8. "03"

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Gaspra:

Solo había un halo de luz al final del pasillo.
No podía ni mirar mis manos, todo era tan oscuro que incluso dudaba si en verdad esa luz era real.
Escuchaba voces a lo lejos y el canto de una maquinaria partiendo cosas.
El suelo se sacudía a menudo y el olor era asfixiante.
Mi cuerpo me dolía al igual que mi cara. Me costaba moverme, al hacerlo sentía que mis huesos de cristal se rompían en diminutos fragmentos.
Frente a mí, mis manos tocaban un metal frío, el espacio era reducido. Quería levantarme y correr pero mis piernas no tenían la suficiente fuerza.
Lo último que recordaba era a esos dos soldados arrastrando mi cuerpo.
Su general me perdonó la vida.
No entiendo por qué.
Quizás estoy en el basurero de la nave espacial esperando a ser arrojado a la nada o tal vez pago una condena por un crimen que jamás cometí.
No entiendo que sucede, solo me rescató para hundirme.

Un grito desgarrador irrumpió mis pensamientos.
—¡Cállate! —Gruñó otra voz.
Escuché algunos golpes.
—Agárralo fuerte
—A mi cuenta
—No por favor, piedad
—Uno...
—¡NOOOO!..
—Dos...
—AUXILI...
—¡Trees!
La maquinaria volvió a oírse, eran como unas cuchillas despedazando algo.
Mi corazón latía con pánico. Los gritos cesaron.

Por todo el pasillo se escuchaban los pasos de unas personas transitando y tras abrir una puerta entró un halo de luz y de ese halo de luz fueron apareciendo la silueta de dos hombres con trajes blancos que les cubrían todo el cuerpo y cara, uno tomaba apuntes y el otro le indicaba que anotar.
Yo quería hacerme pequeñito.
Volví a cerrar mis ojos y a tenderme en el suelo. Pasaron junto a mi celda.
-83 kg de carne, 66 kg de vegetal, 41 litros de agua -Le dictó uno de los tipos.
Se retitaron sus trajes y sacaron un par de botellas de cerveza. Uno de ellos llevaba un llavero colgado a su fajo. Uno era más alto que el otro, ambos eran pelones pero el pequeño era gordo mientras que el más alto era musculoso.
—Salud compañero —exclamó el tipo alto.
—Brindemos por el nuevo mundo y el nuevo control —Le contestó su colega.
—Serémos reyes.
Ambos comenzaron a beber.
Debía idear un plan para salir de aquí, aunque me daba miedo hacerlo.
—Su majestad, que le parece si nos divertimos un poco con Marfigalo, presentémosle a su novia
—Será divertido.
Ambos hombres, ya un poco ebrios se aproximaron de nuevo hacia mi celda.
Volví a recostarme, no sabía a donde ir ni que hacer pero ya mis ojos se acostumbraban a la oscuridad.
Sacaron una linterna y alumbraron a la celda delante mía, no parecía haber nadie. Era muy oscura y profunda.
Golpeaban las rejas con una barilla de metal. El ruido era terrible, sentía que iba a explotar mi cabeza.
—Despierta maldita basura —un hombre dentro de la celda se abalanzó contra las rejas, intentó arañarlos pero solo alcanzó a tomar a uno del cuello.
Su piel estaba cortada por todas partes, estaba demasiado delgado y con la ropa desgarrada, era demasiado alto, aún más que el tipo musculoso. Debía de estár quizás a la altura del general Robby, pero todo su cuerpo echo bolita debía ser un bícep del general.
—Tranquilo Marfigalo, tenemos de donde chupar —derramaron cerveza sobre el prisionero.
—Marfigalo es tú puta hermana —contestó furioso el prisionero. El otro tipo se comenzó a reír pero al primero no pareció causarle mucha gracia.
—Detén esto —dijo lleno de rabia y le entregó la linterna a su compañero.
—Tranquilo Demeter, no te vaya a golpear como la última vez —contestó el tipo alto riendose.
—Esta vez no tendré piedad con él —respondió Demeter (el tipo chaparrito y gordo).
Tomó sus llaves y abrió la reja, alzó la barilla de metal e ingresó a la celda. El prisionero se perdió en la oscuridad.
Mientras el otro tipo bebía de su cerveza encarnecidamente.
—¡Ayudame Raf! —gritó exhausto Demeter tan pronto como entró.
Raf ingresó corriendo a la celda.
Ahora eran los gritos del prisionero los que se escucharon.
—Recuerdame cual es tú maldito nombre maldita escoria —gruñó Raf
—Soy Marfigalo...
—Así me gusta imbécil... Y también eres mi perra
—No entiendo por qué te pones tan agresivo amigo, venía a presentarte a tú novia —intervino Demeter.
Los tres salieron de la celda y me alumbraron con su linterna, mis ojos se cerraron por la luz directa sobre mí.
El prisionero tenía las heridas más abiertas ahora y algo de sangre le brotaba de la boca.
—Se llama Susana —exclamó Demeter refiriéndose a mí.
—¿Cuándo será su boda? —preguntó Raf.
De nuevo ambos se reían a carcajadas como si contaran los chistes más gracioso del universo. El prisionero bajó la mirada, sentí pena por él.

PRÓFUGOS EN EL UNIVERSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora