x. ᴅᴇꜱᴇᴏ

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Remus vio a sus alumnos abandonar uno por uno el aula con muy poca emoción y no podía culparlos por ello, él tampoco solía estar muy animado en las primeras dos clases. Aunque sí hubo una alumna que parecía especialmente emocionada durante el transcurso de la lección, ella se tomó su tiempo para guardar sus cosas hasta que todos los demás salieron, dejándolos a solas.

—¿Demasiado cansada para apresurarse y huir? —Bromeó Remus consciente de que ella lo hizo a propósito.

—Demasiado deseosa de pasar más tiempo con el profesor —Ella le sonrió sin mostrar los dientes mientras caminaba hacia él.

Remus usó su varita para cerrar la puerta con un hechizo no verbal y Leire amplió su sonrisa como si eso fuera una especie de logro para ella. Quizás lo era.

—Tengo miedo de que cosas pueden salir de esa boca suya —Explicó él.

—Le aseguro que si mi boca pronunciara todo lo que quiero tendría que hacer algo más que cerrar la puerta —El brillo en sus ojos le confirmó que ella no hablaba precisamente de palabras.

—Limites, señorita.

Leire se acercó hasta un punto que superaba lo apropiado, pero no era del todo un problema.

—¿Vuelvo a ser señorita? —Se burló.

—¿Algo de lo que quisiera hablar conmigo? —Remus cambió de tema.

—De hecho, sí —La forma en que la sonrisa de Leire se volvió traviesa debió advertir a Remus que no la dejara continuar—. ¿Se acostará conmigo cuando termine el colegio? Sólo quedan unos meses.

El aire de sus pulmones se escapó ante las palabras de su alumna. Por sus mejillas rosadas podía decir que ella estaba avergonzada, pero de todas maneras dio un paso más al frente, volviendo totalmente inapropiada la escasa distancia entre ellos.

Remus sabía que no escuchó mal, su oído era tan agudo que era capaz de escuchar el acelerado corazón de su alumna, por lo que no cabía la posibilidad de que fuera un error. Él ya estaba al tanto de la atracción de Leire por él, pero le costaba creer que fuera a realizar un comentario tan directo al respecto.

—¿Perdón?

—Claro, lo perdono —Jugueteó ella—. Sólo bromeo.

—Broma, por supuesto.

—Sé que lo hará antes de que termine la escuela —El guiño juguetón lo hizo dar un paso atrás.

—Señorita —Al igual que el día de Halloween, su advertencia fue demasiado débil.

—Bien, bien, de verdad es broma, sólo es lindo verlo nervioso —La sonrisa de Leire aceleró su propio maldito corazón.

La sonrisa de Leire. Leire Pusset. Su alumna de diecisiete años. Mierda.

Bajo la Luna |Remus Lupin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora