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La miré y por mi cuerpo recorrieron emociones encontradas; Alivio y curiosidad.
—Alisson hay alguien más —le susurré tratando que no me oyeran ni los átomos.
—Te sacaré de aquí —liberó de su bolsillo una pistola y apuntó hacia las bisagras de la celda
—¡Alisson cuidado! —le grité.
En dos ocasiones el pasillo se iluminó por los disparos pero no pude ver el cuerpo del hombre misterioso en ningúna parte, había desaparecido como si solo hubiera sido una alusinación. Alisson derribó la cerradura pero tan pronto como la luz se esfumó, Alisson apuntaba con firmeza a Jerry, el cual nervioso tenía las manos levantadas y a su costado había dejado caer una barilla de metal con la que iba a romper la cerradura de mi celda, la cual ya estaba abierta.
—Identifícate, tienes tres segundos si no quieres que te vuele la cabeza
—Tienes uno si no quieres que te la vuele yo —intervino la otra voz al fondo, la misma voz tranquila y aspera. Estaba el soldado HUMO-03 en lo oscuro del pasillo detrás de Jerry, apuntándole con otra pistola.
Jerry observaba asustado a ambos. Sonó el cargador de una de las armas y por la adrenalina y el temor a perder a mi amigo me hizo saltar contra Alisson. Ambos caímos al suelo, mi naríz rozó con la suya y nuestras miradas se interceptaron en medio de la oscuridad. Se apagó mi radar emocional al mirar sus ojos tan cercas y mis sentidos dejaron de orbitar mi cabeza. Fue efímero como una burbuja al explotar.
El otro soldado me pateo las costillas y me derribó.
Apuntó su arma contra mí y Jerry se abalanzó contra él justo antes que disparara, la bala rebotó en uno de los muros contra el suelo pero el soldado también derribó a Jerry. Pude ver las cara de 03 y Alisson al iluminar el pasillo con el balazo, ambos tenían heridas en sus labios y una cierta similitud en algo que todavía no podía identificar que era.
—Tranquilizate Eris —exclamó Alisson ya de pie —debemos irnos.
—Lo siento —no se me ocurrió nada más por decir. Estaba avergonzado con ella.
Sentí una mirada pesada proviniente de Eris y aunque no podía ver sus ojos sabía que me analizaba, hacía respiraciones profundas.
Sus labios hicieron otra mueca de sonrisa y se marchó detras de Alisson.
Se alejaban del pasillo. Alisson se marchó despidiendose de mí con el silencio de sus ojos, inyectandome adrenalina en las venas. Quería correr, quería gritar, quería alcanzarla y si no lo conseguía, matarme.
Jerry me sacudía. Estaba entrando en un trance.
—Gracias amigo —me dijo con brillo en sus ojos.
—Debemos escapar —le respondí.
Ambos corríamos por el pasillo, me olvidé del dolor y de que existía la muerte.
Quería encontrarla y disculparme pero ya se había perdido en algún lugar.

El pasillo se volvía más cálido y más iluminado. Ahora al principio me costó acostumbrarme a la luz pero pude adaptarme a ella.
No había pistas de Alisson, los pasillos eran largos y rectos pero era como si hubiera desaparecido.
—Ponte esto encima —Jerry me extendió uno de los trajes que llevaban puestos Raf y Demeter y él se puso el otro.
—Jamás he conducido una nave pero he visto muy de cercas como es. Podemos lograrlo —asentí con la cabeza, iba a hacer lo que él sugiriera, después de todo yo no tenía un plan.

Un estallido en el piso de arriba apagó todas las luces dejándonos en total oscuridad, no podía ver nada.
Jerry encendió la misma linterna que había utilizado Raf antes.
Había ratones chillando y corriendo con pánico por todas partes, murciélagos ciegos que volaban junto a nuestras cabezas, explosiones y balazos.
Solo faltaba subír una gran escalera, a lo alto nos esperaba una compuerta que nos llevaría a otra sala.
La idea era hacernos pasar por Raf y Demeter y llegar al hangar. Eso me explicó Jerry.

Los escalones se sacudían y con cada pisada se doblaban, algunos se caían después que nosotros pasaramos. Eran varios metros de altura, tal vez seis.

