25 La vida de Muhammad SWS 05

72 1 0
                                    

Dios empezó a hablar a Muhammad(sa)sa en "otra lengua". La juventud del país empezó a hacer preguntas. Los que buscaban la verdad se emocionaban. El desdén y las burlas daban lugar a la aprobación y la admiración. Esclavos, jóvenes y mujeres desgraciadas se agrupaban en torno al Profeta(sa). Su Mensaje y su enseñanza daban esperanza a los rechazados, los oprimidos y a los jóvenes. Las mujeres veían acercarse la hora de la restauración de sus derechos. Los esclavos sentían cerca el día de su liberación, y los jóvenes veían abrirse ante ellos los caminos del progreso. Cuando el desdén empezó a ceder ante la aprobación, y la indiferencia ante el apoyo, los jefes y oficiales mequíes sintieron temor. Se reunieron, deliberaron y decidieron que ya no podían hacer frente a esta amenaza recurriendo a las burlas de antes; necesitaban un remedio más serio. La nueva influencia debía ser suprimida por la fuerza. Se decidió institucionalizar la persecución junto a cierto tipo de ostracismo social. Pronto se impusieron medidas concretas, y La Meca se vio involucrada en un conflicto feroz contra el Islam. El Profeta(sa) y su reducido séquito ya no eran considerados como dementes, sino como una influencia en aumento que si no se paraba, pondría en peligro la fe, el prestigio, las costumbres y las tradiciones de La Meca. El Islam amenazaba con derribar las viejas estructuras de la sociedad mequí para crear un nuevo cielo y una nueva tierra, cuyo advenimiento había de significar, forzosamente, la desaparición del antiguo cielo de Arabia y de su antiguo corazón. Los mequíes ya no podían reírse del Islam. Ahora era para ellos una cuestión de vida o muerte. El Islam representaba un desafío, y los mequíes lo aceptaron, igual que los enemigos de anteriores profetas siempre aceptaron sus desafíos. Decidieron no responder a las palabras, sino desenvainar las espadas y suprimir por la fuerza las enseñanzas peligrosas; no imitar el buen ejemplo del Profeta(sa) y sus seguidores, ni contestar a la bondad con palabras bondadosas, sino al contrario, maltratar a los inocentes, e insultar a quienes hablaban con palabras amables. Una vez más en el mundo, estalló el conflicto entre la fe y la incredulidad; las fuerzas de Satanás declaraban la guerra a los ángeles. Los fieles, todavía un grupo muy reducido, eran incapaces de resistir los ataques violentos de los incrédulos. Se inició una campaña sumamente cruel. Las mujeres fueron torturadas sin piedad. Los hombres eran asesinados. Los esclavos que habían declarado su fe en el Profeta(sa) eran arrastrados sobre piedras y arena ardiente, hasta que su piel se volvía tan dura como la de los animales. Mucho tiempo después, cuando el Islam ya se hallaba firmemente establecido, alguien le descubrió el cuerpo a uno de los primeros conversos, Jabban bin al-­Arat(ra). Sus amigos vieron que su piel era efectivamente tan dura como la de un animal, y cuando le preguntaron la causa, contestó que no era nada importante, simplemente un recuerdo de los primeros días, cuando los esclavos convertidos al Islam eran arrastrados por las calles sobre piedras y arenas duras y ardientes (Musnad, Vol. 5, pág. 110).

Los esclavos creyentes procedían de todas las comunidades. Bilal(ra) era negro, y Suhaib(ra) griego. Pertenecían a religiones distintas. Yabr(ra) y Suhaib(ra) eran cristianos, mientras que Bilal(ra) y Ammar(ra) eran idólatras. A Bilal(ra) le obligaban a tumbarse sobre la arena ardiente, cargado de piedras, mientras a varios niños se les hacía bailar sobre su torso. Su amo, Ummaya bin Jalf, tras torturarle así, le pedía que renunciara a Al'lah y al Profeta(sa), y que cantara las alabanzas de los dioses mequíes, Lat y 'Uzza. Bilal no decía más que: "Ahad...Ahad..." (Dios es Uno).

Exasperado, Ummaya entregó a Bilal(ra) a jóvenes gamberros, pidiéndoles que le ataran una cuerda al cuello y le arrastraran por la ciudad sobre las piedras. El cuerpo de Bilal(ra) sangraba, pero seguía diciendo: "Ahad...Ahad..." Más tarde, cuando los musulmanes se instalaron en Medina y pudieron vivir y orar en relativa paz, el Santo Profeta(sa) nombró a Bilal Mu'azin, es decir, el oficial que llama a los fieles a la oración. Siendo africano, Bilal(ra) no podía pronunciar la 'h' de la palabra árabe Ash-hadu (soy testigo). Los creyentes medinitas se reían de su pronunciación defectuosa, pero el Profeta(sa) se lo reprochaba, explicándoles cuánto quería Dios a Bilal(ra) por la fe inquebrantable que había mostrado cuando sufrió las torturas de los mequíes. Abu Bakr(ra) pagó el rescate de Bilal(ra) y de otros muchos esclavos, y así obtuvo su libertad. Entre ellos se encontraba también Suhaib(ra), un mercader próspero, a quien los quraishíes siguieron atacando aún después de su liberación. Cuando el Santo Profeta(sa) abandonó La Meca para instalarse en Medina, Suhaib(ra) quiso acompañarle, pero los mequíes se lo impidieron. Dijeron que no podría llevarse de La Meca la riqueza que había adquirido en aquella ciudad. Suhaib(ra) ofreció entregarles todo su dinero y sus bienes si le dejaban salir. Los mequíes aceptaron la propuesta. Suhaib(ra) llegó a Medina con las manos vacías y visitó al Profeta(sa), que le escuchó y le felicitó diciendo: "Ésta ha sido la mejor transacción de tu vida".

Historias i datos para reflexionar (ISLAM) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora