Capítulo 12

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Capítulo largo para compensar la demora. Si tiene errores me disculpo, me duele la cabeza y no pude seguir corrigiendo 🤕

¡Espero que lo disfrutes igual!

*

La brisa fresca de la madrugada choca contra mi cuerpo, haciendo que mi cabello revoloteé y que la piel se me erize a pesar de que no es una noche fría.

Me acomodo el cabello detrás de la oreja con la mano. South City está rodeada de bosques y ahora me encuentro entre los árboles y arbustos de uno, acechando los alrededores de la morgue poco iluminada, mientras espero a que Lola de señales de vida.

Ayer en la tarde, cuando salimos las últimas del instituto, quedamos en reunirnos aquí para entrar juntas en la morgue. «¡Planazo!». Yo entraría y buscaría entre los archivos, ella me guiaría y cuidaría de mis espaldas desde la garita del segurata.

— Siento la demora — susurra Lola, adentrándose en los arbustos para acuclillarse a mi lado.

— ¿Qué llevas puesto? — pregunto del mismo modo, frunciendo el ceño ante su atuendo.

— ¿Es que no lo ves? — responde, abriendo muchos los ojos y con un tono que suena a que le crispa los nervios mi pregunta —. ¿Estás ciega, o qué?

— No estoy ciega, Lola — respondo con calma y la señalo de arriba abajo —. Es que no entiendo tu disfraz.

Lola rueda los ojos y pone una mueca.

Lleva una minifalda de flores, algo que creo que nunca en su vida se había puesto, una blusita blanca de tirantes finos que muestra más de lo que cubre y unas converse negras. Los zapatos si que son de su estilo. Lo más extravagante de su atuendo es la peluca rubia que lleva recogida en un moño bajo.

— ¡Vivo aquí desde que nací, no quiero que el guardia me reconozca! — se cruza de brazos y apoya las rodillas en el suelo —. No pienso arriesgarme. Ni por Axel ni por ti.

Decido que ha llegado el momento de cambiar de tema:

— Vale. ¿Cuál es el plan?

— Este.

Lola pasa los dedos por la tierra húmeda que tiene en frente, embadurnandolos del lodo que luego extiende por su mejilla. Frunzo el ceño. Su expresión neutra demuestra que no le importa ensuciarse, si se tratara de Abril, estoy segura de que ni siquiera habría puesto las rodillas en el suelo, como hizo Lola hace unos minutos.

Cuando Lola se levanta para salir de los arbustos, noto que sus rodillas también se han ensuciado.

— ¡Ayuda! — grita mientras corre hacia la garita.

Puedo ver como el hombre dentro de ella deja a un lado el periódico que tan tranquilamente estaba leyendo para mirar a Lola. Se levanta de un salto de su silla para correr hacia ella, que sigue pidiendo ayuda a gritos.

Es una noche silenciosa, así que, desde donde estoy, escucho cuando le pregunta:

— ¿Qué pasa? ¿Estás bien?

Lola le apoya una mano en el pecho y se dobla para colocarse la otra en la rodilla. Es más alta que él.

— Alguien me está siguiendo — le dice entre jadeos, como si hubiera corrido una maratón —. Se ha escondido... — hace una pausa y se gira para apuntar hacia los arbustos con el dedo — ahí, tras los arbustos. ¿Puede verle?

Comienzo a entrar en pánico, el dedo de Lola señala en mi dirección y tanto sus ojos como los de el segurata están sobre mi.

«¿Me ha traicionado?», me pregunto mientras él se acerca. Ha puesto a Lola detrás de su espalda y avanza, precavido, hacia mí. Veo como se lleva lentamente la mano al cinturón de su uniforme para tomar la porra.

El fantasma de AxelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora