Frannie Darling salió del club Park. Fue ella quien sugirió ese nombre para un local tan falto de elegancia, como si las palabras pudiesen convertir el pecado en algo aceptable. Se dirigió a la escalera exterior que conducía a su pequeño apartamento. En realidad, éste estaba dentro del club, pero al entrar desde fuera, tenía la sensación de que dejaba atrás la decadencia para acceder a una vida mejor.
Lo cierto era que disponía de los medios suficientes para costearse una vivienda mucho más bonita. Los chicos de Feagan la trataban como una igual y compartían con ella los beneficios de sus negocios. Podría vivir en un palacio si quisiera, pero Frannie nunca se quedaba el dinero que ganaba. Había otros que lo necesitaban más.
Cuando subía la escalera, percibió el agradable olor a tabaco aromatizado. Aquella fragancia era mucho más agradable que la que recordaba de cuando eran niños.
Ahora Jimin se podía permitir comprar el mejor tabaco del mercado, sin embargo, lo seguía fumando en la misma pipa de arcilla que había empezado a utilizar a los ocho años. No era extraño que todos ellos comenzasen a fumar y a beber a una edad muy temprana. Era algo que los mantenía calientes. La pipa formaba parte del pasado de Jimin; era un recordatorio de lo que había sido antes de que el abuelo de Kook les ofreciese la oportunidad de una vida mejor. Todos se habían llevado algo consigo.
Jimin sólo se quedó en la residencia St. Jeon el tiempo suficiente para aprender lo que necesitaba y así poder conseguir lo que quería. Nunca fue feliz viviendo con el anterior conde de Jeon. Pero, por lo que Frannie sabía, jamás había sido verdaderamente feliz en ningún sitio; a excepción quizá de la poca alegría que demostraba estando con Feagan. Jimin era el más hábil de su pequeña banda: siempre era el que conseguía más monedas envueltas en sus correspondientes pañuelos, y el que se sentaba junto al fuego con el hombre. Feagan bebía ginebra mientras Jimin bebía ginebra también y fumaba en su pipa; cuchicheaban hasta altas horas de la noche. Desde pequeña, Frannie se dio cuenta de que la opinión de Jimin era la única que Feagan valoraba.
—Hola, Frannie —la saludó cuando ella llegó al rellano. Cuando no estaba en el club, nunca actuaba como el hombre de negocios que era allí. Sin embargo, seguía siendo muy astuto, y siempre sabía encontrar la forma de obtener el mayor beneficio.
—Park. — Cuando eran jóvenes, solían llamarlo Park en vez de Jimin. Éste era muy hábil para esquivar a quienes querían cogerlo, cuando se daban cuenta de que estaba rebuscando en sus bolsillos. Y los chicos le habían puesto ese mote, perfecto para él. Normalmente, era otro ladrón quien alertaba a la presa por falta de habilidad, y cuando eso ocurría debían desaparecer a toda prisa.
Jimin sólo había vuelto para ayudar a un ladrón menos diestro que él en una ocasión: lo había hecho por Kook. Fue la única vez en que cogieron a Jimin.
—Hace una noche muy bonita — dijo ella.
—Oh, sí, la niebla es condenadamente bonita. ¿Crees que hay algún lugar en Inglaterra donde no haya niebla?
—¿Te irías a vivir allí si lo hubiera?
—No creo. Dudo mucho que haya alguna ciudad en ninguna parte donde pueda ganar más dinero que aquí.
—En la vida hay cosas más importantes que el dinero.
—No para mí.
Frannie suspiró y contempló la niebla. Para ella era como la vida: la ayudaba a ver lo que estaba fuera de su alcance. No era infeliz, simplemente, sentía que en su vida faltaba algo importante.
Jimin dio algunas chupadas a su pipa y se quedaron en silencio durante un rato. Frannie siempre había disfrutado de la compañía de éste aunque no hablasen. En realidad, era cuando más le gustaba estar con él. Jimin tenía el asombroso don de saber siempre lo que ella estaba pensando.
—¿Por qué no le dices la verdad en vez de inventarte todas esas excusas absurdas, Frannie? —preguntó en voz baja después de un rato, como si Kook estuviese escuchando detrás de la esquina.
—No he podido, Jimin. No quería hacerle daño. No después de todo lo que ha hecho por mí.
—¿Hacerle daño? Lo que has conseguido es alargar todo el asunto. Y ahora ha metido una extraña entre nosotros para que te enseñe lo que ya sabes.
A ella se le hizo un nudo en la garganta.
—Ya sé que lo he enredado todo un poco. Yo le quiero, pero no me quiero casar con él. No quiero ser condesa. Sólo deseo hacer lo que quiero.
—Él no te impedirá hacer lo que te gusta.
—Sí, ya lo sé, pero no será lo mismo. ¡Oh, Dios! Tal vez debería casarme con él y dejar de preocuparme por hacerle daño, pero no creo que Kook llegase a ser realmente feliz conmigo. A veces, soñar con algo produce más satisfacción que conseguirlo.
—Eso no tiene ningún sentido.
—Me he enterado de lo de tus malditas apuestas. ¿Por qué seguías animándolo a pedírmelo si sabes lo que siento? —preguntó, casi tan decepcionada con él como lo estaba consigo misma.
—Porque necesita saber la verdad y tiene que escucharla de tu boca. No se lo creerá de nadie más.
Dio una calada a su pipa y Frannie se enfurruñó.
—Ella le gusta — continuó Jimin, adoptando un tono grave.
Frannie sintió una extraña punzada de... ¿qué? ¿Celos?
—¿Quién? ¿Lady ________?
Él asintió y volvió a chupar su pipa.
—Me ha advertido que me mantenga alejado de ella. Y no lo ha dicho de cualquier forma. ¡Maldita sea! Casi me pongo a temblar cuando se ha encarado conmigo.
Frannie no estaba muy segura de cómo le sentaba saber eso. Debería sentirse aliviada, pero una parte de ella lamentaba la posibilidad de perder el corazón de Kook. Le había pertenecido durante tanto tiempo... Sin embargo, sabía que no podía retenerlo para siempre. No era justo para él. Por muchos sentimientos que ella albergase, lo suyo era el amor de una hermana por un hermano, no el de una mujer por un hombre.
—Tal vez se sienta responsable por haberla traído a nuestro antro de perdición y crea que la vas a corromper o a mancillar. Aunque no vivas con Feagan, sigues reclutando gente, y los atrapas gracias al lado más oscuro de Londres.
Jimin sonrió con la pipa entre los labios.
—¿Y qué hay de malo en eso? Vamos a ir todos al infierno de todos modos. Lo mejor que podemos hacer es pasárnoslo lo mejor posible por el camino; y cuantos más seamos, mejor.
—¡Te pareces tanto a Feagan! ¿Sabes que acostumbraba a fingir que era mi padre? Los dos tenemos este irritante pelo rizado y pelirrojo. —Se encogió de hombros — . Pensaba que cabía la posibilidad de que lo fuera.
Esperó, deseando que Jimin se riese de su absurda confesión. Era el que más tiempo había pasado con Feagan y el que más cosas sabía. Pero él se limitó a golpear la pipa contra la barandilla del rellano y dejar que la oscuridad del piso de abajo se tragara sus palabras.
—Buenas noches, Frannie. Que duermas bien.
Desapareció escalones abajo. Su habitación estaba junto a la de ella, pero Frannie sabía que hasta bien entrada la madrugada no se retiraría a dormir. Sabía muchas cosas sobre Park Jimin.
No obstante, no lo sabía todo. Ninguno de ellos lo hacía. Todos tenían secretos incontables, pero sospechaba que los de Jimin eran los peores.
Kook entró a toda prisa en su biblioteca, cruzó la sala hasta la mesa, se sirvió una generosa cantidad de whisky en un vaso y se lo bebió de un trago, deleitándose en la ardiente sensación. ¿En qué demonios estaba pensando para decirle a ________ las cosas que le había dicho?
Empezó a llenar el vaso de nuevo. El día siguiente por la noche se metería el pañuelo en la boca para así no escupir todas aquellas irritantes tonterías...
Yo también tomaré uno de ésos si no te importa.
kook se dio la vuelta de golpe tirando algunas botellas al suelo que se hicieron añicos. Estaba, a punto de saltar sobre el intruso...
Disculpa — dijo Tae levantando las manos — . Soy yo.
Él se enderezó, abrumado por su reacción e intentando calmar su acelerado pulso. Estaba claro que se había vuelto muy confiado.
—Nadie me ha dicho que estabas aquí.
—He dado por hecho que no querrías que lo supieran. Me he colado en la casa. — Tae avanzó hacia él—. ¿Estás bien? Nunca había podido acercarme tanto a ti sin que te dieras cuenta. Siempre has sido muy astuto, muy muy precavido...
—Estaba metido en mis pensamientos. — Se dio la vuelta y cogió una botella —. Estamos de suerte, parece que ésta no se ha caído. —Empezó a llenar un par de vasos — . Supongo que tienes algo que contarme.
—En realidad, no. Es una mujer bastante aburrida.
—¿Aburrida? ¿_______? Esa dama es de todo menos aburrida. ¿Estás seguro de que estás
—No me puedo creer que me lo preguntes. Soy el mejor en esto y lo sabes muy bien.
—No estaba fanfarroneando. Se estaba limitando a señalar hechos objetivos. Kook le ofreció un vaso y le señaló uno de los sillones. Una vez se hubieron sentado, preguntó:
—¿Qué ha hecho hoy?
—No mucho. Ha visitado a la condesa de Chesney y ha estado con ella unos diez minutos, y luego ha ido a casa de la condesa de Avendale. A continuación, ha ido a la sombrerería a preguntar por un sombrero nuevo que le están haciendo, y ha encargado también un vestido. Por lo visto, está planeando asistir a algún baile. Estoy investigando para reunir todos los detalles. Ha vuelto a casa sobre las dos y ha estado allí hasta que tú la has recogido esta noche.
Kook reflexionó sobre la información mientras Tae saboreaba su whisky.
—¿Sabías que su padre está enfermo y que su hermano está de viaje por el continente? —preguntó luego su amigo.
Kook asintió.
—Algo he oído.
—Ahí hay algo que no encaja.
—¿A qué te refieres?
—Su padre está demasiado enfermo como para poder ocuparse debidamente de sus propiedades, ¿y su hijo está de viaje satisfaciendo sus placeres? Creo que tengo que investigar ese asunto.
—Su padre y su hermano no me preocupan. Concéntrate en la chica. Ella es lo único que me importa.
Se dio cuenta de lo que acababa de decir y se planteó explicarse mejor, pero en seguida rechazó la idea. Si insistía en ello sólo conseguiría darle más notoriedad al comentario. Dio un largo trago a su whisky. La idea le resultaba muy tentadora, pero no podía permitirse el lujo de embriagarse aquella noche.
—¿Y qué pasa si la respuesta tiene algo que ver con su padre o con su hermano?
Kook suspiró.
—Haz lo que creas que es mejor, pero averigua a quién quiere que mate y por qué.
—¿Y si ella es la única que lo sabe?
—Se lo tiene que haber dicho a alguien.
—Tú no lo hiciste. No hasta que lo hiciste.
—No es verdad. Yo sí se lo dije a alguien. — A Jimin. Su confesor en cualquier asunto. Y, muy a menudo, la persona con quien conspiraba.
—A Park.
—Se lo dijiste a Park. Siempre confiaste mucho más en él que en cualquiera de nosotros.
—Él es quien me encontró temblando, muerto de hambre y de miedo. Estoy seguro de que me hubiese muerto si no se hubiese ocupado de mí y me hubiese llevado a casa de Feagan.
—Sabes tan bien como yo que éste nos pagaba por los reclutamientos. No fuiste más que tres peniques en el bolsillo de Jimin.
—¿Estás celoso de mi amistad con él?
—No seas ridículo. Sólo lo digo porque lo cuentas como si los motivos que lo llevaron a rescatarte fueran puros. Y no hay pureza alguna en Park.
—Pues te salvó el culo en más de una ocasión.
—Y le tengo aprecio, pero no confío en él, no del todo.
—Teniendo en cuenta cómo nos criamos y lo que aprendimos del mundo, ¿crees que alguno de nosotros confía plenamente en alguien?
—Yo confío en ti. Te seguiría hasta el mismísimo infierno sin preguntarte por qué me llevabas allí.
—Me acabas de dar la razón; yo soy en el que menos se puede confiar. Nadie es digno de una fe tan absoluta. Nadie es completamente puro. Lo que nos vuelve a llevar a _______. Averigua todo lo que puedas.
Kook tenía la sensación de que era ella quien lo estaba llevando a él derechito al infierno, pero al contrario que Tae, quería saber por qué.
Apuró su whisky y se levantó para servirse otro.
—¿Cómo ha ido la lección de hoy? — preguntó Tae mientras se levantaba y le acercaba también el vaso.
—________ no quiere hablar del tema. Dice que ya veré los resultados cuando llegue el momento. Esa mujer me saca de quicio como nadie. ¿Sabes que incluso se ha atrevido a cuestionar mi elección de esposa? Es una impertinente. Jamás he conocido a nadie como ella. —Se masajeó la sien—. Me provoca dolor de cabeza.
—Tú siempre has sufrido dolores de cabeza.
—Ahora hacía tiempo que no me ocurría. Tengo un remedio para aliviarlo. No te preocupes.
Su amigo dejó el vaso en la mesa.
—Me voy. Tal vez mañana tenga más suerte.
—Tal vez la tengamos los dos.
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EN LA CAMA CON EL DIABLO (JUNGKOOK)
Roman d'amourEN LA CAMA CON EL DIABLO Le llaman el conde Diablo; un canalla acusado de asesinato, que creció en las violentas calles de Londres. Una dama decente arriesga mucho más que su reputación cuando se asocia con el diabólicamente apuesto Jeon Jungkook, p...