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«Veía a su nieto.»


Kook reflexionó sobre esas palabras mientras su carruaje lo llevaba de camino a su casa por las irregulares calles adoquinadas. Había estado deambulando por Londres sin rumbo fijo, con el objetivo de poner en orden sus ideas.


Había abandonado el baile poco después de que ________ y él volviesen al salón. No le parecía que hubiese motivo para quedarse. Sospechaba que ninguna otra dama bailaría con él, aunque, en realidad, él tampoco quería bailar con ninguna. Y no quería arruinar aún más la reputación de ________ pidiéndole un segundo vals. Ya la había puesto suficientemente en riesgo con un baile y un paseo por el jardín. ¿Por qué estaba dispuesta a jugarse tanto sólo por conseguir que lo aceptasen?


¿Amistad? Dios sabía que Jungkook haría cualquier cosa por sus amigos. Daría incluso su vida. Ellos no habían arriesgado menos por él. Pero ________... ¿qué ganaba ella? Si pasaba mucho más tiempo en su compañía, ningún hombre decente la querría como esposa.


Aquella noche había roto el acuerdo. Por algún motivo, había decidido que el tipo no merecía morir. Jungkook suponía que debería sentirse agradecido por no haberla arrastrado a su infierno acabando con la vida del caballero, sin embargo, estaba preocupado por su cambio de opinión.


Ella no era ninguna cabeza hueca, y no tenía ni un pelo de tonta. Si creía que alguien merecía morir, lo más probable es que así fuera. Y aún no había conseguido aclarar el asunto del hombre que la estaba siguiendo. Tenía que hablar con Tae, pero primero quería ver a Frannie.


El carruaje se detuvo ante el club Park y, tras apearse, entró por la puerta delantera. Allí no sentía ni de lejos la tensión que había sentido en la residencia de los Avendale. Claro que aquélla era su casa, el lugar al que pertenecía.


Jimin se le acercó.


-Kook...


Él levantó la mano.


-Ahora no.


Había ido allí con un propósito. Abrió la puerta que conducía a la parte trasera y recorrió el pasillo que lo llevaría hasta el despacho de Frannie. Estaba muy dedicada a su trabajo, seguro que la encontraba allí. Llamó al marco de la puerta y ella levantó la vista. Le sonrió. Como de costumbre, su sonrisa le provocó una cálida sensación que nada más en el mundo conseguía producirle.


-¿Vas muy elegante?


-He asistido a un baile en casa de los Avendale - contestó él.


-No sabía que fueses a las fiestas de la alta sociedad.


-He pensado que ya era hora de que empezara a allanarnos el camino.


Ella bajó la vista y la paseó por los libros de contabilidad.


-Entonces, ¿asistiremos a muchos bailes?


-Creo que te gustarán. Hay mucha alegría y vestidos bonitos. También comida, bebida y gente.


-Sí, mucha gente a la que no conoceré.


-Los conocerás con el tiempo. Y lo mejor de todo es que podremos bailar. - Se acercó a ella y le tendió la mano -. Baila conmigo ahora.


Frannie levantó la cabeza de golpe.


-¿Es que estás loco?


-Es probable. Pero tengo muchas ganas de bailar contigo.


-Pero no hay música...


-Puedo tararear.


¿Qué era lo que le ocurría? ¿Por qué tenía tantas ganas de bailar con ella?

EN LA CAMA CON EL DIABLO (JUNGKOOK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora