━━ 𝟏𝟏: la chica que hizo que la luz cantara

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𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐎𝐍𝐂𝐄━━━🐦‍⬛━━━

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𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐎𝐍𝐂𝐄
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𝓡andvi

𝐇𝐀𝐁Í𝐀 𝐃𝐎𝐒 𝐎𝐂𝐀𝐒𝐈𝐎𝐍𝐄𝐒 𝐄𝐍 𝐋𝐀𝐒 𝐐𝐔𝐄 𝐑𝐀𝐍𝐃𝐕𝐈 𝐇𝐀𝐁Í𝐀 𝐄𝐒𝐓𝐀𝐃𝐎 𝐑𝐄𝐀𝐋𝐌𝐄𝐍𝐓𝐄 𝐈𝐍𝐓𝐄𝐑𝐄𝐒𝐀𝐃𝐀 𝐄𝐍 𝐂𝐎𝐍𝐎𝐂𝐄𝐑 𝐒𝐔 𝐃𝐄𝐒𝐓𝐈𝐍𝐎.

La primera fue en su decimotercer cumpleaños. Durante semanas, su madre y su hermano habían insinuado cosas sobre un regalo que le habían comprado. Los cumpleaños eran la única ocasión en las que Randvi recibía regalos, y la mayoría de las veces no era más que un pequeño pastel. Eso no habría significado nada para cualquier otra persona, pero para Randvi, un pastel cubierto de nueces y glaseado dorado valía más que el oro. Estaba tan desesperada por conocer el regalo que casi descubrió su propio destino. 

La segunda fue después de la muerte de su madre, cuando se vio obligada a huir. Estaba sentada en la cubierta de un barco, inclinada sobre la barandilla para mirar el mar casi negro, mientras una tormenta se desataba arriba. Sus dedos trazaban la palma de su mano, su mente estaba desesperada por saber si algo bueno la esperaba o si simplemente debería arrojarse al mar para ahogarse, dejando atrás el dolor que había sufrido. 

Sin embargo, había algo que la detenía. La voz de su madre. Nada bueno viene de saberlo todo, una vez que pruebas el conocimiento, nunca tendrás suficiente. ¿Era posible para ella ver su propio destino? No estaba segura, pero nunca había tenido el valor de intentarlo. 

Mientras Randvi estaba de pie en la parte baja de unas escaleras en la oscuridad, se encontró deseando saber qué le deparaba el destino. Quería saber si sobreviviría a la noche, qué sería de los Cuervos y si conseguiría su final feliz. 

Afortunadamente, Inej apareció en la parte baja de las escaleras, interrumpiendo sus pensamientos. Había aparecido sin previo aviso, sus pasos eran silenciosos y llevaba un uniforme de guardia en la mano. 

─ Kaz consiguió el uniforme del tamaño correcto esta vez, así que esperemos que todo vaya bien ─dijo Inej con una risa suave, quitándose la capucha de su capa de la cabeza.

Randvi no pudo reunir la energía para responder, mucho menos reír, así que se quedó de pie en la oscuridad, con el peso del mundo sobre sus hombros. Podían salir mal muchas cosas. Alguien podría reconocerla, podría equivocarse con las palabras... arruinarlo todo. Sabía que lo estropearía, siempre lo hacía.

La sensación de que la observaban se volvió mucho más evidente, y fue entonces cuando se dio cuenta de que Inej la estaba mirando. Si iba a decirle algún sabio proverbio, no estaba de humor para escucharlo. 

𝐀 𝐒𝐄𝐄𝐑'𝐒 𝐒𝐎𝐋𝐀𝐂𝐄 | Kaz BrekkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora