Un gran secreto. Amándose a escondidas encendían la llama de su pasión, aumentando su deseo contenido. La Luna siendo testigo de los hermosos encuentros de dos amantes.
Saga testigos libro uno
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Leire no quiso ir a buscar a Remus luego de la conversación con Max, por el contrario, salió a congelarse al patio de Hogwarts mientras admiraba la belleza del castillo lleno de nieve.
Necesitó un momento a solas para pensar en la situación. Le molestaba, porque con el tiempo Erick se había vuelto importante para ella y no quería lastimarlo de ninguna manera, aun así lo había hecho. De alguna manera siempre arruinaba las cosas.
Se quedó en el patio abrazándose a sí misma hasta que llegó la hora del almuerzo y tuvo que volver al interior del castillo.
Cuando entró al Gran Comedor ya había doce personas en la mesa, entre ellos Max y el único asiento libre estaba a su lado, lo que la hizo sentir un poco incómoda mientras se acercaba.
Quizás él también se incomodó, porque se levantó justo después de que Leire se sentara y murmuró algo sobre estar cansado antes de huir. Eso le sentó como un golpe a ella.
Detestaba la situación y en el fondo sentía que era su culpa, lo que era aun peor.
—Señorita Pusset —Leire dejó el regalo sobre la mesa y luego miró al director—. Felices pascuas.
—Felices pascuas, director Dumbledore —Ella sonrió con cortesía.
—Ese debe ser un regalo muy especial.
Leire se tensó por completo. La forma en la que el director lo dijo se sintió incómoda, casi como si tratara de una insinuación.
Él no podía saberlo, era completa y totalmente imposible que supiera para quién era el regalo y porque se lo estaba dando, no importaba que tanto pudiera sentirse como si lo hiciera.
—Sí —Ella no demostró lo tensa que se sentía.
—Bueno, ¡a comer!
Leire se sirvió un poco de comida, las palabras del director y su conversación con Eric le habían quitado el apetito.
Cuando iba a llevar una patata a su boca, la puerta del Gran Comedor se abrió. Allí estaba la profesora Trelawney usando un vestido verde con lentejuelas que debía considerarse un sacrilegio a la perspectiva de Leire.
—¡Sybill, qué sorpresa tan agradable! —La chica no pudo más que estar en desacuerdo con el director.
Dumbledore se levantó de la mesa para recibir a la profesora, quien dijo algo sobre consultar la bola de cristal y llegar con ellos, luego algo sobre trece comiendo y una muerte. Fuera lo que fuera, Leire en realidad no presto atención a los demás hasta que Remus fue mencionado.
—Pero ¿dónde está mi querido profesor Lupin? —La pregunta de la profesora hizo que la chica prestara atención.
—Me temo que ha sufrido una recaída —dijo el director.
