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-Resulta muy difícil decidirse - dijo la duquesa de Avendale-. No sé cuál elegir.
Miró al otro extremo de la mesa de jardín y vio bostezar a ________, pero no hizo ningún caso. Le acercó los objetos entre los que dudaba.
-¿Cuál te gusta más?
-Gisell, estás eligiendo pergamino para invitaciones -contestó ________-. Gran Bretaña no va a desaparecer si no tomas la decisión acertada. ¿A ti cuál te gusta más?
Gisell se mordió el labio inferior.
-No lo sé. Creo que el de color crema, pero es más caro. ¿Crees que vale la pena?
-Si es el que más te gusta, entonces vale la pena gastar un poco más.
-No es a mí a quien tiene que gustarle, sino a mi marido. He quedado esta tarde con el papelero. ¿Vendrás conmigo para asegurarte de que hago bien el encargo?
Gisell era la mejor amiga de ________ desde que eran pequeñas. A ésta no le gustaba nada verla dudar.
-Ya has dado muchos bailes. Sabes perfectamente cómo encargar las invitaciones.
-Pero a Avendale siempre hay algo que no le gusta. Quiero que todo sea perfecto.
________ estaba convencida de que no habría muchos hombres en Londres a los que les importasen demasiado los preparativos de un baile, y Gisell había tenido la mala suerte de casarse con uno de ellos. A su marido le obsesionaba la perfección, y eso hacía infeliz a su mujer y restaba alegría a cualquier cosa que ella hiciera.
-La perfección absoluta no existe; y si existiese, estoy segura de que sería bastante aburrida. De todos modos, nos quedamos con el color crema -dijo ________-. Creo que es más elegante; ya encargaré yo las invitaciones.
-Eso no es necesario.
-Es lo mínimo que puedo hacer. Con mi padre enfermo no es apropiado que yo celebre ningún baile en mi casa, y tú me dejas organizar uno contigo en tu encantadora casa. Así que yo me ocuparé de las invitaciones.
-Si estás segura de que no te importa...
-No me importa en absoluto.
Gisell suspiró profundamente.
-Gracias. Una cosa menos de la que preocuparse.
-De camino a casa, me pasaré por la papelería.
-Eres un encanto.
________ volvió a bostezar.
-Perdón.
-No recuerdo que se celebrase ningún baile ayer por la noche y, sin embargo, desde que has llegado tengo la impresión de que estuviste despierta hasta muy tarde -observó Gisell.
-No he dormido demasiado bien.
-¿Es por tu padre? ¿Acaso ha empeorado?
Debería haber sido la preocupación por su padre lo que la mantuviese despierta. Ya hacía casi un año que una apoplejía lo había dejado postrado en una cama. Ahora tenía poco más que la apariencia de un hombre. Ella se pasaba las tardes, y a menudo las noches, leyéndole, intentando darle todo el consuelo del que era capaz. Había contratado enfermeras para que lo cuidasen siempre que ella estaba fuera para que su padre no se sintiera culpable de que su hija estuviera dedicándole todo su tiempo. Era joven. Él hubiese querido que disfrutase de la vida. Pero últimamente, ésa le parecía a ________ una meta muy difícil de alcanzar.
-No, mi padre parece estar igual. Aunque, como no puede hablar, es difícil de asegurar.
-Entonces, ¿qué es lo que te preocupa?
-Cierto lord muy irritante. De alguna manera, Jeon había conseguido echarle un hechizo, y ahora, al recordar lo sucedido entre ellos la noche anterior, _________ se estremecía y se sentía incompleta. ¿En qué libertinajes habría estado metido para llegar a su casa tan tarde? ¿Y qué clase de hombre era para asumir de inmediato que alguien como ella había ido a visitarlo por motivos puramente carnales? Sólo el peor de los sinvergüenzas vería a una mujer con tales ojos. ________ no era una mujerzuela de la calle. Era casta, pura y recatada. Sin embargo, después de aquel beso, se había dado cuenta de que su vida era bastante insulsa. Lo que había ocurrido con Jeon la había hecho comprender, por fin, por qué se disuadía a las jóvenes de que experimentaran tales intimidades hasta que estuvieran casadas. ¿Tendrían todos los hombres el poder de hacer que las mujeres ardiesen de deseo? ¿O sólo lo tenían los hombres que, como el conde, merodeaban por las puertas del infierno?
-Gisell, tú llevas cinco años casada.
Su amiga había atraído la atención del duque de Avendale desde su primera Temporada, y se había casado con él la Navidad de aquel mismo año.
Gisell frunció el cejo.
-¿Es una pregunta?
-No, es una observación que me he sentido obligada a hacer antes de preguntarte: ¿tu marido te besa?
-Ésa es una pregunta un poco extraña.
-Yo soy soltera y no tengo una madre a la que poder preguntarle estas cosas. Por eso debo recurrir a mi amiga casada para que me ayude con las respuestas. ¿Te besa?
Gisell bebió un sorbo de té mientras parecía sopesar la pregunta.
-A veces.
-Y cuando lo hace, ¿te deja con ganas de más?
-¿Con ganas de más qué?
A ________ casi se le escapó la risa. Si tenía que explicárselo, entonces era evidente que su marido no la besaba como lo había hecho Jeon. Pero Avendale era un caballero desde el día en que nació, mientras que el conde no era más que un granuja vestido de lord.
Observó cómo su amiga se inclinaba ligeramente para servir más té. Miró el jardín alrededor. Era irónico que pudiese haber tanta belleza en un lugar donde anidaba tanta monstruosidad.
-Te ha vuelto a pegar, ¿verdad, Gisell?
-No digas tonterías.
________ alargó una mano y la apoyó sobre la de ella.
-Me he dado cuenta por lo despacio que te mueves. Parece que hasta el mínimo movimiento te produzca dolor. Puedes confiar en mí. No se lo diré a nadie, ya lo sabes.
Las lágrimas empezaron a asomar a los expresivos ojos de Gisell.
-Llegó tarde a casa, venía hecho una furia. No estoy muy segura de qué es lo que hice mal...
-Dudo mucho que tú hicieras nada mal. E incluso, aunque lo hubieses hecho, no tiene ningún derecho a pegarte.
-La ley discrepa.
-¡Me importa un bledo la ley!
Gisell abrió los ojos como platos y, jadeando, dijo:
-________, cuidado con lo que dices.
-Me reprendes por mi lenguaje y sin embargo seguro que recibes sus golpes en silencio.
-Soy su mujer, soy de su propiedad. La ley le da derecho a hacer conmigo lo que quiera, incluso a obligarme a satisfacerle cuando no tengo ganas. Algún día entenderás la verdad sobre el matrimonio.
-Dudo mucho que me case nunca. Pero si lo hago, no le daré a un hombre el control sobre mi persona.
-Sólo has conseguido evitar el matrimonio porque tu padre está enfermo y tu hermano está de viaje. En cuanto vuelva y asuma sus responsabilidades, incluidas las que a ti respectan, todo cambiará.
-No, eso no ocurriría nunca. ________ era mucho más fuerte que Gisell. Aunque sí tenía que admitir que había ganado mucha independencia desde que Sterling se fue. Su padre había empezado a enseñarle cosas a ella por temor a que su hermano no volviese de sus viajes. Desde que cayó enfermo, ________ se había propuesto sustituirlo en el manejo de sus propiedades hasta donde le era posible. Sabía que su voluntariosa naturaleza intimidaba a mucha gente y que algunos susurraban a sus espaldas, pero no pensaba dejar que el legado de su padre se deteriorase o se perdiera.
-Ya tengo veintidós años, Gisell, y ningún hombre ha mostrado ningún interés por hacerme su esposa.
-Eso es porque el conde Diablo te miró como si te estuviese haciendo suya en aquel baile, y tú le devolviste la mirada. Deberías haber bajado la vista, igual que las demás mujeres decentes. Fue él quien arruinó tu reputación.
________ esbozó una sonrisa forzada. Si Gisell supiese que últimamente había hecho mucho más que mirarlo, que había aceptado su beso de buena gana, seguro que se moriría allí mismo.
-Estaba intentando intimidarme, y yo no me dejo intimidar fácilmente. Me pareció la oportunidad perfecta para demostrarles a todos que tengo carácter - contestó.
-Lo que demostraste es que eres obstinada. Y ningún hombre quiere casarse con una mujer obstinada.
-Entonces, ningún hombre podrá tenerme jamás, porque no pienso cambiar para agradar a nadie.
-Cuando amas a alguien, haces cualquier cosa para ganarte su favor.
-¿Incluso dejar que te pegue?
Gisell se estremeció y, aunque ella lamentaba la dureza de sus palabras, no sabía qué más hacer para conseguir que su adorada amiga la escuchase; por su propio bien.
