Capítulo 05

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      Cuando entré en la pequeña tienda, el señor que atendía se me quedó viendo extrañado, y no era menor cuando mis ojos estaban hinchados y rojos. Por suerte había usado el cubrebocas para no llamar más la atención, era tan obvio que había llorado de tal manera que lo hacía de todas formas.

      Me dirigí hacia el sector de licores y agarré tres botellas de soju, las llevé hacia el mostrador dejándolas encima. El señor me vio con recelo.

— Identificación — exigió.

      Tomé mi identificación del bolsillo de mi pantalón, ya lo había anticipado de antemano, demuestro menos edad de la que tengo.

— Necesito ver tu rostro — dijo de nuevo.

      Accedí sin rechistar y su expresión se suavizó cuando me vio.

— ¿Te encuentras bien? — preguntó.

      Que entrometido.

— Solo sufro de una fuerte alergia — mentí.

      El señor miro las botellas de soju incrédulo y luego de que le pagara me las entregó, junto con mi identificación.

— Buena tarde — dijo sin más.

      Me retiré luego de guardar las botellas en mi mochila y caminé por las calles del pequeño pueblo hasta volver al lago. Era increíble la manera en que ese charco de agua me llamaba, era hermoso, pacífico, la superficie se veía suave, siempre me habían gustado los lugares con agua cerca. Miré hacia el fondo de este a medida que me iba acercando hasta que un alegre pescador que se hallaba en la orilla junto a su bote me llamó a lo lejos.

— ¡Niño! ¿Quieres dar un paseo? Pareces ser de ciudad con esa ropa tan moderna y ancha — su risa alegre y simpática, y su propuesta tan tentadora me convencieron de inmediato.

— ¿Lo dice en serio? — pregunté curioso cuando estuve cerca.

— Claro que sí, demos una vuelta al lago, esas cosas no se hacen tan seguido en la ciudad ¿Verdad? — rio animado.

— Aunque no tengo dinero para pagarle el paseo, señor.

— Qué más da, de todos modos tengo que ir y volver para recoger mi bolla, así me ayudas a sacar mi botín.

      Entonces ese era el interés de por medio ¿No? Aunque no soy en absoluto fuerte supongo que podría ayudar de alguna manera.

      Accedí y nos embarcamos en el bote. El hombre ya viejo, pero aun fornido, arrastró su propio bote conmigo encima hacia dentro del lago y luego subió hábilmente a este ayudándose con una roca artificial que había cerca. Primero usó los remos para alejarse lo suficiente de la orilla y obtener profundidad y luego encendió el motor. En cuanto comenzó a moverse el bote, la brisa hizo volar mi cabello suavemente, me quité el cubrebocas para sentirla mejor y se sintió liberador como siempre. Me asomé a una de las orillas del bote y vi el agua ondear con el movimiento de este y la turbina del motor. Y luego vi mi reflejo en el agua, un Jungwon portando un chaleco salvavidas —lo cual era irónico—, interrumpido por las burbujas de las pequeñas olas que se formaban. Fue entonces que me di cuenta lo rápido que habíamos llegado dentro del lago. Las montañas alrededor se sentían claustrantes, y me sentía tan pequeño en medio de ese lago igualmente gigante.

𝖳𝗁𝖾 𝖡𝗈𝗋𝖽𝖾𝗋𝗅𝗂𝗇𝖾  ›  𝙅𝙖𝙮𝙬𝙤𝙣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora