Tentación

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Los suspiros de Marco llenaban la habitación, al mismo tiempo el fuerte Vaivén de sus caderas hacia que Hiro no pudiera esconder los fuertes gemidos de su boca. Ambos ansiosos y con ligero toque de desesperación.
Marco se sentía nervioso, Hiro era tan provocativo en esa posición. Quería, no, necesitaba que fuera completamente suyo pero tenía tanto temor de que en su lujuria pudiera dañarlo.
Los morbosos sonidos seguían saliendo de la boca de Hiro y eso solo le provocaba un dilema que poco a poco iba nublandose por el deseo.

Por su lado Hiro no podía apartar la mirada de Marco, esa linda carita que ponía en cada movimiento, sus hermosos ojos nublandose de placer, esa boquita que se cerraba en cada gemido, tratando de que no escaparan y que decir de su torso, grueso y firme, tan suave al tacto.

Una estocada más fuerte que las demás saco a Hiro de su ensoñación. No pudo evitar gemir más alto.
-P-Perdon- La voz de Marco se hizo presente.
-Estoy... Estoy bien, pero.... Pero más- Dios, había dolido pero lo llevo al cielo. -Rudo... Más, más rudo- Marco asintió ain dejar de mirarlo.

Las siguientes estocadas fueron más rápidas y fuertes, estaba decidido a obedecer lo que el nipón le pidiera.
Mierda, a este punto podía aceptar ser hasta su esclavo con tal de seguir en ese momento. Una sonrisa traviesa apareció en el rostro de Marco. Paro el Vaivén y en el momento en que Hiro empezaría a reclamar lo volteó. (Chale, si era tazo)

Antes de que Hiro pudiera reclamar sintió el pecho de Marco pegarse a su espalda. Una estocada fuerte. Y otra. Y otra más. Otra. Hiro apenas y pudo agarrarse de la almohada y comenzó a ahogar sus gemidos en esta. Ahora sentia los nervios de punta pero le encantaba esa sensación. Volvió a sentir el pecho de Marco en su espalda y sintió un cosquilleo en su oreja.
-Gime- ordenó Marco entre suspiros.
Hiro obedeció de inmediato, levanto su mentón de la almohada separando su boca de la tela y los gemidos del asiático volvieron a hacerse presente en la habitación.

Estaba en la cúspide del placer y no solo él. Marco también estaba desesperado, ambos gemían tan fuerte y sin ningún temor de ser descubiertos. Los gemidos comenzaron a combinarse al mismo tiempo en que su pasión desbordada llegaba al clímax.

Sin embargo, en el momento en que Hiro sintió que ya no podía contenerse más, algo cambió. Un sonido repentino, una llave girando en la cerradura de la puerta principal.

El corazón de Marco se detuvo por un instante al escuchar ese sonido, todo su cuerpo se tensó. Sabía que no podían ser descubiertos, que esto era un peligro inminente para ambos. Con rapidez, salió de Hiro y ambos se incorporaron rápidamente en un intento por ocultar lo que acababan de hacer.

El sonido del auto que se estacionaba en el garaje resonó a través de la casa. Era evidente que alguien acababa de llegar. Marco se puso la ropa lo más rápido que pudo mientras Hiro se quedaba paralizado, su mente llenándose de miedo y culpa.

Los pasos se acercaron a la habitación y el corazón de Hiro parecía querer escapar de su pecho. ¿Cómo iban a explicar lo que acababa de suceder? ¿Cómo iban a enfrentar las consecuencias?

La puerta se abrió lentamente y Hiro se encontró con la mirada furiosa de su esposo. Todo el mundo de Miguel se derrumbó en ese momento. Las palabras no lograban salir de su boca, su cuerpo temblaba de miedo.

Marco, por su parte, tomó la decisión de proteger a Hiro, sin importar cómo eso pudiera afectar su relación. Dio un paso al frente y enfrentó a Miguel, listo para asumir cualquier consecuencia.

Pasaron varios segundos de un silencio aterrador hasta que la ira se disipó en los ojos del esposo de Hiro. Luego, lentamente, se transformó en una mezcla de tristeza y decepción. "No puedo creer que me hayas hecho esto", susurró con voz quebrada.

El silencio seguía llenando la habitación y en ese momento, la realidad se hizo presente. Ambos sabían que sus vidas tendrían un antes y un después de este acontecimiento. Hiro, lleno de arrepentimiento, se dirigió a su Miguel con lágrimas en los ojos.

"Lo siento, lo siento mucho", murmuró Hiro en voz baja, rompiendo el silencio. "Fue un error, no debió haber pasado".

Miguel se acercó lentamente, sin decir una palabra, y lo abrazó con fuerza. Su esposo se dejó caer en sus brazos, derramando lágrimas de arrepentimiento y alivio a partes iguales.

"Pasaremos por esto juntos", susurró Miguel, su voz cargada de emoción. "Aprenderemos de nuestros errores y reconstruiremos nuestra relación. Pero esto no puede volver a suceder".

Hiro asintió con la cabeza, sintiendo cómo la esperanza comenzaba a llenar su corazón. Sabía que había cometido un error grave, pero también sabía que si trabajaban juntos, podrían superarlo.

El futuro se veía incierto, pero el amor y la determinación de ambos protagonistas eran más fuertes. Juntos, comenzarían el lento proceso de curación y construcción de una base más sólida para su relación. Aunque habían pasado por una experiencia traumática, estaban decididos a enfrentar las consecuencias y seguir adelante, aprendiendo de sus errores y luchando por un futuro juntos.

Sin embargo, Miguel, consumido por la traición y el dolor, decidió que no podía perdonar a quien alguna vez pensó su amante. Después de muchos días de discusiones y lágrimas, finalmente tomó la devastadora decisión de poner fin a su relación.

Una noche, mientras Hiro estaba solo en su apartamento, tratando de lidiar con el peso de su culpa, recibió una llamada telefónica. Era Socorro, la hermana de su ex esposo, llorando y apenas capaz de hablar.

"Es Miguel", sollozó. "Ha tenido un accidente automovilístico. Fue tan grave que no sobrevivirá".

Hiro sintió que su mundo se desmoronaba en ese momento. Las lágrimas caían por sus mejillas mientras se aferraba al teléfono, negándose a aceptar la terrible verdad. Nunca había imaginado que su historia de amor terminaría de esta manera, con la trágica muerte de su amante.

Perdido en el dolor y la culpa abrumadora, Hiro asistió al funeral de Miguel con el corazón destrozado. Cada palabra y cada lágrima lo recordaban de lo que una vez tuvieron juntos y ahora habían perdido para siempre.

A partir de ese día, Hiro vivió cada momento con el peso de su arrepentimiento. La vida se convirtió en una existencia solitaria y llena de tristeza, preguntándose constantemente si las cosas podrían haber sido diferentes si hubiera tomado decisiones diferentes.

El trágico final de su historia de amor se convirtió en una tormenta eterna en el corazón de Hiroshi. La muerte de Miguel fue un recordatorio constante de sus errores pasados y una carga que llevaría consigo hasta el final de sus días.

*
¡¿Que daño he hecho?!
Cosechó lo que recibo
Recibo lo que sembre.
Se que no he terminado las otras dos historias pero lo haré pronto, espero. Este es el primer capítulo de una serie de one-shots, algunos de los capítulos podrían ser parte de las dos historias principales y en tal caso se los haré saber.
¡Gracias por leer!
(◍•ᴗ•◍)❤

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