1. ABORDAJE

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Gaspra:

Las personas tenían trajes radioactivos.
Había filas inmensas, tan largas que se desvanecían como si fuesen fantasmas en medio de la neblina. Toda la multitud estaba organizada en diferentes filas porque eran miles de personas. En el mundo quedaban algunos millones esparcidos por todo el planeta pero eran pocas las bases aéreas donde las naves espaciales recogerían a los civiles.
Esta era una de ellas.

La tormenta de ácido se venía abajo y las filas avanzaban lento.
Los padres tomaban fuerte las manos de sus hijos pero a pesar de la falsa tranquilidad, podía sentirse el pánico y la desesperación que llevaban dentro. Sin embargo, alterar el orden solo complicaría el proceso y a su vez significaría morir.
A los costados de las filas los militares del cuerpo de fuerzas especiales "HUMO" cargaban metralletas que no dudarían en utilizar contra los civiles si es que ellos se revelaban.

Mi deber como TRABAJADOR ASIGNADO era de "revisor", quiero decir, yo hasta antes de este día (el día de marcharnos) conducía un taxi volador para ganarme la vida, pero mi pasa tiempo favorito era subirme al techo del edificio donde vivía y mirar a las estrellas.
Para muchos -incluso para mí- este era el día más feliz, íbamos a comenzar una nueva vida y a viajar por el universo. Sin embargo, para muchos otros la melancolía era el sentimiento más fuerte ya que iban a dejar todo atrás. El lugar donde crecieron y que les dio la oportunidad de vivir... "LA TIERRA".
Pero si el humano quería salvar al planeta primero debíamos salvarnos a nosotros mismos y este era el día.
El día de la salvación comenzaba hoy.

Pero no todo era lindo, en un matiz de rosa y gris yo había corrido con suerte al ser asignado por orden militar para revisar los pasajes de las personas, ya que podía ingresar al CRUCERO ESPACIAL DE CARGA (así eran llamadas las naves que transportaban a los civiles) en el momento que yo quisiera. En cuanto a los demás, quienes no fueran militares o personas importantes del gobierno, debían mostrar sus pasajes a los revisores.
Había muchos otros jóvenes asignados a estas tareas al igual que yo, todos éramos jóvenes entre 17 y 20 años.

La religión había quedado CASI por completo en el pasado, la humanidad ahora creía en su propio destino, aunque muchos protestantes decían que esto era la furia divina y que estábamos condenados a la muerte por destruir nuestro propio planeta. El hogar que Dios nos dio para vivir.

...

La lluvia cada vez se hacía más presente, los relámpagos y los truenos eran más frecuentes, el viento soplaba mucho más fuerte y se formaban torbellinos. Las pocas aves que quedaban sueltas volaban aterrorizadas sin rumbo. (Los animales habían sido rescatados en su mayoría e iban a bordo en otras naves espaciales).

La vida era casi imposible en la Tierra, había rumores sobre partes del planeta que eran habitables sin la necesidad de trajes, pero solo eran rumores.

...

La gente no quería pero comenzaban a perder la calma, perdíamos mucho rato estacionando las naves y revisando que el pasaje fuera correcto. Yo por decisión propia, no revisaba nada para conseguir ganarle algo al reloj. Las naves tenían espacio de sobra y no tenía caso ralentizar esto cuando la lluvia al caer nos iba a matar a todos.

...

Una alarma atrapó la atención de todos en la estación y tras su eco sobre una inmensa pantalla que debía medir 100 metros de largo apareció la imagen de un soldado "HUMO".

-Atención. El comandante Nibison les dirá algunas palabras -. La imagen holográfica del soldado desapareció y en su lugar apareció el comandante Nibison. Un personaje rubio que rondaba entre los sesenta años, apareció con una sonrisa de oído a oído y unos dientes perfectamente lavados, su mirada estaba clavada en todos nosotros, cada uno debía sentirse consumido y atrapado por esa cálida mirada, sus ojos verdes en los que se reflejaba su propio monitor donde a su vez estábamos reflejados todos nosotros. Todos éramos tan pequeñitos y él tan enorme, tan lleno de poder. Era nuestro líder. NUESTRO REY. Lo veíamos y tratábamos de esa manera.
Nadie podía oponerse o iba a desaparecer.
Comenzó a dar su sermón sin parar de sonreír y sin despegar la mirada, no parpadeaba, sus ojos tan abiertos como los de un cocodrilo a punto de cazar su próxima presa. De fondo estaba su oficina, repleta de las banderas que hace algunos años dividían al mundo en "países".
-Buen día a todos. Este día será diferente, todos nosotros nos iremos a un nuevo hogar, un nuevo mundo donde las guerras y las clases sociales ya no existirán.
Erradicaremos las enfermedades y seremos felices por siempre, además gobernaremos la galaxia... Pero para mirar a las estrellas más lejanas primero debemos voltear aquí, a lo que ya es nuestro y es por eso que les prometo que regresaremos a la Tierra, a este lugar que nos dio la vida. ¡LES PROMETO QUE NO LES FALLARÉ! -Tras el sermón la gente aplaudió al unísono. Sin embargo había algo extraño, apenas el comandante Nibison terminó de hablar y tras continuar sonriendo apetitoso, mientras algunos sectores aún aplaudían entusiasmados, la transmisión volvió a poner en escena al militar que habló primero, para esta vez dar algunas indicaciones.
Pero estoy casi seguro que al igual que yo, muchos se dieron cuenta que solo había sido una grabación.

PRÓFUGOS EN EL UNIVERSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora