las frutas tranquilamente mientras varios pensamientos pasaban por mi mente. Había tiempo de sobra. La reunión con el tirano estaba prevista para la cena. Salí temprano para echar un vistazo.

Cuando terminé de mirar, pregunté fríamente al dueño: —¿Hay toronja?

—¡Sí, milady!

Volvió rápidamente con una jugosa fruta de color naranja en la mano.

10 Formas de Enamorar a Un TiranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora