₊˚.༄🪞. 𝙡𝙚𝙜𝙖𝙙𝙤 ❞
| Aeryɴ Jo, lα cнιcα odιαdα,
мαldιтα, нιjα de ғαυɴoѕ, ғυтυro de Nαrɴια.
Edmund Pevensie amaba a Emersyus.
Pero ella nunca pudo corresponderle.
Siglos después, encuentra a Aeryn Jo,
una desastrosa copia de su antepa...
... ¡Ah, qué estoy cansada! déjame que duerma; pues, como la angustia, la alegría enferma. ¡Qué rara ocurrencia decir que estoy triste! ¿cuándo más alegre que ahora me viste? ( Juana de Ibarbourou )
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PARTE I. 02 ▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃
EL TIEMPO HABÍA PASADO y ahora los cuatro hermanos Pevensie reinaban gloriosamente en Narnia.
Habían decido quedarse después de su coronación. El invierno había acabado y, a pesar de muchos, Aslan se había ido.
Los ahora reyes habían querido mantener a su viejos amigos cerca, por lo que les cedieron puestos en su corte. Hasta habían nombrado al castor como un asesor emocional.
Emersyus, había conservado su puesto como general de división, ahora en la Corte Real Narniana. Y Edmund no podría estar más feliz por ello.
Desde ese cercano encuentro con la muerte, Emersyus había desarrollado una relación más íntima con él. No de una manera romántica, simple y sencillamente eran muy amigos, o al menos eso aparentaba ella.
El chico, o más bien hombre, había crecido admirando cada vez más la belleza en ella. Pero no solo la exterior, se había enamorado (sí, enamorado) de su valentía, ambiciones y manera de ver al mundo. Le fasinaba que fuera tan... ella cuando estaban juntos. Le hacía sentir especial, ya que nunca vio que comportara tan real con alguien más que no fuera él.
Además de todo, habían pasado por tanto juntos, tantas luchas, escapadas al río, noches de insomio, crisis emocionales. Todos esos recuerdos habían solidado su relación con los años.
Después de muchas declaraciones ignoradas, y aunque el hombre sea el único enamorado, Emersyus no era Emersyus sin él, al igual que Edmund no era Edmund sin ella.
Ahora, la general regresaba de una de las actuales guerras con territorios enemigos. Estaba exhausta, pero eso no le impedía ir a la cabeza del grupo, liderándolos como siempre.
A unos metros, uno de los nuevos soldados faunos, Sartorius creía que se llamaba, vino corriendo hacia ella con una expresión de desesperación.
—¡General, general! —venía gritando desde metros atrás.
Una vez llegó a su lado, recobró rapido el aliento para luego continuar.
—¿Qué sucede, novato?
—¡El campamento, general! —gritó sin poder contenerse—¡Le prendieron fuego cuando todos dormían! ¡No se ve...
No tuvo que decir nada más como para que ella saliera corriendo.
Tuvo que insistirle a Ed que se quedara en el palacio, pensaba. Pero no, había ido con ella y como se lesionó en el camino se había quedado en el campamento. Tal vez incluso ya estaba... no, no quería ni pensarlo.
