Universitarios

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Era un día caluroso de Agosto en la Ciudad de México. Hiro y Miguel se dirigían a la escuela como todos los días. Aunque se conocían desde hace algunos semestres debido a sus amistades, nunca habían hablado mucho, simplemente compartían el mismo grupo de amigos y se veían ocasionalmente en algunas clases. Pero ese día era especial.

Al llegar a la parada de autobús, notaron que el camión se encontraba lleno, ambos chicos se miraron, temiendo tener que esperar mucho tiempo para el siguiente. Sin embargo, la suerte les sonreía pues pudieron observar otro autobús a pocos metros, al cuál, sin pensarlo dos veces, decidieron subirse.

El autobús era diferente a los demás, no solo por tener un chófer amable, sino porque estaba completamente lleno de estudiantes, del cuál la mayoría tenía el uniforme de una misma escuela.

Nuestros protagonistas se quedaron de pie en la parte trasera, sujetándose de las barras para mantener el equilibrio. La música proveniente de los audífonos de algunos estudiantes se mezclaba con las risas y las conversaciones animadas.

De repente, una melodía familiar invadió el lugar. Miguel volteó hacia Hiro y sonrió emocionado. Era una de sus bandas favoritas, Café Tacvba. Sin pensarlo, Miguel comenzó a cantar en voz alta, siguiendo la melodía y dejándose llevar por la música.

-Eres, —Su bella voz comenzó a hacer eco en las personas, no por nada Miguel era un prodigio becado de Bellas Artes. —lo que más quiero en este mundo, eso eres-

La gente a su alrededor lo observaba sorprendida y algunos comenzaron a aplaudir y corear con él.

Mi pensamiento más profundo también eres
Tan sólo dime lo que hago, aquí me tienes
Eres
Cuando despierto, lo primero, eso eres
Lo que a mi vida le hace falta si no vienes
Lo único, preciosa, que en mi mente habita hoy.

Hiro no podía apartar los ojos de Miguel. Su voz era suave y melodiosa, algo que jamás había escuchado antes. Quedó cautivado por su talento y por su energía. No pudo evitar sonreír y sin darse cuenta, no aparto su vista de Miguel durante toda la interpretación de la canción.

¿Qué más puedo decirte?
Tal vez puedo mentirte sin razón
Pero lo que hoy siento
Es que sin ti estoy muerto, pues eres
Lo que más quiero en este mundo, eso eres

El ambiente en el autobús se volvió mágico. Los estudiantes se unían al momento grabando con el celular o cantando al unísono y disfrutando del momento. Era como si la música uniera a todos en una misma sintonía, borrando las diferencias y las barreras que a veces parecían dividirlos. La risa y la alegría llenaron el lugar, sin saber exactamente como Miguel y Hiro se sentían cada vez más conectados.

Lo que por ti he esperado, pues eres
Lo que yo amo en este mundo, eso eres
Cada minuto en lo que pienso, eso eres
Lo que más cuido en este mundo, eso eres.

Cuando la canción llegó a su fin, las miradas de ambos se encontraron y un enorme sonrojo apareció en la cara de Miguel. Ahí, en medio de ese bullicioso autobús, encontraron algo especial en el otro. Una conexión que iba más allá de la música. Un brillo en los ojos que revelaba un sentimiento mutuo.

La parada de la escuela estaba cada vez más cerca y el bullicio del autobús comenzaba a desvanecerse. Hiro y Miguel bajaron del camión y caminaron juntos hacia su destino aún sin decir una palabra, pero sabiendo que algo había cambiado entre ellos.

Los días siguientes transcurrieron como siempre. Aunque Miguel y Hiro se encontraban en la misma clase, no tenían oportunidad de hablar. Ambos estaban nerviosos y a la vez emocionados por lo que habían compartido en el autobús.

Una tarde, mientras descansaban en el campus, Miguel se acercó tímidamente a Hiro y le preguntó si quería acompañarlo a un concierto de una banda local. Hiro aceptó con una sonrisa, dejando claro que también quería pasar más tiempo junto a Miguel.

El concierto fue mágico. La música llenó el lugar y Hiro y Miguel bailaron y cantaron juntos sin preocuparse por el resto del mundo. Con cada nota, su conexión iba creciendo.

Después del concierto, caminaron por las calles de la ciudad de la mano, riendo y compartiendo algunas anécdotas graciosas. Descubrieron que tenían muchas cosas en común y que, sorprendentemente sus gustos musicales no eran tan similares, pero, los opuestos se atraen.

El tiempo pasó y Hiro y Miguel se convirtieron en inseparables. Su amor creció y juntos, enfrentaron los desafíos de la vida universitaria, celebraron sus éxitos y se apoyaron en los momentos difíciles.

Hoy en día, Miguel siempre encontrará una excusa para cantarle a Hiro, sea en un viaje en autobús o en la intimidad de su hogar, sea discretamente al oído o en una bella serenata. La música los unió y su amor los mantendrá juntos, como una melodía eterna en la Ciudad de México.

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