𝐀 𝐒𝐄𝐄𝐑'𝐒 𝐒𝐎𝐋𝐀𝐂𝐄 | Kaz Brekker

━━ 𝟎𝟏: el arte de la adivinación

𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐔𝐍𝐎
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𝓡andvi

𝐄𝐋 𝐃𝐄𝐒𝐓𝐈𝐍𝐎 𝐃𝐄 𝐔𝐍𝐀 𝐏𝐄𝐑𝐒𝐎𝐍𝐀 𝐄𝐒𝐓Á 𝐄𝐒𝐂𝐑𝐈𝐓𝐎 𝐄𝐍 𝐄𝐋 𝐌𝐈𝐒𝐌𝐎 𝐓𝐄𝐉𝐈𝐃𝐎 𝐃𝐄𝐋 𝐔𝐍𝐈𝐕𝐄𝐑𝐒𝐎. Tu vida es un solo hilo, tejido en un tapiz hasta que un día, ese hilo se corta y el tapiz del destino se completa.

No se puede engañar al destino, pero lo extraño para Randvi era la gran cantidad de personas que creían que podían hacerlo. Las personas estaban, por encima de todo, obsesionadas con tratar de burlar a la muerte. La verdad era que la muerte siempre encontraba su camino hacia una persona, sin importar cuánto intentaran escapar u ocultarse de ella. La muerte es algo destinado para todos, es algo que ni siquiera los dioses pueden engañar. 

Luchar contra el destino es como remar un bote contra un viento feroz. No importa cuánto te esfuerces en remar, no puedes combatir ni igualar la fuerza del viento. Sin embargo, si aprendes a remar con el viento en lugar de hacerlo en su contra, el mar será tuyo para conquistar. 

Lo que está bajo el control de una persona es el poder de moldear su propio destino, moldeado por cada palabra que pronuncias o acción que realizas. Y, por un tiempo, los hilos de los demás pueden entrelazarse en tu tapiz. Todo lo que se necesita es un hilo suelto y un pequeño desgaste en el tejido para que la pieza se desmorone y un nuevo destino comience. 

El verdadero poder proviene de la capacidad para cambiar el curso del destino de una persona, un poder que Randvi disfrutaba. Por el precio adecuado, ella permitía que las personas compraran una parte de su don. Hacía que la gente sintiera, por un momento, que eran las personas más poderosas del mundo. Les permitía creer que podían burlar a los dioses. 

Con el simple toque de la piel de una persona, Randvi podía ver el destino, lo que había sido y lo que sería. El poder provenía de mentir. Decirle a un político que sería asesinado al día siguiente que viviría una vida larga y feliz, o decirle a un empresario a punto de la bancarrota que abriera varias tiendas más. 

El conocimiento era poder, pero Randvi no era la única en la ciudad que sabía esto. Kaz Brekker había sido consciente durante mucho tiempo del valor del conocimiento. 

Randvi había llegado a la ciudad después de huir de su hogar en Fjerda cuando la acusaron de ser una bruja. Solo era una niña y, a pesar de su don, era ingenua e inexperta. Había dormido en un almacén sobre sacos de grano, con solamente la compañía de las estrellas. 

Pero luego conoció a Kaz Brekker. 

Los dos se beneficiaban mutuamente. Randvi le contaba a Kaz los secretos de cualquier persona con la que él hiciera negocios, o a quien quisiera estafar para obtener unos cuantos kruge. Ella le proporcionaba información para chantajear, y a cambio Kaz la protegía y le enseñaba los entresijos de la ciudad. Aprendió a robar carteras, forzar cerraduras y pelear.