-Abandónalo, Gisell. Déjale y vente conmigo. Nos iremos a la casa que mi padre tiene en el campo. Allí encontrarás refugio y estarás segura.
-¿Tienes idea de lo furioso que se pondría? Me encontraría, ________, y me mataría por haberlo traicionado. No me cabe ninguna duda. Es un hombre muy orgulloso, y cuando algo amenaza su orgullo...
-Te pega a ti porque no tiene el valor de enfrentarse a sus debilidades.
-Tienes una opinión muy mala de él.
-¿Por qué no debería tenerla? Yo sé lo que te hace. Tú te esfuerzas por esconderlo, pero temo que llegue un día en que no se pueda esconder.
-Hace cinco minutos me has preguntado si me besa. Sí que lo hace, y a veces es encantador.
-¿Encantador? No. Un beso tiene que ser apasionado, tiene que hacer que te tiemblen las rodillas, que se te acelere el corazón... -Se le fue apagando la voz al tiempo que negaba con la cabeza. Se estaba dejando llevar por el recuerdo del beso de Jeon.
-________, ¿qué es lo que has hecho?
-Nada.
-Actúas de una forma muy extraña, y tu descripción... ¿has tenido algún escarceo amoroso?
-No digas tonterías.
-Entonces, ¿a qué viene este interés repentino por los besos?
-Sólo intento entenderte. ¿Qué es lo que te da él para que valga la pena?
-El deber de una mujer es estar junto a su marido.
________ apretó la mano de su amiga.
-Gisell, yo no soy tu familia; no te voy a pedir que seas una buena hija y una buena esposa. Me rompe el corazón verte así.
Las lágrimas asomaron de nuevo a los ojos de la joven.
-Oh, ________, a veces me da tanto miedo... Dicen que su primera esposa era muy torpe y se cayó por la escalera. Y que la segunda resbaló en la habitación y se golpeó la cabeza en el suelo con tanta fuerza que se mató. Había oído todas esas historias y jamás dudé de su veracidad hasta que me casé. Arendale es tan encantador cuando no está enfadado... Oh, pero cuando está molesto resulta completamente aterrador.
-Entonces déjale.
-¡No puedo! -espetó - . La ley no me protegerá. Él dirá que lo he abandonado y le entregarán a mi hijo. Mi familia se sentirá mortificada y no me apoyarán, y mi marido, cielo santo, ________, la furia que ha demostrado hasta ahora no será nada comparado con la que lo poseerá entonces. Lo sé con la misma certeza que sé que tu té se ha enfriado. Sería una desgracia para todos. Es mucho mejor que me limite a aceptar mi destino y me esfuerce por conseguir que no se enfade.
________ le soltó la mano y se echó hacia atrás.
-Oh, Gisell, no puedo soportar lo que ha hecho contigo. Los abusos físicos son terribles, pero que haya conseguido destruir a la encantadora mujer que eras... Yo jamás podré perdonárselo.
Su amiga hizo una mueca y le cogió la mano.
-Sé lo obstinada que puedes ser, pero por favor nunca te enfrentes a él. No debe enterarse de que lo sabes. Si se siente amenazado... Cielo santo, ________, que Dios se apiade de nosotras.
-Por mí no sabrá lo mucho que lo desprecio.
Gisell pareció relajarse y aflojó la presión con que cogía la mano de ________.
-¿Podemos hablar de otra cosa? Ese asunto consigue afligirme. No me gusta saber que te preocupas tanto por mí.
-Olvídate de mis sentimientos, Gisell. Te quiero. No importa lo que ocurra, eso no cambiará jamás.
-¡Mamá!
Un pequeño de cuatro años corría por el jardín dejando atrás a su niñera. Se dejó caer sobre Gisell. Ella jadeó y palideció considerablemente.
-Cariño, no debes dejarte caer tan fuerte sobre mamá.
El niño pareció herido por la reprimenda. ________ se dio cuenta de que su amiga estaba mucho peor de lo que dejaba entrever. Gisell nunca regañaba a su hijo. Nunca.
-Whit, ven a ver a la tía ________ - dijo ésta - . Mi regazo necesita un niño.
Él se acercó corriendo y ella lo abrazó. Se preguntó cuánto tiempo pasaría antes de que su padre empezase a volcar sus frustraciones en él.

________ volvió a casa a última hora de la tarde. ¿Cómo podría vivir con su sentimiento de culpa si Avendale mataba un día a Gisell? ¿Cómo conseguiría volver a mirarse al espejo si no hacía nada, sabiendo lo que estaba ocurriendo?
A pesar de tener muchísimos conocidos, amigos y sirvientes a veces se sentía terriblemente sola. Sólo a Gisell podía confiarle sus preocupaciones. Sin embargo, no se atrevía a decírselo todo; su queridísima amiga ya tenía sus propios problemas, así que ________ cargaba sola con sus preocupaciones y angustias.
Cansada y con el corazón encogido, subió la escalera y se detuvo ante la puerta de la habitación de su padre.
Desde que cayó enfermo, ella había conseguido una independencia de la que gozaban muy pocas mujeres. Al no estar allí su hermano para vigilarla, podía hacer lo que quisiera sin tener que darle explicaciones a nadie.
¿Tendría Gisell razón? ¿Perdería su libertad si llegaba a casarse algún día? ¿O era verdad lo que ella decía y ningún hombre querría convertirla nunca en su esposa?
Desde niña, siempre había sido un poco obstinada. Bueno, se corrigió, muy obstinada. Su hermano la llamaba niña mimada en más de una ocasión. Aunque no es que él pudiese señalar a nadie: estaba conociendo mundo, pasándoselo en grande, viviendo el momento... mientras _________ se había tenido que quedar allí a cuidar de su padre. Aunque, para ser justos, Sterling no sabía que éste estaba enfermo.
Tras su primer ataque, cuando todavía podía hablar, le había dicho que no se pusiera en contacto con Sterling bajo ningún concepto. El siguiente ataque lo había dejado mudo, sin poder comunicarse con nadie. Ahora, sencillamente, se estaba marchitando.
________ se dio un momento para recomponerse. No quería que su padre la viese llorando por su amiga, llorando por él, llorando por todo lo que ella sola no tenía la fortaleza o el poder de cambiar. Inspiró con fuerza, abrió la puerta y entró en la habitación. El olor de la enfermedad la asaltó de inmediato.
La enfermera, que bordaba sentada junto a la cama, se levantó en seguida. Se inclinó ligeramente hacia adelante.
-Mi lady.
-¿Cómo está?
-Bañado y arreglado, esperando su visita de la tarde.
Ella se acercó a los pies de la cama y sonrió a su padre. Le pareció ver alegría en sus ojos azules, pero tal vez sólo fuesen ilusiones suyas.
-Hace un día muy bonito. Debería pedirle a algún sirviente que te llevase al jardín.
Él no reaccionó a su sugerencia. Simplemente parpadeó.
________ se preguntó si se sentiría avergonzado o agradecido de que lo tuviesen que bajar. Resultaba muy complicado saber qué debía hacer.
-Temperance, antes de retirarte, pídeles a los sirvientes que lleven al jardín la otomana que está en el comedor de día, y luego dile a un lacayo que venga a bajar a mi padre.
-Si me permite el atrevimiento, mi lady, no estoy segura de que el médico esté de acuerdo. Eso podría hacerle más mal que bien.
-Si ocurriese algo, tendría que llevar su muerte sobre su conciencia. Con la de Avendale podía vivir, pero con la de su padre...
Suspiró.
-Pregúntaselo al médico la próxima vez que venga a ver al duque.
-Sí, mi lady.
_________ tenía la sensación de que no podía hacer casi nada para proporcionarle comodidades.
-Me quedaré una hora con él - dijo - . Tómate ese tiempo libre.
-Gracias, mi lady.
Se sentó en la silla y cogió la mano de su padre. Éste movió la cabeza ligeramente para poder verla. Frotó con torpeza el anillo que ella había empezado a llevar en la mano derecha.
-Me he puesto el anillo de bodas de mamá. ¿Te parece bien?
Él emitió un sonido gutural. ________ cogió uno de los pañuelos de hilo que estaban apilados en la mesita de noche y le limpió la saliva de la comisura de los labios.
-Me gustaría que me pudieses decir lo que quieres. - Deslizó los dedos por su escaso pelo plateado -. Espero que no sientas dolor.
Suspiró y, antes de apoyar la espalda en el respaldo de la silla, cogió un libro de la mesita.
-Vamos a ver qué aventuras van a vivir hoy Oliver y Artful Dodger, ¿de acuerdo?

EN LA CAMA CON EL DIABLO (JUNGKOOK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora