13. DESCANSO

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Gaspra:

Tenía nauceas. Llevaba toda mi estancia en esta habitación vomitando.
Compartiría recamara con Alisson y con Eris. Alisson había entrado a darse un baño.
Era una habitación moderna, con aire acondicionado y plantas en todas las paredes, tenía dos literas y un baño grande. Había recuadros en las paredes de fotografías antiguas de la vida en la Tierra y de monumentos importantes; en una estaba la torre eifel y en otra la muralla china. Había fotografías de grupos indígenas y de gente viviendo en Alaska. De la vida en la ciudad y en los pueblos, de animales, de paisajes y de plantas. Imagenes llenas de color. Pero lo que más llamaba mi atención eran las fotografías de dos niños fumando de toda clase de drogas y divirtiéndose de manera alocada, viviendo al límite del riesgo, grafiteando las paredes o paseando en sus patineas a alturas increíbles, alturas que si el viento te aventaba caerías y morirías antes de tocar fondo, como en las orillas de la punta de los edificios. Eran fotos increíbles. En una foto estaban los dos juntos, unos adolescente con cabello blanco, lentes negros y un gorro, abrazando a una chica de cabello lácio muy negro y cargando entre ambos una cartulina que decía "JUNTOS HASTA EL FINAL". Ambos se veían muy felices, sonrientes. No estaba de más suponer que eran ellos, Alisson y Eris hace unos cuantos años atrás. Sin embargo por mi mente transitaban el recuerdo de las bacterias, de los soldados muertos y de todos los malos recuerdos que había vivído hace apenas unas cuantas horas. Desgraciadamente eran imágenes que mi memoria jamás borraría.
También me inquietaba encontrar a Jerry, si alguien podía saber donde estaba, ese sería Eris. Pero me daba pavor ese tipo. Siempre su sonrisa, sabía que no era más que una careta que utilizaba, una máscara.
La perilla de la puerta se giró y un sonido de madera vieja resonó por la habitación.
—Vaya, tenemos un huesped nuevo —exclamó Eris con sarcasmo y arrojó su mochila a la litera donde yo estaba sentado.
—Apartate de ahí chico, esa es mi cama
—La gané yo —contesté sin pensar. No sé de donde saqué el valor para hacerlo. Me tenía arto, su manera de tratarme, no lo entendía. Pero el valor rápido se desvaneció de mí.
—¿Qué dijíste saco de basura? —me tomó de la camisa y me levantó de la cama, lanzándome con fuerza contra la pared.
Mi espalda crujio como un crístal al romperse. Quise resistirme y defenderme, pero sabía que terminaría aplastado. Mis ojos quisieron llorar pero retuve las lágrimas. Aparenté no tener miedo. Trataba de mirarlo a los ojos pero su cabello lacio y blanquecino los cubría, no entendía como no le molestaba ver así.
—Será mejor que te largues —me advirtió furioso.
—No entiendo por qué me odias
—No te odio, no odio a nadie. Pero pones en riesgo la vida de Alisson cada vez que apareces y eso no lo puedo permitír
—Yo solo quiero ayudar —le respondí con la garganta apunto de romperse. Me llevaba conteniendo el llanto mucho tiempo ahora. Quería que Alisson saliera de la bañera y apaciguara todo.
—¿Quieres ayudar? Defiente —no pude comprenderlo, creo que él quería que lo golpeara. Pero si lo hacía, mi cara sería su costal de box.
Lo empujé con mis brazos, su pecho era durísimo. Debía hacer muchísimo ejercicio.
—Perfecto saco de basura, cuida tú trasero —Eris se colocó en posición de pelea. Yo no sabía pelear, jamás en mi vida me había peleado con nadie. Pero ahora entendía que si me mostraba valiente contra él, tal vez podría ganarme su respeto.
Así que me intenté colocar en la misma posición qué el, aunque creo que me fue fatal en el intento. Seguro me veía ridículo.
—¿Dónde está Jerry? —pregunté una vez me armé de valor y tenía los puños cerrados.
—Oh cierto, esa campamocha enorme era tú amigo, ¿por qué crees que yo sé dónde está? No soy su niñera
—Jerry estaba con Demeter y tú capturaste a Demeter y lo golpeaste. ¿Le hicíste lo mismo a mi amigo? —me estaba enfureciendo con él. Ahora en verdad quería pelear. Aunque sabía que yo saldría perdiendo.
—Si quieres saberlo tendrás que obligarme a decirtelo —volvió a pintar su sonrisa falsa —Mi cuerpo se paralizó. Quería correr a él y aplastarle la cara, pero la sensación de lo que me haría me helaba la piel.
—Jerry está muerto —afirmó sonriendo con su sonrisa hipócrita. Ahora si me había hecho enfurecer. Podía saber que me mentía, pero su sonrisa y su sarcásmo me hacían ponerme tembloroso de rabia.
No conocía esa faseta en mí, quería terminar de reventarle el labio.
—Era un cobarde. Un insecto fácil de pisotear —no lo toleré más, corrí a él. Apreté fuerte mi puño y golpé lo más fuerte que pude su cara.
Sus boca salpicó sangre pero mi mano se enrojeció y mis dedos chillaron. Sentí que me había fracturado los nudillos y que había perdido el cartilago.
Retrocedí. El pánico se apoderó de mí.
Quise gritar pero contuve el dolór.
—Estás jodido —murmuró con su voz relajada. Volvió a sonreír, pero esta vez las gotas de sangre le mancharon todo labio. Pude sentirlo. Su furia. Sus ganas de asesinarme.
Se lanzó contra mí, se aferró a mi camisa y me levantó. Era increíble la fuerza que tenía. Luego me arrojó contra suelo. Mi cuerpo cayó como una rama desde la cima del árbol partiéndose en muchos pedazos, así sentí que el hueso de mi columna se rompió. La imágen era borrosa pero al cabo de un momento, como si fuera la lente de una cámara y hubiera enfocado, observé su puño aproximándose a mi cara, pero se detuvo tras oír la perilla de la puerta del baño abrirse. Pude ver mi cara destruida si hubiera recibido ese puñetazo.

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