Se oían los rugídos de una criatura furiosa. Era aterrador. Se escuchaban muchas pisadas deslizandose por encima de nosotros.
—Tranquilizate —me pidió Jerry y apagó la linterna.
Me tomó del hombro.
—Confía en mí y sígue mis pasos
—La última vez que confié en alguien terminé siendo un prisionero —respondí serio pero en verdad lo decía jugando.
—Eres mi único amigo, no te abandonaré
—subíamos las escaleras tan deprisa como podíamos, pero aún así era demasiado lento, la luz a lo alto no parecía acercarse y las escaleras temblaban mucho.

De repente la compuerta que nos esperaba salió disparada y en su lugar apareció la cara de una espantosa criatura con un par de colmillos enormes, antenas y un par de ojos color rojos. Rugía mientras asomaba más patas con cuchillas inmensas.
—No hagas ruído —me ordenó Jerry susurrándome. Tienen pésima vista y olfato, no vendrá a nosotros si no nos escucha.
—Entendido —la criatura movía su par de antenas y ronroneaba como los gatos mientras aseguraba cada centimetro cercas de ella.
—Marfigalo —susurró la voz de Demeter debajo de los escalones, estaba borracho. Se agarraba del eje que sostenía los escalones, si se resbalaba caería varios metros y no podría subir de nuevo. Estaba perdido.
—Marfigalo ayúdame
—Cállate —contestó
La criatura parecía escucharnos, intentaba bajar por las escaleras pero a la vez no se atrevía a hacerlo.
—Marfigalo ayudame a subir
—¿Quiéres callarte?
—Dame la mano, ayudame a subir, por favor amigo —cada vez Demeter sonaba más alarmado.
—No somos amigos.
La bacteria se enfurencía más.
Al poner el peso de una de sus patas derribó el escalón cuesta abajo.
—¡Marfigalo por favor! —gritó horrorizado Demeter. La criatura rugió furiosa y esta vez decidida comenzó a bajar tomandose del eje y de las bardas.
Extendí la mano y sostuve fuerte a Demeter.
—¿Qué estás haciendo? —gruñó Jerry
—No podemos abandonarlo
—Por favor Susana, sácame de aquí —la bacteria se lanzó contra nosotros. Era enorme, tenía varias cuchillas gigantes.
Se lanzó cuesta abajo pero un robot echando humo la detuvo.
Pude ver tras el cristal quien lo manipulaba, era el general Robby.
La bacteria se disparó contra él y comenzó a golpear el cristal con sus poderosas patas. El robot sacudió a la bacteria mientras ella le mordía un brazo, después la arrojó al suelo y con un lácer la partió en dos pero otra lo atacó por la espalda.
Ayudé a incorporar a Demeter de vuelta a la escalera.
—Vámonos de aquí —exclamé.
Jerry iba al frente, podía brincar el espacio de los escalones restantes sin ningún problema. Arriba seguían luchando Robby contra la criatura y al arrancar una de las extremidades de esa bestia y lanzarla a las escaleras, rompió los tres escalones que estaban delante mío.
El robot cada vez estaba más dañado, podrían romper el cristal en cualquier momento.
Jerry estiró su mano y me ayudó a llegar al otro lado. Estabamos casi arriba.
—Por favor Marfigalo, no puedes abandonarme aquí —imploró Demeter. Su voz estaba quebrada a punto de soltarse en llanto. Jerry lo miró con odio, por un momento creí que lo ayudaría, pero continuó su camino hasta llegar a la salida.
Yo no podía abandonarlo.
Estiré mi brazo, solo tenía que pasarlo ese espacio.
—Te lo agradezco mucho amigo —tomó mi mano. En su frente se saltaron sus venas y sus ojos se pusieron como los de un maniático.
Me trató de lanzar al fondo del pasillo.
Luchabamos por escapar pero el escalón perdía fuerza.
—Púdrete maldita perra —me gritaba furioso.
—¡Alcanza mi mano! —Oí desde arriba. El brazo de Jerry estaba a pocos centímetros de mí pero la respiración se me cortaba. No podía luchar más. Demeter se había tomado de mi cuello. Saltó y alcanzó el siguiente escalón y yo rodé por los escalones cuesta abajo.
Perdí nuevamente el conocimiento al impactar mi cara contra el suelo, solo alcancé a mirar en la débil luz a Jerry tratando de detener a Demeter y gritar que volvería por mí.

PRÓFUGOS EN EL UNIVERSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora