________ no podía dormir y le parecía una pérdida de tiempo quedarse allí en la cama, con los ojos abiertos clavados en el dosel. Prefería hacer algo útil, así que se fue a la habitación de su padre y le dijo a la enfermera que se marchase a descansar un rato. Ella la despertaría cuando se quisiera retirar.
Su padre parecía dormido, pero ________ se sentía a gusto cogiéndole la mano. Aunque estuviese despierto tampoco le podría contar que había dejado que Jeon Jungkook la besara tres veces. Creía que los motivos que lo habían empujado a besarla habían sido: intimidación, distracción y frustración.
Pero los motivos de ella para besarlo, porque por mucho que se avergonzase al pensarlo le había devuelto el beso las tres veces, eran un misterio. Aquella noche se había apartado porque creía que le iban a fallar las piernas. En realidad, le hubiese gustado que él insistiera. Al pensarlo, recordó que Frannie y el doctor Kim estaban esperando que volviesen al comedor.
Cuando por fin regresaron a la mesa, Frannie no la miró a los ojos. ________ se preguntó si habría algo en ellos o en sus labios hinchados que gritara lo que había pasado.
No quería desear a Jeon Jungkook, pero lo deseaba.
No debería haberle dejado la invitación, pero pensó que si podía bailar con él aunque fuera sólo una vez, se conformaría con poder recordar ese momento durante el resto de su vida. Sin embargo, no creía que un baile pudiese ser ni mucho menos tan satisfactorio como uno de sus besos.
—Nunca he conocido a nadie como él, papá —susurró — . A veces, pienso que me romperá el corazón. No lo hará a propósito, porque él no conoce mis sentimientos, pero lo hará de todos modos. —Le acarició la mano — . Supongo que tú amabas a mamá. Si es así, ¿cómo conseguiste superar perderla? Creo que eso es lo que más me preocupa. Estoy tan acostumbrada a su compañía que no sé cómo voy a sobrevivir cuando no pueda verlo cada día, o, para ser más exactos, cada noche.
__________ pensó que sería divertido llevar a Whit, el hijo de Gisell, a la Gran Exposición. Ella también quiso ir con ellos. En realidad, había insistido mucho; estaba convencida de que la reputación de __________ quedaría arruinada si se dejaba ver en público sin carabina, y dado que Gisell estaba casada, ella podía cumplir esa función.
Llegaron a Hyde Park poco después de desayunar y se pusieron en la cola. Era el día en que las entradas eran más baratas; sólo costaban un chelín, y había gente más bien corriente. El morado de Gisell en la barbilla ya casi había desaparecido, pero ella aún no quería encontrarse con nadie a quien pudiese conocer. Le pareció que sería menos probable que ocurriera si iban ese día.
El edificio de hierro y vidrio conocido como Palacio de Cristal era un increíble y enorme espacio que albergaba las más variopintas exposiciones, especialmente para un niño de cuatro años. Una asombrosa fuente de agua que había en el centro de la estructura había conseguido que Whit abriese los ojos como platos, y ________ había tenido que cogerlo con fuerza de la mano para impedir que trepase por ella.
Ahora, tres horas después, el niño empezaba a estar aburrido y quejoso, porque se sentía cansado. ________ lo había llevado en brazos un rato con la esperanza de poder disfrutar un poco más de la exhibición antes de verse obligada a irse, pero estaba empezando a tener los brazos tan cansados como las piernas de Whit. Ya entendía por qué la reina había visitado la exposición cinco veces: era imposible verlo todo de una vez.
—Whit está comenzando a impacientarse. ¿Crees que sería mejor que nos fuésemos? — preguntó Gisell.
________ pudo advertir la desilusión en su voz y se preguntó si lo que lamentaba su amiga era no poder seguir viendo la exposición o tener que volver a casa.
—¿Por qué no seguimos un poco más? Me encantaría ver el diamante de Koh-i-Noor.
—¿Crees que será tan espectacular como dicen?
—Todo lo que hemos visto hasta ahora lo ha sido.
—Incluso la gente —susurró Gisell—. ¿Alguna vez has visto tanta variedad de gente? Proceden de todas las partes del mundo. Cada vez que miro a mi alrededor... Oh, cielo santo.
Gisell palideció.
—¿Qué pasa? —preguntó _______.
—Es lord Jeon. Y se está acercando a nosotras. —Cerró los ojos con fuerza — . Sabía que no debíamos hablar de él el otro día en el jardín de lady Charlotte.
________ se dio la vuelta. Era cierto, eran Jungkook y Frannie. Era bastante evidente que se dirigían hacia ellas, como si formasen parte de la exposición. Sintió un pequeño estremecimiento ante la expectativa. Allí estaba segura; rodeada de gente y con Gisell a su lado. Él no podría tentarla para que albergase malos pensamientos con un beso. Todo sería muy formal y correcto.
—Ignóralo — le ordenó Gisell clavándole los dedos en el brazo.
¿Ignorarlo? ¿Cómo podía hacer tal cosa cuando le parecía tan extremadamente guapo, con aquel traje azul? Su corbata también era azul, pero la camisa y el chaleco eran de un tono gris. Llevaba guantes de piel y en una mano sujetaba el sombrero y el bastón. Ella ya sabía de qué era capaz aquel bastón, casi tan peligroso como su propietario.
—No pienso desairarlo con un trato que no se ha merecido. — A pesar de sentir cómo Gisell clavaba en ella su horrorizada mirada, ________ saludó al conde con una sonrisa y empezó a pensar en la mejor forma de comportarse para que su amiga no sospechase que eran algo más que conocidos. Se imaginaba que él dominaría perfectamente la situación.
—Lady ________, si no recuerdo mal — dijo perezosamente y con un aire burlón en los ojos que ella dudó que Gisell pudiese advertir. ________ sospechaba que ésta le tenía tanto miedo a aquel hombre que no levantaría la vista más allá del pañuelo que él lucía en el cuello — . Nuestros caminos se cruzaron en un baile una vez, hace ya algunos años, pero creo que nunca hemos sido presentados formalmente. —Hizo una pequeña reverencia — . Yo soy Jeon Jungkook.
—Sí, recuerdo muy bien aquel baile. Ya hace muchos años. Qué sorpresa verle hoy por aquí.
—Sé de buena tinta que sería una lástima perderse la Gran Exposición.
—Creo que hacía muchos años que querían traerla a la ciudad. —Se volvió hacia Gisell—. Duquesa, permítame que le presente a Jeon Jungkook, el conde de Jeon.
Gisell seguía clavándole los dedos en el brazo, y ________ se dio cuenta de que estaba temblando. ¿De qué tenía tanto miedo? Él no había hecho nada que pudiese intimidarla.
—Mi lord —dijo Gisell con sequedad. ________ estaba segura de que él se había percatado de la rudeza de su tono, pero no parecía que eso lo preocupase.
—Su excelencia —respondió él—. Permítanme presentarles a la señorita Darling. Una conocida.
Frannie iba vestida de un modo muy parecido a la noche anterior. Su vestido era de un gris apagado. Daba la sensación de que no quisiera llamar la atención. Incluso su sombrero carecía de color; parecía que estuviese en la etapa final de un período de luto.
—Sí, bastante conocida, estoy segura —espetó Gisell con arrogancia y recelo.
El conde entrecerró los ojos y ________ supo que se había ofendido. Una cosa era despreciarlo a él, pero despreciar a la mujer que amaba...
—¿Hace mucho que han llegado? —preguntó, intentando ocultar la descortesía de Gisell.
—No, no mucho. La señorita Darling quería visitar la exposición entera y tener una visión global de todo lo que hay, pero yo preferiría una visita más detallada. ¿Qué cree usted que es mejor?
—Yo creo que es imposible verlo todo en una sola visita. Si se deciden a ir despacio podrán ver las cosas que elijan con más calma.
—Eso mismo pienso yo.
Whit empezó a mecerse contra ________ y a golpearla con sus piernecitas en el trasero y las caderas.
—¡Suelta! ¡Suelta!
Ella lo dejó en el suelo: tenía los brazos agotados.
Jungkook se agachó de inmediato frente a él.
—¿Y tú quién eres?
Gisell resopló.
—El conde de Whitson — contestó Whit, adoptando el mismo tono arrogante del que su madre había hecho gala hacía sólo un momento. A pesar de lo joven que era, ya reconocía las diferencias de clase.
—¿Sabías que allí tienen limonada, pastelitos y caramelos? ¿Te gustaría comprar algo para ti y para tu mamá? — le preguntó él.
Whit asintió con entusiasmo olvidándose automáticamente de su cansancio.
—Enséñame la mano — le ordenó Jungkook.
El niño lo hizo.
—Ciérrala. —Le demostró lo que quería decir enseñándole el puño cerrado. Luego chasqueó los dedos — . Ahora, ábrela.
Cuando el niño obedeció, abrió unos ojos como platos al ver la moneda de medio centavo que tenía en la mano. Gisell resopló de nuevo.
—Mmm, no estoy seguro de que vayas a tener suficiente con eso —dijo Jungkook. Miró a Frannie—. ¿Usted qué opina, señorita Darling?
—Definitivamente no es suficiente. Debería tener por lo menos un chelín.
—Creo que tiene razón. —Volvió a mirar a Whit—. Cierra la mano con la moneda dentro y di: ¿por favor, señor, me puede dar un poco más?
El niño lo hizo.
El conde chasqueó los dedos, Whit abrió la mano y se sorprendió aún más que antes. La moneda de medio centavo había desaparecido y en su lugar había una de seis peniques.
Frannie golpeó a Jungkook en la cabeza.
—Eres un tonto, eso no es un chelín.
________ se dio cuenta de que estaban actuando y se preguntó cuántas veces habrían hecho cosas similares. ¿Era así como desplumaban a la gente? ¿Era aquella actuación un vestigio de su niñez? Parecía todo tan natural... Parecían estar tan cómodos el uno con el otro...
—Tiene usted toda la razón, señorita Darling. ¿En qué estaría pensando? ¿Lo intentamos otra vez, lord Whitson?
Whit asintió con la cabeza con una sonrisa de oreja a oreja y cerró la palma de la mano otra vez.
—¿Por favor, señor, me puede dar un poco más?
—Por supuesto, mi lord. Ya lo creo —contestó él chasqueando los dedos.
El pequeño abrió el puño y anunció sus ganancias a los cuatro vientos:
—¡Mira! ¡Un chelín!
________ se dio cuenta de que no era el único que esbozaba una espléndida sonrisa. Su madre también sonreía. Parecía como si sus problemas hubiesen desaparecido tan rápido como las monedas.
—¿Cómo ha hecho eso, mi lord? — preguntó ________.
—Es magia.
—Bueno, sí, eso ya lo he visto, pero ¿cuál es el secreto?
—Me temo que no se lo puedo explicar. Arruinaría la diversión.
—Excelencia, ¿puedo llevar a su hijo a comprar unos refrescos? — preguntó Frannie.
Gisell asintió con la cabeza y luego dijo:
—Iré con usted.
________ observó cómo los tres se marchaban en dirección a la caseta de refrescos.
—Probablemente deberíamos ir con ellos.
—Probablemente — dijo el conde ofreciéndole el brazo. Hubiese sido de mala educación rechazarlo, así que apoyó la mano en él.
—Supongo que te darás cuenta del escándalo que supone que salgas con Frannie sin llevar carabina.
—Cielo santo, ________, hemos dormido juntos durante toda nuestra infancia, acurrucándonos el uno contra el otro. ¿De verdad crees que nuestra relación requiere una carabina?
A ella la asaltaron los celos cuando se los imaginó haciendo algo más que acurrucarse con inocencia.
—Las apariencias lo son todo.
—Me parece muy bien, pero ella tiene casi treinta años. ¿No es ésa la edad mágica en la que una mujer deja de necesitar que la vigilen?
—¿Tiene treinta años? No lo parece en absoluto. Aun así, al veros juntos en público, la gente asumirá que es tu amante.
—Jamás me he acostado con ella.
________ se sorprendió de lo aliviada que se sentía al escuchar esa inapropiada confesión.
—¿Acaso vas a colgarte un cartel en la espalda donde lo expliques?
—Fuiste tú quien sugirió que hiciese algo con ella.
No se molestó en esconder que lo estaba impacientando.
—Di por hecho que tenías el suficiente sentido común como para saber que necesitabas una carabina.
—Entonces no hay otra salida. Tendremos que pasar el resto del día contigo y con la duquesa de Avendale que, como mujer casada, podrá hacer las veces de carabina para salvaguardar la reputación de Frannie.
Ella lo miró y entrecerró los ojos. ¿Era aquélla alguna clase de estrategia para conseguir unirse a su grupo?
—Si no te conociese, pensaría que has organizado este encuentro a propósito y que has omitido la carabina deliberadamente para que me sienta obligada a proteger la reputación de Frannie.
—¿Acaso disfrutar de tu compañía me convierte en un sinvergüenza?
—Tú eres un sinvergüenza sencillamente porque lo eres.
—Supongo que eso es algo que no puedo negar, pero Frannie aprende mediante la imitación. Me ha parecido que le iría muy bien poder observar cómo te comportas tú en público.
—Entonces, lo de hoy se convierte en una lección más, no en una salida para que podáis disfrutar de estar juntos. Eso arruina el propósito principal de la salida.
—¿Cómo puede arruinar el propósito principal si es algo que nos acerca un paso más a conseguir lo que los dos deseamos?
La atención de ________ se centró en los enérgicos pasos que se acercaban. Era Whit, sujetando un caramelo.
—¿Señor, va a venir con nosotros?
Jeon se agachó.
—¿Te gustaría?
________ estaba asombrada de la capacidad de Kook para entenderse con el niño.
—Sí, señor.
—¿Alguna vez has visto un elefante?
—Whit negó con la cabeza.
El conde se enderezó, y le dio a ________ el sombrero y el bastón.
—¿Le importaría?
Ella los cogió. Jungkook volvió a centrar su atención en Whit.
—Vámonos, mi joven lord. —Se lo subió a los hombros y el niño se hinchó como un pavo mientras su caramelo se perdía en el espeso pelo rizado de Jungkook.
Cuando Gisell y Frannie se unieron a ellos, echaron a andar todos juntos con Jungkook a la cabeza. Parecía saber hacia dónde se dirigía, y si no era así, por lo menos había conseguido entretener a Whit, lo que permitió a ________ disfrutar un poco más de la exposición.
O eso hubiese hecho si Kook no hubiese acaparado toda su atención.
De repente, se dio cuenta de que aquélla era la primera vez que lo veía de día. Tenía un aspecto mucho menos siniestro con la luz iluminándolo a través del techo de cristal. Ya sabía que era alto, pero ahora lo parecía incluso más. También sabía que tenía los hombros anchos, pero ahora parecían inmensos. Avanzaba con mucha seguridad y señalaba cosas intentando captar la atención de Whit.
Nunca se lo había podido imaginar con niños, pero ahora ya no se lo podría imaginar sin ellos. Se había comportado con Gisell como todo un caballero y había sido encantador con el pequeño. Ya le había dicho que sabía hacer trucos de magia con monedas, pero jamás se había imaginado que fuesen tan increíbles como el que acababa de presenciar. Su padre también sabía sacar una moneda de detrás de la oreja de una persona, pero lo que Jungkook había hecho requería unas manos muy hábiles.
Intentó no imaginar qué cosas maravillosas podrían hacer aquellas manos tan hábiles con los botones del corpiño de una dama o con los lazos de un corsé. Esas inapropiadas reflexiones le provocaron una oleada de calor que le subió al rostro.
Verlo de día le estaba permitiendo, literalmente, observarlo a una luz diferente. Y se daba cuenta de que aquello no estaba siendo muy bueno para su corazón: ahora deseaba algo que no podía tener.
La Gran Exposición era fascinante, pero palideció ante las caras de ________, Frannie y la duquesa cuando vieron el enorme diamante Koh-i-Noor. Estaba dentro de una urna y lo iluminaban desde fuera con ayuda de una lámpara de gas. Kook estaba tan interesado en la urna como en el propio diamante. Aun así, no le prestó atención durante mucho rato.
Tenía jaqueca casi desde que se había subido el niño a los hombros y la intensidad del dolor había tocado techo en la zona del elefante. Suponía que se debía a que Whit, llevado por su entusiasmo, lo había estado zarandeando y golpeando la cabeza.
Pero pensaba aguantar el dolor, porque quería seguir observando a ________ y a Frannie juntas. Hablaban y sonreían. Se preguntó cuando él se casara con Frannie si serían amigas y si podrían salir juntos de vez en cuando.
Le parecía muy interesante el contraste entre las tres mujeres. La duquesa de Avendale no dejaba de mirar alrededor ni un segundo, parecía temer que alguien fuese a atacarlos en cualquier momento. Pensó que tal vez no estuviese cómoda rodeada de tanta gente, pero sus reacciones recordaban más bien a las de una persona que está haciendo algo que se supone que no debe hacer y teme ser descubierta. ________ parecía no darse cuenta de que la estaban observando. Tae había estado allí hasta que Kook llegó con Frannie. Entonces, él lo había sustituido. Querían descubrir quién estaba siguiendo a ________, pero tal vez el hombre que lo hacía no se había podido pagar la entrada. Frannie era más observadora, su mirada analizaba y evaluaba a la gente, buscaba un objetivo fácil casi de forma inconsciente. No es que fuese a aprovecharse de nadie. Dejó de robar cuando el anciano conde los apartó de las calles. Pero los hábitos adquiridos durante la niñez son difíciles de cambiar.
La atención de Kook seguía deslizándose hacia ________ y su encantadora sonrisa. Probablemente, nunca podría volver a pasar un día como aquél con ella. Su relación volvería a quedar confinada a las sombras.
Era el lugar al que pertenecían las personas como Frannie y como él, mientras que ________ era una criatura de luz.
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EN LA CAMA CON EL DIABLO (JUNGKOOK)
RomanceEN LA CAMA CON EL DIABLO Le llaman el conde Diablo; un canalla acusado de asesinato, que creció en las violentas calles de Londres. Una dama decente arriesga mucho más que su reputación cuando se asocia con el diabólicamente apuesto Jeon Jungkook, p...